Domínguez entiende que “no existen diferencias entre el hombre y la mujer, ya que la responsabilidad y el rol es el mismo”. No obstante, puntualizó que “se espera que la mujer siga cumpliendo su rol de madre o de trabajadora familiar”, lo cual implica una exigencia mayor. Se refirió a las condiciones del mercado de trabajo de la mujer, que tiene los mayores niveles de informalidad e interrupciones en el ciclo de vida laboral por la falta de conciliación entre el trabajo y la familia. Asimismo, presentó los tres tipos de relacionamiento con la seguridad social que tienen las mujeres. En primer lugar, las trabajadoras en relación de dependencia que cuentan con todos los beneficios sociales: jubilaciones, pensiones y prestaciones de actividad (desempleo, enfermedad, maternidad, familia). También se encuentran las mujeres empresarias que perciben jubilaciones, pensiones y prestaciones de enfermedad únicamente si tienen hasta un empleado. Por último se encuentran las trabajadoras no remuneradas que tienen derecho sólo a pensión por vejez o sobrevivencia. Abarcando otras cuestiones, fue presentada una serie de propuestas que se elevará al gobierno para reconceptualizar la idea de trabajo, incluyendo el trabajo no remunerado e independiente; se apuntará a combatir el trabajo informal, en el entendido de que “la mejor seguridad social es el trabajo, y […] el país necesita tanta seguridad social como sea posible y sustentable”.

Proposición

Entre las iniciativas más destacadas por Domínguez se ubicó la “eliminación del complemento cuota mutual”, para promover la formalización y reducir los costos laborales de la contratación a tiempo parcial. Otra iniciativa fue la aportación voluntaria a la seguridad social, que funciona dando un valor ficto al trabajo no remunerado y realizando los aportes sobre ese valor, que luego intervendrá en el cálculo jubilatorio. También se propuso crear un subsidio de maternidad para la mujer empresaria, ya que “no debería ser cuestión de cómo se relacione la mujer con el mercado de trabajo”.

Extender la cobertura de salud para jubilados patronos en las mismas condiciones que los dependientes es otra de las propuestas, lo que implicaría su inclusión y la de sus familias en el Sistema Nacional Integrado de Salud.

Asimismo se habló de iniciativas para rebajar aportes patronales al contratar estudiantes; aportación de servicio doméstico deducible del cálculo del IRPF; posibilitar el retiro parcial compatibilizando actividad con pasividad; flexibilizar el acceso a la jubilación a trabajadores no dependientes; proteger los fondos que las AFAP traspasan a las aseguradoras; extender la cobertura de salud para jubilados patronos en iguales condiciones que dependientes; compatibilizar prestaciones de seguridad social de dependientes con la actividad empresarial y de distintas afiliaciones; redefinir la figura del cónyuge colaborador para aportación de industria y comercio; y desarrollar un sistema de información para monitorear el comportamiento de las pymes con perspectiva de género.

Mujeres empresarias

Lasalle se centró en su experiencia como productora rural y las dificultades de “ser mujer en el medio del campo”. Apuntó que su labor exige muchas horas porque debe desempeñarse como “esposa, madre, lo que implica mucho trabajo, en tiempo y en forma, todos los días”, pero también acompañando en la producción. “¿Tenemos conciencia de que somos empresarias? Creo que no”, reflexionó, y añadió que incluso desde el punto de vista institucional son vistas como una “cónyuge colaboradora”. Destacó la importancia de la “mujer como la fortaleza del hogar”. “Nunca nos podemos caer: si la producción se pierde hay que mantenerse fuerte para que se mantenga lo demás”, explicó. Evaluó que “vivir las situaciones en el medio rural es muy difícil; y si nos va mal económicamente, las mujeres nos cerramos más”.

Proveniente de un sector “machista”, Claudia Sánchez, directiva de la empresa Cita y presidenta de la Asociación Nacional de Empresas de Transporte, aseguró que “hay un punto de equilibrio entre el hombre y la mujer”, debido a que son “diferentes entre sí, lo que no quita que puedan ocupar los mismos ámbitos, pero no por una cuestión de género sino de capacidad”. La labor femenina aporta “sensibilidad en el trabajo diario”. “La presencia de la mujer cambia el lenguaje, la forma de diálogo, se dan otras conversaciones, es muy interesante”, si bien no significa que no exista discriminación. El esfuerzo pasa por compatibilizar el rol de empresaria con el de mujer en general, algo que “hoy es posible” por el cambio cultural operado, que hace que los hombres “realicen más actividades domésticas”. “Soy empresaria, me gusta lo que hago y lo que soy; pero también me gusta que me retiren la silla, que me regalen un ramo de flores, porque también soy mujer”, concluyó.