-Es reconocido tu trabajo con Hulk en los 80 y 90, cuando exploraste líneas anteriores del personaje, pero también tuviste libertad para crear nuevos elementos, como el “Hulk gris”. ¿Tuviste que pelear para ganarte ese derecho? ¿Es un asunto cuando uno trabaja para una compañía grande como Marvel Comics?
-No, en realidad no tuve que luchar nada. Supongo que lo que me ayudó es que por esa época ningún editor de Marvel le estaba prestando atención al personaje. No tenía un perfil alto como Spiderman o los X-Men, así que simplemente fui para adelante y -con el apoyo de mi editor, Bobbie Chase- prácticamente hice lo que se me antojó. Y, más allá de uno o dos baches en el camino, a Marvel le sirvió. Las ventas subían constantemente y eso los mantenía contentos. Pero después pisamos una mancha de aceite y se nos complicó creativamente, porque la saga Heroes Reborn, en la que tenía que realizar grandes cambios en la forma en que escribía el personaje para acomodarlo a una historia que iba a durar un año. Me terminó mutilando y no pude escribir los guiones que quería, y como consecuencia las ventas bajaron. Los editores de Marvel decidieron que sabían cómo arreglar el problema y yo no estaba de acuerdo con lo que querían hacer, así que me fui. Digamos, entonces, que todo estuvo bien hasta que dejó de estarlo.
-¿Hay un punto ideal entre “mito” y “novedad” cuando uno trabaja con un personaje de cómic consolidado?
-Hay que pensar que uno es más bien el guardián de los personajes. Hagas lo que hagas con ellos, es mejor no hacer algo tan drástico que se vuelva irrevocable. Por eso hay que encontrar un equilibrio entre producir historias atractivas y que no lo sean tanto como para que el personaje quede atrapado en ellas.
-También has creado personajes propios. ¿Es más difícil empezar una historia de cero? ¿En qué te inspirás para crear un personaje completamente nuevo?
-Bueno, es una espada de doble filo, realmente. Cuando se parte de cero, no hay que preocuparse por los posibles conflictos con lo que ya han escrito otros; pero por otra parte, cuando te metés con personajes que ya existen podés recurrir al trabajo previo de los demás. En cuanto a lo que me “inspira”, pueden ser muchas cosas. Todo, desde desarrollar un personaje que se adecue a las necesidades concretas de una historia hasta hacer un personaje que se instala de improviso, me aparece de pronto en la cabeza.
-Como novelista también trabajaste con “universos ajenos”, como las novelizaciones de Star Trek, y publicaste historias propias. ¿Hay más libertad en el mundo de la literatura que en el de los cómics?
-Claro, porque no tenés que preocuparte por pensar visualmente. En una novela se puede tener a dos personas paradas en un cuarto conversando y, mientras el diálogo sea atractivo, funciona. En un cómic todo el tiempo hay que tener conciencia de cómo se va a ver en la página. Así que puede ser limitante.
-Empezaste escribiendo ciencia-ficción. ¿Te parece que el género pasa por un buen momento?
-Absolutamente, aunque fundamentalmente porque sirve de trampolín para Hollywood, entonces tiene un perfil más alto que en cualquier otro momento. Si te fijás en los films más taquilleros de todos los tiempos, 80 por ciento debe ser de ciencia-ficción, fantasía o basado en un cómic.
-Hoy parece haber dos niveles de historias de superhéroes. Por un lado, sagas complejas dirigidas a fans o coleccionistas; por otro, versiones simplificadas de los personajes clásicos, en su mayoría producidas para televisión. Vos has trabajado para diversos tipos de medios. ¿Te parece que los dibujos animados y los videojuegos son formas de introducir al público joven en el mundo de los cómics más sofisticados?
-Funcionan de esa forma, sí. Pero no necesariamente las historietas. Si te ponés a preguntarles a los chiquilines que usan remeras, mochilas o championes de Spiderman si leyeron el cómic, sospecho que uno en diez te contestará que sí. Y no pasa sólo con Marvel. ¿Cuántos de los que van a Disneylandia leen las historietas del ratón Mickey? No se trata tanto de la accesibilidad de las historias como de que gran parte del público está satisfecho con vivir las historias de superhéroes a través del cine y la televisión, y no le importa cuál es el origen del material. Una vez estaba en una tienda de cómics y entraron una madre y su hijo porque había muñecos de las Tortugas Ninja. Mientras revisaban los muñecos el pibe se dio cuenta de que había revistas, entonces le dijo a la madre: “¡Mirá, mamá, también hacen cómics de las Tortugas!”. No tenía idea de que los personajes habían empezado en historietas. ¿Compraron alguna revista? No. Compraron dos muñecos y se fueron.
-¿Qué efecto tiene la ficción producida por fans en el universo de los personajes establecidos? ¿Y convenciones como Montevideo Comics?
-¿La fan fiction? Ninguno. Los guionistas evitamos leer ficción de fans porque no queremos ser acusados de plagio. Sobre las convenciones, son una buena forma de conocer a los fans y de recibir feedback. Más allá de eso, no tienen mucho impacto, aunque recuerdo una excepción. Hubo una convención, en Chicago, creo, hace varios años, donde los de Marvel abrimos una sesión de preguntas y respuestas. Entonces un chico de ocho años dijo: “Marvel publica GI Joe, ¿no?”. Le contestamos: “Sí”. Él: “Y Marvel publica Transformers, ¿no?”. Nosotros: “Sí”. Él: “Y Hasbro tiene la propiedad de los dos, ¿no?”. Nosotros: “Sí”. Él: “Entonces, ¿por qué no hacen una miniserie de GI Joe versus Transformers?”. Nosotros nos miramos y nos preguntamos: “¿Por qué no se nos ocurrió eso?”. Hicimos la serie y se vendió bárbaro e hizo toneladas de plata. Hasta hoy me arrepiento de no haberle pedido el nombre y la dirección al pibe, así por lo menos le podríamos haber mandado unos ejemplares de regalo.