-Hablame de la gira.

-Desde que salió el disco el año pasado hicimos nueve giras y más de cien shows. Ha sido la gira más intensa hasta ahora.

-¿Hay sorpresas en cuanto a los países que visitaron?

-En realidad sí, porque si bien las reacciones son positivas, en todos lados son diferentes, ya que se trata de diferentes culturas y es diferente cómo se mueven y viven la música.

-¿Cómo es tocar en tierras de Obama? ¿Hay gringos o es un mundo de latinos?

-Hicimos cuatro shows: dos en Austin, Texas, donde había gringos y latinos pero no uruguayos, y después Miami y Nueva York, donde sí estaba lleno de uruguayos y argentinos. Fue como tocar en casa. Aparte hay gente que hace mucho que no viene y la emoción es grande.

-¿En Cuba fue volver a los comienzos?

-Sí. Y en Europa también, porque te das cuenta de la universalidad de la música. Acá las letras adquieren un determinado sentido de importancia, pero allá es sólo la música y, a pesar de eso, se logra una comunicación con el público que está buenísima.

-¿Cómo imaginás tu vida hoy si no hubiera existido la banda? Sin olvidar tu incursión en la licenciatura de Ciencias de la Comunicación...

-Hubo un momento en que tuvimos que optar; era jugártela, pelearte con un pueblo, con tu familia, incluso más en esa época en que no había grandes referentes dentro del rock que vivieran de la música. ¿Cómo explicabas en tu casa que vos sí ibas a vivir del rock si no había otro que lo estuviera haciendo? Tomamos esa decisión y la suerte, la perseverancia y el trabajo nos ayudaron, sumados a otro montón de situaciones del país que hicieron que se nos abrieran puertas. Y la verdad… no sé qué hubiera hecho porque no me gustaba ninguna otra cosa. No sé por qué entré en esa facultad, creo que me hacía bien estudiar y relacionarme con gente… Tal vez la radio sea lo que más me hubiera atraído.

-Pero no es una cuenta pendiente.

-No, ni a palos. Incluso llegué a anotarme por cábala en facultad, porque si no podía ir era porque nos estaban saliendo bien las cosas.

-Si tomamos como referencia ese momento, difiere muchísimo el objetivo inicial de la banda de la empresa en que se ha convertido hoy día.

-Más o menos. Difiere en cuanto a estructura y de puertas para afuera, pero hay cosas que no cambiaron, como la relación que tenemos entre nosotros, que es lo que nos mantiene unidos. También se mantiene la forma de vivir la música y de prestarle atención sólo a lo que nos gusta. Tenemos la suerte de contar con el apoyo del público para seguir con esa libertad. De todas formas hay cambios, contratos, hay que preparar shows grandes, detalles que eran ajenos a lo que nos pasaba, pero lo primordial sigue como al comienzo.

-¿Qué significó para vos compartir escenario con Jaime Roos?

-Es un orgullo. Es uno de los próceres de nuestra música y aprendí a escucharlo, porque cuando llegué de Buenos Aires no me gustaba. No entendía la murga y un montón de cosas que después me empezaron a gustar mucho. Aparte, siempre lo tuvimos como referente, no sólo en lo musical sino también en lo inherente a organización y profesionalismo.

-¿Eso es para vos “llegar”? En la primera canción de tu último disco decís: “No, no alcanza el hecho de llegar/ no nos molesta el camino más largo”.

-Y sí, tratamos de no pensar mucho en eso porque ¿qué es llegar? Disfrutar de lo que te está pasando. Por ahí en otro momento disfrutamos de presentar el primer disco en la Zitarrosa y eso también era llegar a algo, era lo más importante hasta ese momento. Así lo vivimos y sigue siendo un mojón importante. Después vino los del primer Teatro de Verano, pero las cosas van pasando. Lo importante es darte cuenta en el momento. Es bueno mirar para atrás y disfrutar de lo que nos pasó y de lo que nos sigue pasando, pero no estar esperando y mirar siempre para adelante.

-En esa misma canción pedís perdón. ¿Por qué?

