A mediados de 2007, cuando Estados Unidos (EEUU) comenzaba a mostrar signos de preocupación sobre el estado de su economía y, al mismo tiempo, China se consolidaba como la gran economía emergente creciendo a tasas de dos dígitos, comenzó a hablarse en las esferas económicas de la denominada “teoría del desacople”; ésta establecía, básicamente, que el dinamismo de los países emergentes, con China y su creciente consumo interno a la cabeza, iba a permitir que la economía mundial continuara expandiéndose, más allá de lo que sucediera en la principal economía del orbe.

Entre ese año y 2008, varios foros se realizaron sobre el tema y una innumerable cantidad de expertos debatió en torno a la viabilidad de esa hipótesis, con posturas opuestas acerca de ella y una enorme cantidad de matices. Sin embargo, en setiembre de 2008, la caída del banco de inversión Lehman Brothers marcó el agravamiento de la coyuntura internacional, provocando caídas en la actividad de muchos países que hasta ese momento crecían a un ritmo incesante, evidenciándose que la crisis era bastante más profunda y extendida; cuando ello sucedió, todos los análisis fueron unánimes: la teoría había fracasado.

Sin embargo, el tiempo pasó, y más allá de las dificultades constatadas en 2009, y que aún enfrentan los países desarrollados, el mundo ha retomado la senda del crecimiento a impulso, principalmente, de las economías emergentes, y las perspectivas indican que serán éstas las que guiarán el incremento del Producto Bruto mundial. Entonces, ¿se verificó o no un desacople de la economía mundial respecto del mundo desarrollado? ¿Pueden los mercados emergentes y particularmente China marcar el rumbo de la economía en los próximos años? Parecería que las posturas extremas en esa línea no son las correctas, y que el camino del medio estaría más cerca de la razón.

Ni muy muy, ni tan tan

Para el economista Pablo Moya, de la consultora Oikos, “la evidencia muestra que la economía mundial va a crecer sustentada en el crecimiento de los países emergentes”, aunque se trata de una apreciación “un tanto genérica”, lo que demanda distinguir qué describe el concepto de ‘países emergentes’. El experto destacó que el proceso de desarrollo está siendo “liderado por las economías BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y luego le siguen países como Uruguay, Chile y Colombia, que hay que diferenciarlos de otros como Paraguay o Bolivia, que no es que no vayan a crecer pero lo harán no con el dinamismo de estos otros países”.

En cuanto a la teoría del desacople, Moya entiende que se valorizó “de más” el papel de las nuevas economías. A su entender, “nadie discute lo que significa China, y lo que van a significar China e India, pero desconocer el liderazgo que ha detentado Estados Unidos en todo el siglo pasado, es un tanto aventurado”. Además, apuntó que aquellas economías aún deben atacar algunas “vulnerabilidades que tienen” en los aspectos social, institucional y también político. “Cuando se dice, según esta teoría: ‘de ahora en más todos atrás de China’, me parece que es algo demasiado simplista”, concluyó.

Por su parte, Ramón Pampin, economista de Pricewaterhouse Coopers, considera que sobre el tema “hay dos realidades”: una primera, en la cual la economía global funciona en base a las economías desarrolladas, “que es insustituible y no se puede ver el desacople”, y otra donde los emergentes funcionan como “un segundo corazón, más chico, pero creciendo en importancia”.

Al igual que Moya, Pampin planteó la conveniencia de distinguir entre países cuando se habla de “mercados emergentes”, destacando que “la principal referencia lógica es China”. “La economía China viene creciendo a tasas impresionantes de dos dígitos, y es como un segundo corazón que está apareciendo” en el mapa económico global, sostuvo, aunque preguntándose si la potencia asiática podrá continuar con esta tendencia durante los próximos 30 a 50 años. “Es difícil, porque China tiene debilidades estructurales que debe solucionar”, apuntó. Para ocupar un lugar predominante en la economía mundial, el gigante de Asia debería “tener un sistema financiero más desarrollado”, ya que “Estados Unidos es el que le sigue dando profundidad al sistema financiero mundial”. Como resumen, evaluó que “China está mostrando ser otro motor de crecimiento, que no es ajeno a todo lo que pasa en el mundo”.

En tanto, Gabriela Mordecki, coordinadora del Área de Coyuntura del Instituto de Economía de la Universidad de la República, detalló que la teoría del desacople “pegó fuerte” durante el pico de la crisis del mercado hipotecario estadounidense, pudiéndose afirmar que “en parte se dio”, ya que los países emergentes volvieron a crecer. Estas naciones tuvieron un desempeño que “permitió superar la crisis”, si bien no lograron, como se estimaba en la hipótesis, salir inmunes de ella. “China nunca va a sustituir lo que es la demanda de los países desarrollados, que son los demandantes de productos más sofisticados, más allá de que los emergentes están importando más”, explicó.

¿Falta mucho?

En cuanto a la finalización de la crisis, Mordecki sostuvo que “es muy relativo hacer una afirmación tan tajante”, ya que aún se aprecian “problemas bastantes serios” en los Estados desarrollados. “Estados Unidos y Europa están subiendo, pero muy lentamente y en base a los programas de estímulos; todavía tienen un desempleo muy alto, por lo que están en una situación bastante frágil. Para estos países todavía no terminó la crisis”, puntualizó.

Moya, por su parte, aseguró que en Oikos tienen una visión “bastante pesimista” sobre la crisis: “¿Terminó?, sinceramente, creo que no”, reflexionó. No obstante, aseveró que “lo peor ya pasó”, aunque países como España, Inglaterra, Grecia y Estados Unidos todavía presentan muchas dificultades. En referencia a Uruguay, interpretó que la realidad es otra y que el sector más afectado por el proceso contractivo, el comercio exterior, exhibe una recuperación importante tanto en exportaciones como en importaciones.