-¿Viniste a ver a Jonathan Richman?
-Bueno, también a tocar con Malpaso. Ellos me “descubrieron”. Hace tres meses, buscando en mi sitio vieron que yo iba a tocar en Buenos Aires y se ofrecieron para ser mi banda de apoyo aquí. Pero yo ya tenía la gira armada, así que quedamos en hacerlo en un futuro. Creí que iba a ser después de mi vuelta en Europa, en un año, pero entonces me enteré de que Jonathan Richman tocaba acá. Entonces decidí venir a Montevideo, y arreglé con Malpaso para venir, ver a Jonathan Richman y tocar con ellos. Justo me cancelaron unos conciertos en Paraná esta semana, así que cerró todo perfecto.
-Igual que Jonathan Richman, cantás muchas canciones en español. ¿De dónde te viene eso con nuestro idioma?
-Me acuerdo de estar con mi padre viendo Viva Zapata en la tele, películas de Sergio Leone... Me gusta el sonido del español. En Porto Alegre se escuchaba mucho Mercedes Sosa, Violeta Parra, el folclore. A mí me gustaba y oía todos los conciertos, a los 16, 17 años. Pero los asuntos del lenguaje son difíciles de explicar. Por ejemplo, me gusta mucho Recife, y ahora en cuanto llego allá empiezo a hablar como pernambucano. Creo que hay algo en la música, en la poesía... no busco explicaciones porque no hay necesidad, es natural. Te cuento, por ejemplo, cómo llegué a grabar el cover de “Ganas de vivir”, la canción de la película El mariachi, en mi primer disco solista. Cuando me fui de Replicantes participé en Sangue Sujo y luego me fui a Río de Janeiro, volví a Porto Alegre y armé Los Encarnados. Pero el baterista y la bajista eran muy jóvenes, yo hacía todo... Al tiempo vi un concierto maravilloso de Júpiter Maçã en San Pablo, en su época dorada, y vi un recital de Adriana Calcanhotto en Río de Janeiro, ella tocando sola con su guitarra criolla para dos mil personas. Entonces me di cuenta de que era posible tocar únicamente con guitarra y voz muy suave. Me decidí a tocar solo y me vino a la cabeza esa escena de El mariachi en la que él canta “Ganas de vivir”. Me dije: “Vamos ahí”.
-¿Cómo es el paso de escuchar folclore a armar una banda punk como Os Replicantes?
-No, pero yo escucho todo: música clásica, todo. Lo que pasaba es que en los años 70 la radio Continental pasaba grupos locales; no bandas, sino grupos acústicos: guitarra, percusión y voz, algunos con acordeón, otros con violín. Os Replicantes se armó en 1983 y fue una broma contra eso. La idea no era hacer una carrera: tres amigos y una amiga se propusieron hacer la banda porque no había nada para hacer en Porto Alegre, porque la música en la radio era una mierda. Era un juego. Yo trabajaba en iluminación de conciertos, y en una gira de cuatro meses por Brasil con Alceu Valença mis amigos me contaron por teléfono que iban a formar una banda. Yo, bromeando, les dije que iba a ser integrante del grupo. Ya habíamos hecho cine, teatro y televisión juntos, éramos todos amigos. Al final de la gira de Alceu volví a Porto Alegre, pegué una guitarra de un amigo, me fui al garaje donde ensayaba Os Replicantes y como era amigo, me dejaron tocar. Yo no sabía tocar, había tenido una acústica muchos años antes, así que no pasó nada. Pero ellos se fueron de vacaciones y dejaron una cinta. En un mes habían creado siete canciones clásicas: fue un asunto de suerte, porque no sabían tocar nada de nada; se animaron porque sabían que los Sex Pistols no sabían tocar. Me pasé un mes haciendo karaoke con el casete, así que cuando volvieron me había transformado en el cantante de la banda. Yo venía del teatro, así que las letras del baterista Carlos Gerbase, escritor y cineasta, eran perfectas, porque tenían narración y personajes que yo podía interpretar y decorar. Yo era el personaje de las canciones.
-Hay muchos artistas de Porto Alegre que se quedan en el estado de Rio Grande do Sul, como si no les interesara hacer carrera en el resto de Brasil. Vos sos un caso distinto.
-Lo que pasa es que esos artistas les pagan a las radios. En Brasil ese mecanismo se llama jabá. En Porto Alegre hay radios muy fuertes y pasan música del estado. No hay otra ciudad en Brasil donde las radios pasen tanta música local. Con el tiempo, esas radios empezaron a cobrar como las grandes radios del país. Entonces las bandas tienen miedo de salir porque otra banda puede ocupar su espacio. No salen por miedo. En Porto Alegre tienen un mercado seguro. Hoy hay dos cadenas de radio en el interior del estado, son cerca de 15 emisoras en distintas ciudades; en todas esas ciudades las bandas tocan para 5.000 personas, con cachés altísimos.
