Las dos principales figuras de la Nueva Trova Cubana, Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, han salido a explicar su posición frente a los cuestionamientos que su país está sufriendo a causa de la muerte por huelga de hambre de Orlando Zapata Tamayo, detenido desde hacía años y quien había sido calificado de “preso de conciencia” por Amnistía Internacional. Ambos cantautores han sido considerados durante décadas las voces artísticas casi oficiales de la cultura y el régimen cubano, pero la identificación parece estar resquebrajándose. Primero fue Milanés, quien hace diez días, estando de gira por España, hizo una serie de declaraciones a los diarios locales en los que cuestionaba la orientación actual del gobierno de su país. “Los cambios -dijo Milanés-, entre muchos otros, son esencialmente los que ha venido planteando Raúl Castro y que no se han cumplido. El pueblo espera y se pregunta en medio de una parálisis agónica cuándo llegarán”.

El distanciamiento no es nuevo; en 2003 Milanés se negó a firmar una carta en la que se “justificaba el encarcelamiento de 75 intelectuales y tres fusilados por el intento de secuestro de una lancha”. En su gira anterior por España ya había declarado no confiar “ya en ningún dirigente cubano que tenga más de 75 años pues todos, en mi criterio, pasaron sus momentos de gloria, que fueron muchos, que ya están listos para ser retirados. Hay que pasar el testigo a las nuevas generaciones para que hagan otro socialismo, este socialismo ya se estancó”, afirmaciones que fueron bienvenidas incluso en la comunidad cubana de Miami, para la cual Milanés siempre había sido una suerte de horrendo propagandista castrista. De hecho, una cierta parte de la oposición cultural al régimen -como la escritora Zoe Valdés y la bloguera Yoani Sánchez- confía en que el prestigio de Milanés le permita mayores libertades para criticar a su gobierno, con el cual ya ha tenido varios encontronazos, como cuando cerraron la revista de la Fundación Hispano-cubana, auspiciada por el propio Milanés. De este rol Milanés es muy consciente, como reconoció a La Voz de Galicia afirmando, en relación con la muerte de Zapata Tamayo: “Se dan casos en Cuba de que personas anónimas tengan mi actitud y no salgan bien paradas ante las autoridades, medias, intermedias y hasta superiores, quién sabe”.

Ante estas declaraciones era de esperar que el otro pope de la Nueva Trova, Silvio Rodríguez, también saliera al ruedo, y lo hizo durante la presentación, en Casa de las Américas de La Habana, de su último disco, Segunda cita. Allí y ante un enjambre de periodistas internacionales y el ministro de Cultura, Abel Prieto, Rodríguez -un hombre bastante más comprometido que Milanés en lo institucional- también asumió una posición crítica. Entre otras cosas, afirmó que “el bloqueo [económico y comercial de Estados Unidos contra la isla] hay que terminarlo”, pero agregó: “No podemos echarles toda la culpa a ellos [EEUU], porque es mentira. Nosotros sabemos que tenemos culpa también”, y se pronunció a favor de un cierto cambio diciendo que “hay que superar la erre de revolución”, ya que Cuba pide a gritos evolución”. Yendo aun más lejos, Rodríguez, que tiene 64 años, afirmó: “Hay muchas cosas que revisar en Cuba y que he escuchado siempre extraoficialmente [...], y jamás, por supuesto, lamentablemente, en nuestra prensa, que esas cosas se están revisando. Dios quiera que así sea”.

Sin embargo y a pesar de su deseo de que “se amplíe la posibilidad de tener derecho a decidir”, Rodríguez concluyó sosteniendo tener “más razones para creer en la Revolución que en sus detractores”. De hecho su disco a salir, el ya mencionado Segunda cita, consiste en una serie de canciones dedicadas a la revolución del 1º de enero de 1959.