Repapel funciona como ONG desde 2002 y se define como una organización “dedicada a la educación para el desarrollo sostenible”. Brinda capacitación sobre clasificación y acopio de papel a escuelas y empresas que integran su programa. Con las ganancias producidas por la venta del papel clasificado, se elaboran materiales y útiles escolares de papel reciclado que luego son entregados a las escuelas públicas que trabajaron en el acopio. Desde 2002 han recolectado más de un millón y medio de kilos de papel y cartón.

Actualmente la organización trabaja con 40 escuelas, pero desde que se inició el proyecto hasta ahora han pasado cerca de 100. La maestra Silvana Dalmás, responsable del área de Educación Ambiental de Repapel, en conversación con la diaria explicó: “Lo que se busca es la participación y el desarrollo social de los sectores más desfavorecidos, por eso trabajamos con escuelas públicas, la mayoría de contexto crítico. Intentamos aprovechar el poder que tiene la escuela como transmisora de saberes, valores y hábitos, y formar una nueva generación consciente del ambiente”.

Repapel realiza capacitación docente, enseñando cómo clasificar el papel, y organiza, al menos una vez al año, un curso gratuito para maestras en el que se trata el tema de la gestión de residuos de una manera amplia. Dalmás contó: “También se hacen charlas y talleres de reciclaje artesanal de papel para los escolares. La idea es que comprendan esa parte del proceso que no ven, porque a ellos lo que les llega como resultado de su trabajo son los útiles escolares de papel reciclado, en forma de cuadernos, resmas de hojas o papel higiénico”.

Actualmente tiene una lista de espera de aproximadamente quince escuelas para ingresar al programa. “Les acercamos materiales para que conozcan nuestra forma de trabajo y ellos tienen que elaborar un proyecto, explicando cómo se organizarían y cómo lo integrarían al trabajo curricular. Se evalúan los proyectos y se seleccionan las escuelas nuevas”, explicó Dalmás.

Desde 2002 lleva entregados a las escuelas 26 mil blocks, 176 mil rollos de papel higiénico, 20 mil cartulinas, 12 mil cuadernos y 2.300 resmas de 500 hojas, todo hecho de papel reciclado. Recibe el apoyo, entre otros, del área de Desarrollo Ambiental de la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM), del Consejo de Educación Primaria y la Junta Departamental de Montevideo. Recibió, a su vez, la Declaración de Interés Ministerial de los ministerios de Educación y Cultura, de Desarrollo Social y de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente.

Clasificar en casa

Entre las empresas que integran el sistema de Repapel hay organismos estatales y empresas privadas. “Las llamamos ‘organizaciones patrocinantes’; actualmente son 180 las que participan. Ellas montan el sistema de clasificación, se preocupan de que ese papel se clasifique bien y llegue a buen destino, tratando de cumplir los requisitos que tenemos en la parte operativa y logística. A su vez, trabajan la parte de sensibilización de los funcionarios, para que éstos clasifiquen el papel que consumen. Hay empresas que ponen una papelera todos los lunes en la puerta para que los funcionarios traigan el papel de sus casas. Se trabaja mucho sobre la adquisición de ese hábito”, explicó a la diaria Lucía Beloqui, coordinadora del Área de Comunicación.

Hay dos tipos de papel: el blanco, de mayor valor a la venta y que suele ser el que generan las empresas, y el de color, de menor valor, ya que es un papel mezclado. “Las escuelas recogen muy poco papel y es papel color, por ese motivo el costo de los fletes está subsidiado, pero seguimos recogiéndolo porque las escuelas son la base del proyecto educativo”, señalaron desde Repapel.

Al mes, la organización junta entre 25 y 30 toneladas de papel, lo que equivale a unos 30 mil kilos. “El mínimo que vamos a buscar son 300 kilos de papel blanco, lo que equivale a unas 40 bolsas de residuos grandes. Para juntar esa cantidad una empresa puede demorar dos semanas o seis meses, dependiendo del tamaño de la empresa y del compromiso. Los ministerios dan dos toneladas mensuales”, contó Beloqui.

De las ganancias obtenidas, 40% se utiliza para los útiles escolares y el resto se destina a la gestión. Repapel trabaja con algunas escuelas del interior, siempre y cuando haya alguna organización asociada que se encargue del traslado de papel a Montevideo. “Un objetivo a largo plazo es llegar a todo el país, pero para eso tendríamos que conseguir operadores locales, para descentralizar y evitarnos el traslado a la capital. Ya empezamos a generar algunos contactos en ese sentido”, dijo Dalmás.