-¿Eso tiene una influencia en el rock de Porto Alegre, que es más retro o más sesentero que el del resto de Brasil?
-Humberto Gessinger, de Engenheiros do Hawaii, ya dijo una vez que Porto Alegre está muy lejos de las capitales [“Longe demais das capitais” es el primer disco de la banda]. Es muy frío, además. No tiene playa. El clima hace que la gente toque, que haga cosas. Como en Europa, donde hay una producción muy grande.
-¿Eso hace a Porto Alegre más rockera?
-No, lo del rock gaúcho es algo que fue fuerte en un momento, pero existe una calidad buena, hay bandas muy buenas.
-En tu último disco hay un homenaje a personajes desconocidos de esa escena, el tema “Reverendo Rock Gaúcho”.
-La gente cree que conoce el rock gaúcho, pero conoce a Engenheiros do Hawaii, Nenhum de Nós, Cachorro Grande. Las mejores bandas no llegaron a ser conocidas, se terminaron antes, duraron uno o dos años. Es una característica de Porto Alegre: las bandas son muy buenas, hacen un trabajo perfecto, pero se pelean y se separan.
-A mí siempre me pareció que “Lugar do caralho”, de Júpiter, y tu tema “Bebendo vinho” tenían mucho que ver. Son temas escritos por músicos de Porto Alegre mientras están un poco exiliados en las “capitales”, él en San Pablo y vos en Río. ¿Cómo escribiste “Bebendo vinho”?
-En 1993 yo había vuelto a trabajar en iluminación, diez años después, con el mismo equipo, en Río. Me gustaba mucho, es un trabajo muy fuerte, me gusta montar el circo. Ahora no lo hago más porque me definí como rockero (bueno, en realidad ahora me defino como músico) y quería vivir del rock. Pero trabajé mucho en teatros y conciertos. Vivía solo en un morro, en la entrada de una favela. Después del trabajo compraba un paquete de fideos, una lata de salsa y una botella de vino, ¡pero vino de Río de Janeiro! No es vino. No podía beber más que un vaso y quedaba noqueado. Un día me llega una carta (en esa época no había internet) diciendo que me habían robado a mi perro, Vênus. De ahí sale el verso “me voy a entorpecer bebiendo vino”, porque con un vaso de ese vino a las diez de la noche quedaba dormido.
-Definís tu estilo actual como “punk brega”. ¿Podés explicarnos qué significa “brega” en Brasil?
-En Buenos Aires descubrieron que “grasa” o “mersa” tienen que ver con “brega”. El brega es una característica brasileña, principalmente en el nordeste. Yo lo defino como una persona simple que el fin de semana se viste con las mejores ropas para ir a una fiesta: zapatillas blancas, pantalones rojos y una camisa floreada. Es su mejor vestimenta y va a la fiesta muy seguro de sí mismo. Para la clase media “brega” es algo despectivo; los cantores brega no se asumen como brega. Se volvió un peyorativo. Yo digo “sí, soy brega”. Creo que es una característica de Brasil, pero como Brasil perdió todas sus características, es un país que no existe...
-¿Por qué?
-Porque se entregó. Los políticos, los artistas, los intelectuales, todos ganaron dinero y viven muy bien. Quieren que la gente gane plata y viva bien como ellos. El capitalismo norteamericano: nada bueno. No puedo vivir más allí, no me gusta. Decidí que voy a recorrer el mundo. Empecé en febrero: dejé todos mis equipos en un depósito en San Pablo. No tengo más casa, vivo dentro de mis pantalones. Quiero pasar temporadas en lugares y estar en Brasil sólo para dar recitales y visitar amigos. No me siento bien caminando por las calles de Brasil. Veo una desigualdad muy grande, pero la gente está muy feliz, nunca estuvieron tan felices. El 80 por ciento cree que el gobierno de Lula es fabuloso. Así que va a seguir con la primera presidenta mujer de Brasil, porque los poderosos no quieren cambiar nada. Brasil está perfecto, es el país de los sueños. Todos tienen dinero para comprar cositas: celulares, televisores de 29 pulgadas. Pero yo no soy feliz. ¿Cómo voy a vivir en una ciudad donde no puedo compartir nada? Viví cinco años en San Pablo: no se puede pasar más tiempo ahí, es una máquina, por más que te quedes quieto en tu casa trabajando, la máquina gira alrededor tuyo. Por eso voy a pasar temporadas de tres meses afuera, y volver y volver.
-Siempre bronceado, como Julio Iglesias.
-Linda comparación. ¿Por mi voz o por mi belleza?