-Por no querer formar parte de la locura en la que estoy inmerso, de esa vorágine de estar pensando en lo que uno no tiene y de pretender algo que no tiene por qué llegar. El disfrute está en las cosas simples que nos rodean, lo bueno es salirse de eso de vivir apurado.

-¿Te obsesiona el hecho de no venderte? Da la impresión de que estás caminando por un terreno en el que podés patinar.

-Sí. Pero es más en la vida cotidiana que en lo que refiere a la carrera artística.

-Me refiero a las exigencias que implica estar donde estás.

-Pero no hacemos nada que no queramos hacer. Tenemos la suerte de alejarnos de lo que no nos gusta. Me refiero a la cotidiana. Eso de estar buscando lo que no tenés y que en una de ésas no es tan importante como creés. Muchas veces pensás: “Si tuviera tal cosa sería feliz de verdad” o “si hiciera tal cosa”, y de repente eso que esperabas te llega y seguís siendo tan infeliz como antes o no te diste cuenta de lo bueno que tenías. Retomando lo otro, hay cosas que obviamente me rompen las pelotas, pero a veces te tenés que adaptar. Por supuesto que hemos hecho cosas que no nos gustan, como tocar en una fiesta privada, pero lo tomamos como el vehículo para otras. Por ejemplo, usar esa plata para ir a tocar a Buenos Aires. Políticamente, hablando como grupo, no tenemos nada. Hay cosas en las que he participado, como la anulación de la Ley de Caducidad, pero lo hice a título personal. Y eso trasciende cualquier bandera política.

-Hablemos del poder de la canción. ¿Sos consciente de que tus letras van directo a la masa adolescente, que miles van a repetir lo que estás escribiendo?

-Sí. Quizá no te das cuenta a la hora de componer porque es algo tan íntimo que no te da para pensar en qué puede pasar o quién lo va a escuchar. Te das cuenta después.

-¿Has borrado alguna frase?

-No. Eso no. Pero sí ocurrió que me malinterpretaran, y no podés estar en cada casa explicando: la canción ahí va sola y no tenés cómo defenderla. Mis canciones son directas, las letras son formas de decir cosas, de expresar sentimientos. No soy poeta, tengo un vocabulario bastante escueto. Me refiero a que tal vez aquí sea más importante el mensaje o la historia que la forma de contarlo.

-Si el momento compositivo es íntimo, ¿fue creciendo en vos determinada responsabilidad social al ver a la gente que los sigue?

-Es un privilegio tener un espacio para decir lo que se te ocurre, lo que pensás o sentís; lo vivo como tal. Más allá de que no convenzas a nadie, hay quien no tiene ese espacio. Entiendo el poder de las canciones pero no creo que sirvan para cambiarle la cabeza a nadie aunque te pueden dar armas para investigar o ser un llamado de atención.

-Se nota el compromiso social de la banda. ¿Eso es devolver lo conseguido?

-Sí. Es devolver y, aunque no lo creas, es un poco egoísta porque nos hace sentir muy bien. El año pasado fuimos a tocar a un montón de escuelas rurales para 20 niños que quizás de otra manera no hubieran tenido la oportunidad de ver en vivo a nadie, y la verdad es que nos volvíamos con el pecho inflado después de verles las caras. Primero lo pensamos como una devolución, pero después nos dimos cuenta de todo lo que nos llevábamos.

-¿Cuándo viene el nuevo disco?

-Lo vamos a grabar en junio. Ya tenemos un montón de canciones y el productor va a ser Juanchi Baleiron, de Los Pericos. Saldrá por octubre pero aún no sabemos para qué lado saldrán las canciones porque en el estudio pueden mutar.

-¿Puede haber un disco solista tuyo?

-Puede haber… en algún momento. Hay muchas canciones que no entran en la banda, que no dan con el perfil grupal y en algún momento voy a querer grabarlas, pero nada más que eso. No salir a tocarlas y seguir con mi proyecto, que es la banda. Ah, hablábamos hace un rato de transar: me mandaron un mensaje de texto para hacer una propaganda de champú, ofreciéndome un fangote de guita.

-¿Y qué hiciste?

-Dije que no, claro.