Vedette Ceibal
Responsable desde 2005 del Latu e impulsor del Plan Ceibal, Miguel Brechner considera que el TEDx “fue muy interesante y muy bien organizado, un trabajo de reloj suizo”. “Hubo charlas muy interesantes, tratando desde biotecnología a justicia o a la arquitectura de una ciudad moderna (a cargo de Jaime Lerner, ex alcalde de Curitiba)”, dijo. Su charla sobre el Plan Ceibal “tuvo una acogida impresionante, me impactó mucho. La presentación de Paenza fue muy importante, la charla fue vitoreada y apenas terminó había miles de mensajes en Twitter alentándonos”.
El TED (del inglés: Technology, Entertainment, Design) es una organización sin fines de lucro creada en Estados Unidos hace 25 años para promover “ideas para cambiar al mundo’’. Todos los años realiza una conferencia anual de cuatro días en California donde se invita a pensadores de todas partes a compartir reflexiones y propuestas con el público presente. Aunque hay que pagar para participar en este evento, las charlas son filmadas y se pueden descargar gratis de www.ted.com. Además de la conferencia original, desde 2005 comenzaron a realizarse encuentros de TED fuera de Estados Unidos -los TEDx-, como el que el 8 de abril se realizó en la ciudad de Buenos Aires.
La versión rioplatense del TEDx tuvo entrada gratuita; el único requisito era registrarse en la página del evento. Como las charlas se desarrollaron en la Sociedad Rural, con capacidad de 1.400 asientos, y se anotaron más de 5.000 personas, la selección se realizó por sorteo días antes del encuentro. A quienes pudieron asistir en vivo, se les sumaron los cientos que coparon el paraninfo de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA para mirar las pantallas que se instalaron exclusivamente para ese día y los más de 4000 que siguieron la transmisión en vivo por internet.
A las 9 en punto de la mañana Adrián Paenza, hombre vinculado a las ciencias y los medios (conocido en Uruguay por ser el conductor de Alterados por Pi), comenzó su tarea como maestro de ceremonias, preguntando al auditorio: “¿cuánto tiempo en la vida les dedicamos a las ideas?’’. A partir de ahí, transcurrieron casi ininterrumpidas doce horas con personas exponiendo sus ideas y proyectos.
Respondiendo a las expectativas generadas desde hacía varias semanas por algunos medios y a través de la web, muchos fanáticos casi no durmieron para ser los primeros privilegiados en entrar al predio, temerosos de perderse las primeras charlas por demoras en los trámites de acreditación.
Fue un evento excesivamente estructurado, que siguió al pie de la letra los requisitos impuestos por el formato original, como una rigurosa puntualidad según la cual cada expositor tuvo entre 12 y 18 minutos para hablar. No se podía ingresar al recinto con cámaras ni grabadores, el lugar debía desalojarse entre cada módulo y fue necesario intercalar entre las charlas de los invitados en vivo videos de conferencistas de la versión estadounidense del TED, realizados los años anteriores.
Universo diverso
Todas la exposiciones giraron alrededor de cuatro ejes conceptuales planteados por Paenza al comienzo del TED: “La frontera del conocimiento: ¿qué se sabe hasta hoy y que se ignora?”, “La creación del futuro: ¿qué se viene y cómo modelarlo?”, “¿Cómo hacer un mundo mejor, más solidario y que incluya a todos?’’ y por último “¿qué y cómo hago yo para cambiar al mundo?’’.
Los panelistas quebraron el estereotipo del científico o el hombre de letras aburrido y sin sentido del humor. Con muchos chistes y anécdotas personales, entre los variados participantes estuvieron pensadores aparentemente tan distantes como el neurocientífico Mariano Sigman, que explicó cómo se accede a investigar el pensamiento, la memoria y la conciencia de los individuos, y el músico Luis Pescetti, autor de canciones y libros para niños, quien contó cómo trabaja sobre la idea que la sociedad tiene de la infancia.
Dos abogados se hicieron presentes: Marcos Salt, que habló sobre los problemas para regular los delitos por internet, y Luis Moreno Ocampo (fiscal en la Corte Penal Internacional de La Haya), quien contó sus experiencias en los juicios a algunos de los máximos líderes de crímenes masivos como la del ex presidente serbio Slobodan Milosevic.
También expusieron el dramaturgo Rafael Spregelburd, quien habló sobre las formas de representación en el teatro, el biólogo Alberto Kornblihtt, que brindó una de las charlas más entretenidas contando cómo sus “vaqueros’’ gastados son parte de un proceso de evolución genética que afecta toda nuestra vida cotidiana; y el periodista Roberto Guareschi, que conversó acerca de las formas de hacer periodismo digital en el futuro.
Entre los invitados internacionales estuvo la española Mercedes Salado, antropóloga forense, que explicó lo que separa al trabajo que realizan para la identificación de los restos enterrados bajo NN por la última dictadura argentina de lo que muestran por series como CSI o Bones. Otro momento interesante lo protagonizó Constanza Cerruti, arqueóloga de altura, cuando narró al auditorio cómo escala las cimas de las montañas buscando restos de complejos ceremoniales de los incas. Una de las charlas más promocionadas fue la de la estrella argentina de la NBA, Manu Ginobili, a quien se pudo ver en videoconferencia ya que no estuvo presente en el auditorio.
No faltó representación uruguaya de la mano de Miguel Brech- ner, que explicó los alcances del Plan Ceibal en nuestro país y que logró uno de los aplausos más cerrados del auditorio y disparó la clásica autocrítica sobre las limitaciones argentinas, esta vez en boca de Paenza, quien despidió al ingeniero uruguayo diciendo que el plan era un orgullo para Uruguay y un ejemplo para Argentina. Por si no fueran pocos comentarios, en los intervalos se leyeron mensajes que enviaban aquellos que seguían las charlas por la web y que estaban emocionados por la oportunidad que significaba tener una computadora por niño para los hermanos orientales.
Made in Argentina
No siempre hubo sintonía entre la postura de la organización, de discurso cercano al “progresismo’’ (sumado a la presencia de familiares de desaparecidos entre el público) y la de los espectadores, en su mayoría hombres, treintañeros, y portadores de una tecnología portátil algo ostentosa. Por ejemplo, cuando el biólogo Alberto Kornblihtt planteó que el mejor espacio par generar conocimiento es el ámbito de la universidad pública, desde las últimas filas le gritaron que no hiciera proselitismo kirchnerista.
Lo cierto es que para un evento que promueve el intercambio de ideas, lo más difícil fue justamente sostener esta consigna. Con tiempos acotados en la exposición de los oradores y sin posibilidad de que el público realizara ninguna pregunta, los espacios de intercambio quedaron reducidos al escaso tiempo de los intervalos. De todas formas el impacto del TEDx pasa por la posibilidad del espacio de discusión de ideas en sí mismo, aunque a veces no exista una línea clara de continuidad entre la propuesta de un conferencista y la otra.
Una vez más, tal como existe una versión local de la revista Rolling Stone (a pesar de tener una fuerte industria editorial propia), y se compra la franquicia de Playboy (sin considerar que en el país hay materia prima de exportación y excelentes fotógrafos para retratarla), queda la duda de cómo hubiera resultado un encuentro de estas características de haberse realizado de acuerdo a las necesidades locales y no a requisitos de licencias extranjeras.
Al cierre del TEDx, Paenza señaló: ‘’Si cada uno de los que están presentes acá se lleva una sola idea diferente, este evento habrá valido la pena’’. Días después de haber vivido esta maratón oratoria, el resultado positivo está asegurado.