Esa imagen surge del Reporte Nacional de Uruguay 2009 elaborado por el Instituto de Estudios Económicos de la Universidad de Montevideo, capítulo institucional local del consorcio mundial Global Entrepreneurship Monitor (GEM), fundado conjuntamente en 1997 entre la London Business School y el Babson College de Inglaterra, para promover la iniciativa y el emprendedurismo como motores de la economía. Esa división por fases de desarrollo productivo es aplicada como método por la entidad desde 2008, siguiendo el patrón de análisis utilizado por el Foro Económico Mundial para elaborar su Informe Global de Competitividad.

En rigor, entre los 54 países relevados, el estudio mantiene para la economía uruguaya* la definición basada “en la eficiencia”, junto a las de Argentina, Bosnia y Herzegovina, Brasil, Chile, China, Colombia, Croacia, Ecuador, Hungría, Irán, Jordania, Letonia, Malasia, Panamá, Perú, Rumania, Rusia*, Serbia, Sudáfrica y Túnez. La característica de este grupo es un desarrollo industrial relativo, con paulatino tránsito hacia la generación de productividad mediante la producción a escala. Genera acumulación de capital financiero, institucionalidad económica y políticas nacionales de Estado, y sus procesos expansivos producen la necesidad de desarrollar cadenas de suministro para las industrias. El patrón de su evolución marcaría retroceso de las industrias nacidas de la necesidad (características de economías basadas “en la eficiencia”) y progreso de sectores manufactureros de pequeña escala. 

Las 180.000 entrevistas para la encuesta se hicieron entre mayo y octubre, habiendo sido las economías-objetivo “basadas en factores productivos” Argelia, Guatemala, Jamaica, Líbano, Marruecos, Arabia Saudita, Siria, Tonga, Uganda, Venezuela, Cisjordania y la Franja de Gaza, y Yemen. Aquí se verifica tránsito de economías agrícolas a otras de industrialización en el sector primario extractivo, que atrae poblaciones rurales pero sólo absorbe a una porción, con lo que parte de la sobreoferta de trabajo genera autoempleo mediante emprendimientos de subsistencia.

En el tercer grupo, las economías “basadas en innovación” se expanden más conforme incorporan conocimiento e investigación, donde el sector industrial sofistica progresivamente sus procesos y productos; un factor clave y común es la jerarquización de la institucionalidad en general y en particular de la aplicada a la generación de conocimiento. Aquí el emprendedurismo es definido como “de oportunidades” y alimentado por las innovaciones, ambiente propicio para el progreso de las firmas pequeñas, cuyas novedades pueden ser un factor de “ventaja productiva” sobre las grandes compañías, actuando como “agentes de destrucción creativa” de éstas. Las entidades sectoriales y bancos orientan su trabajo hacia la búsqueda de oportunidades, y su potencial de creación de riqueza puede llegar al liderazgo de una economía. Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Hong Kong, Islandia, Israel, Italia, Japón, Corea, Holanda, Noruega, Eslovenia, España, Suiza, Reino Unido, Emiratos Árabes Unidos y Estados Unidos integran este grupo entre los países encuestados.

Los autores evalúan que el emprendedurismo por necesidad tiende a predominar en las economías de menor desarrollo, aquellas que “son incapaces de seguir el ritmo de la demanda de puestos de trabajo en sectores de alta productividad”, por lo que “muchos deben crear su propia actividad económica”. Esto disminuye cuando crecen los sectores productivos y generan más empleo, incrementándose el emprendimiento por oportunidad mientras se expanden la generación de riqueza y la infraestructura.

Goles son amores

La semana pasada, el ministro de Economía, Fernando Lorenzo, participó en un evento organizado por Endeavor Uruguay por el décimo aniversario de presencia en el país, donde la entidad también promueve y respalda el emprendedurismo, además de en Estados Unidos, donde está su sede, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Egipto, Jordania, México, Sudáfrica y Turquía. Fue en este marco que se difundió el reporte, y el presidente de la filial local, Gabriel Rozman, hizo un balance de lo actuado en el país en una década, señalando que las ventas generadas por los proyectos concretados por los 55 emprendedores apoyados por la entidad sumaron 172 millones de dólares. Reivindicó que ésta difunde una cultura resumida en el concepto “en Uruguay sí se puede”, y aseguró que “los uruguayos están dispuestos a tomar riesgos”.

También participó la representante en Uruguay del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Tracy Betts, quien explicó que el BID financia iniciativas de Endeavor “por lo que hace: crecimiento de micro y pequeñas empresas y la creación de puestos de trabajo; y por cómo lo hace: dando importancia a las redes, al desarrollo de socios, de partners; creación de capacitaciones en forma continua, mentorías, y enfoque en resultados concretos”.

Lorenzo también elogió a la organización por promover la voluntad y no el voluntarismo, según diferenció. “Gesta las capacidades de poder hacerlo. No es solamente una expresión de deseo sino que crea capacidades. Endeavor es una experiencia de voluntad”, valoró. Tras puntualizar un aspecto referido a la gestión económica del país, destacando que “estas actividades germinan porque hay oportunidades y gente que lo puede aprovechar”, concluyó que los administradores del Estado comparten una meta con la entidad: “No queremos hacerlo todo, queremos contribuir. El éxito lleva a continuar, el fracaso lleva a corregir”, sintetizó el ministro.

  • En tránsito hacia fase siguiente.