En su artículo “Focem: ¿instrumento olvidado? Recuento de las acciones y proyectos en marcha a través de la ayuda mercosureña”, Arce destaca que el debate actual se centra en un nuevo diseño institucional que se adecue al particular desarrollo del Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur (Focem) y a las nuevas necesidades surgidas de su uso. Describe que el Focem es “uno de los principales instrumentos de interés estratégico que el Mercosur les brinda a los Estados pequeños de este proyecto de integración”.

El fondo tiene los objetivos de financiar proyectos para promover la convergencia estructural (Programa I); desarrollar la competitividad (Programa II); promover la cohesión social (Programa III); y apoyar el funcionamiento de la estructura institucional fortaleciendo el proceso de integración (Programa IV).

En cuanto al proceso de elección y financiamiento de los proyectos, detalla que los países miembro tienen una Unidad Técnica Nacional, que actúa como vínculo con la Unidad Técnica Focem (UTF) y es la responsable de coordinar la presentación, evaluación y ejecución de los proyectos de cada país. La Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur (CRPM) es la instancia inicial de presentación, mientras que la UTF es una instancia técnica para la evaluación y seguimiento de la ejecución.

Los recursos del fondo se distribuyen procurando reducir las asimetrías entre países; de esa forma, 48% es para proyectos presentados por Paraguay, 32% para Uruguay, y para iniciativas presentadas por Argentina y Brasil, 10% en cada caso. El fondo está compuesto por 100 millones de dólares anuales, de los que Brasil pone 70%, Argentina 27%, Uruguay 2% y Paraguay sólo 1%.

En la chanchita

Sin embargo, señala el trabajo, desde el primer presupuesto del Focem, en 2006-2007, no se asignaron todos los recursos disponibles, y advierte que “la forma en que se proponen los proyectos no ayuda a consolidar nuevas propuestas”, ya que se generan importantes “costos en tiempo y esfuerzo” que pueden sobrepasar a los proyectos en los presupuestos de las instituciones públicas.

Los problemas en la capacidad de evaluación de los nuevos proyectos en curso o una actitud reticente de los miembros de la UTF pueden ser las causas que mantienen una cantidad importante de recursos sin asignación. “El carácter de división por sección nacional que impera en los órganos de Mercosur puede estar influenciando a los técnicos integrantes de la UTF, que en vez de trabajar en pos de los intereses del bloque, terminarían trabajando en intereses vinculados a su adscripción nacional”, critica Arce, quien pone como ejemplo el “dilatado apoyo argentino al proyecto de interconexión eléctrica entre Uruguay y Brasil”.

El autor evalúa, además, que, “lamentablemente, las capacidades técnicas que poseen los diferentes estamentos de las administraciones públicas de los Estados miembros para llevar adelante los proyectos difieren, tanto entre las administraciones de los distintos Estados miembros como entre los mismos organismos de cada administración pública nacional”.

Por ese motivo, argumenta que es imperativo replantear el desarrollo de iniciativas de características similares en el marco regional, para que tenga en cuenta la disparidad de recursos, no sólo humanos sino materiales, para llevar a cabo este tipo de planes, de acuerdo con la realidad de cada país. “Esto facilitaría la ejecución de los nuevos proyectos y se realizaría una transferencia importante de conocimientos”, aseguró.

Por último, Arce manifiesta que “las expectativas creadas alrededor de Focem han superado ampliamente las capacidades de la iniciativa, no sólo por capacidad de financiamiento sino también por las reales capacidades de los países miembros del bloque para institucionalizar el Fondo y dotarlo de una gestión eficaz y eficiente en el lapso de unos años”. Igualmente, valora, “ello no implica desilusionarnos respecto a lo ya logrado [...]: la creación de este fondo se muestra como un reconocimiento de las necesidades de paliar las fuertes asimetrías al interior de la región”.

No hay problema

Según explicó a la diaria Rodríguez Gigena, Uruguay optó, en lugar de presentar varios proyectos chicos, por promover pocos pero de gran cuantía, como la interconexión eléctrica con Brasil, que implicará un financiamiento de 83 millones de dólares a cargo del Focem. Además de ese monto, considerando los aportes de 2010, Uruguay tiene margen para proyectos por aproximadamente 30 millones más, añadió. El diplomático destacó que “más allá de la traba a la interconexión con Brasil” impuesta por el gobierno argentino, el país no tuvo problemas en la aprobación de los proyectos. Negó que existan “excesivas trabas burocráticas”, y explicó que los plazos son los “necesarios” para realizar las evaluaciones correspondientes a cada proyecto.

Además, destacó la importancia del Focem como herramienta para reducir las asimetrías entre los países del bloque. “Uruguay aporta dos millones de dólares y recibe 32 millones; [...] Paraguay pone un millón y recibe 48”, graficó el representante. No obstante, admitió que “aún es poco” el monto total del fondo: “100 millones de dólares es poco, pero hay que ver cómo funciona para luego seguir” sumando recursos efectivos, concluyó.