Por otro lado, se realizan charlas opcionales para empresas y se les da la posibilidad de participar en las campañas anuales de Repapel. A lo largo de estos años hicieron tres campañas masivas: “Tu papel va a la escuela”, “Tus páginas son Re-útiles” y “Reciclá a diario”, cada una de ellas promoviendo la recolección de papel, y, en el segundo y el último caso, recolectando Páginas Amarillas y diarios en desuso. Las campañas, según explicaron, tienen como finalidad principal difundir lo que hacen y dar a los vecinos un lugar a donde llevar el papel de desecho.

Desde hace un año y medio vienen trabajando en un programa permanente que se lanzó formalmente semanas atrás con el nombre “Una resma, un cuaderno”. Se trata de ofrecer al mercado productos ambientalmente adecuados, en este caso resmas de papel reciclado importadas desde Brasil.

Según explicaron, “son dos tipos de papel, el papel Reciclato, que es cien por ciento reciclado, y el papel carbón neutral, que es un papel de pulpa virgen, blanco, que compensa sus emisiones de CO2 recuperando bosques nativos. Lo importamos porque en Uruguay no hay una fábrica que haga un papel reciclado que sea apto para imprenta, el que se hace es artesanal”.

Las ganancias producidas por la venta de las resmas se volcarán en la fabricación de cuadernos para las escuelas participantes. “Estamos poniendo puntos de venta al público para masificar el acceso. El precio de las resmas es bastante accesible, considerando que tiene todas esas ventajas ambientales”, contó Beloqui.

Con ese papel importado la organización realiza, a pedido de las empresas, cuadernos y cuadernolas, blocks y tacos de hojas con el diseño de la empresa para uso interno. El objetivo a largo plazo es ampliar esta línea de productos y venderlos al público en general. “Esto permite a las empresas tener una coherencia ambiental, ya que el compromiso con el medio ambiente se relaciona con lo que se desecha y también con lo que se consume”, explicó Dalmás.

Motivar buenos hábitos

Un elemento importante para crear nuevos hábitos es la motivación, y ésta se logra cuando mediante los cambios se obtienen resultados tangibles. “Nosotros intentamos dar soluciones que motiven a la gente. En las escuelas, por ejemplo, el material que entregamos tiene que ser significativo, para que los niños vean resultados, por eso trabajamos con un número limitado de escuelas. Muchas de ellas reciben el papel higiénico de papel reciclado para todo el año”, afirmó Beloqui.

La idea de Repapel es, a futuro, tener “puntos verdes” donde acopiar el papel, al menos mientras la IMM no dé una solución concreta. “Lo que intentamos, mientras tanto, es que la gente valorice el papel, que sepa que tiene una utilidad y que para ello hay que clasificarlo en origen, es decir, donde se consume, descartarlo sin mezclarlo con otros residuos para que sea reciclable. El papel es el residuo que tiene menos valor y el más delicado”, explicaron.

Como objetivo a largo plazo, además de extender el sistema a todo el país, Repapel se propone tener réplicas en el exterior, y de hecho ya ha iniciado contactos en este sentido con España, México y Venezuela. Con respecto a la situación de Uruguay sobre este tema, Beloqui y Dalmás consideraron que “falta avanzar mucho”. Si bien la Ley de Uso de Envases No Retornables, reglamentada en 2007, ha establecido normas en cuanto a la generación de residuos (envases y empaques), obligando a las empresas a la recuperación de un porcentaje de ellos, dichas normas no son cumplidas por todas, según opinaron.

Por otro lado, el plan “Montevideo Recicla”, puesto en marcha en el 2007 por la IMM y que, recordemos, consistía básicamente en la entrega de bolsas naranjas para la clasificación en el hogar de residuos secos no orgánicos, no obtuvo los resultados esperados. Al respecto, opinaron: “Se desmotivó mucho a la gente, porque el que hacía la clasificación en su casa después veía cómo el camión de basura mezclaba todo. La idea es que si se hace algo hay que hacerlo completo, no a medias”.

Otro ejemplo de una mala gestión de los residuos, en este caso del papel, es el que dan los supermercados: “Te envían el folleto a tu casa pero no te ofrecen un lugar a donde devolverlo para que vaya a buen destino. Nosotros les presentamos un proyecto para solucionarlo pero todavía no se concretó”, contó Beloqui. El ejemplo podría extenderse a toda la folletería y catálogos que se reparten puerta a puerta como propaganda. “En Latinoamérica, y en el mundo en general, los avances en el tema son muy variados. En Suiza, por ejemplo, tenés que tirar el diario envuelto en hilo de algodón un día específico de la semana; si no, te multan. Cuando la sociedad está educada para hacer una buena clasificación se puede recurrir a la multa. En Uruguay eso sería inviable, la gente no está preparada”, opinaron.