El tipo de cambio real (TCR) es el precio relativo de los bienes y servicios de los socios comerciales (un país, la región o todos los socios) respecto de la economía del país, expresados en la misma moneda, en el caso de Uruguay en dólares estadounidenses. Por ello, las variaciones del TCR pueden deberse a variaciones en la cotización del dólar en ambas economías, variaciones en los precios de los bienes de los socios comerciales o en los precios domésticos. En ese sentido, el TCR se toma como una medida de la competitividad de la economía, en tanto muestra cuán “caro” o “barato” está el país con relación a los mercados con los que mantiene un flujo de comercio exterior relevante. Pero existe otro conjunto significativo de variables que inciden en la competitividad de largo plazo, que no son recogidas por el TCR, típicamente la productividad de la economía.
Nelson Noya, economista del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve), al referirse al manejo de la cotización del dólar realizado por el BCU, afirmó que “cada vez que se recuerda que el tipo de cambio no es la competitividad, es porque hay problemas con la competitividad”.
Acerca de la premisa oficial de que la cotización del dólar en Uruguay es flexible, es decir que se fija por el juego de oferentes y demandantes en el mercado cambiario, ironizó que aquí “se hace un uso muy flexible de la palabra flexibilidad”. Para rubricar esto sugirió que si hay algún tipo de regla, explícita o no, la economía está funcionando “muy cerca o casi con tipo de cambio fijo”. Incluso, dijo, podría estarse registrando “cierto nivel de atraso” en el tipo de cambio, aunque no a niveles demasiado preocupantes.
Noya remarcó que no sólo es importante que el TCR en Uruguay esté en equilibrio sino que debe observarse cómo se comporta esa variable en los países que son socios comerciales, por lo que recomienda analizar el comportamiento de los precios internacionales. “Si estamos hablando de burbuja está implícito que esos precios en dólares no van a durar”, razonó, para rematar: “Podemos discutir in eternum si el TCR está atrasado o no, cuando tal vez lo más importante, en la hipótesis más favorable, en equilibrio o no, es […] saber que lo está sobre bases volátiles y endebles” en virtud de esa volatilidad de precios internacionales.
Apreciado amigo
Un aspecto en debate es la capacidad de la política monetaria de incidir efectivamente en el tipo de cambio, es decir, si el país tiene posibilidades relevantes de establecer un tipo de cambio competitivo y compatible a la vez con el rango objetivo de inflación postulado por el BCU, sobre la premisa de que la intervención de éste en el mercado obedece a la voluntad de mitigar la volatilidad pero no de fijar su nivel efectivo. En ese sentido, el economista Julio de Brun, director ejecutivo de la Asociación de Bancos, hizo una consideración: “Si lo que nos preocupa es la competitividad, deberíamos mirar otras cosas distintas de la política monetaria”. El BCU estableció, “hace bastante tiempo y con total nitidez […], qué es la estabilidad de precios”, señaló de Brun, y sugirió destacar este objetivo “del instrumento circunstancialmente elegido” para alcanzarlo.
Sugirió que la coyuntura internacional ubica a Uruguay en una senda que debería despertar alertas. Alta liquidez, bajas tasas de interés, creciente depreciación del dólar, alza del precio de los commodities, constituyen un escenario en que “la economía uruguaya se ve altamente beneficiada”. Pero ese fenómeno “se traduce en un fenómeno de crecimiento permanente del consumo, lo cual tiende irremediablemente a un proceso de apreciación de la moneda”. Pero el BCU “poco o nada puede hacer contra esto”, ya que “los instrumentos” para combatirlo pasan “por el terreno fiscal y por la política salarial”.
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Pablo Roselli, director del Departamento de Consultoría de Deloitte Uruguay, remarcó que el BCU, además de cumplir con el control de la inflación, puede contribuir con otras metas vinculadas al crecimiento del Producto, aunque el país se encuentra en la fase alcista del ciclo económico y la desocupación alcanzó mínimos históricos, lo que no demanda su intervención . En ese sentido, se refirió a la “intensificación de las presiones inflacionarias”, por lo que el control del crecimiento de los precios “seguirá demandando una mayor restricción monetaria”. Por ello se preguntó si “en vista de las dificultades para predecir el desempeño de la inflación, y de la debilidad de los mecanismos de transmisión de la política monetaria”, Uruguay no debería adoptar “un rango objetivo de inflación de mayor amplitud”, como existía hasta fines del año pasado. El BCU, a comienzos de este año, modificó ese objetivo de 3%-7% a 4%-6%.
Mitad de tabla
El Foro Económico Mundial elabora un Índice de Competitividad Global que combina un conjunto de variables que inciden en la competitividad. El indicador compila 109 factores agrupados en 12 pilares: instituciones; infraestructura; estabilidad macroeconómica; salud y educación primaria; educación de más alto nivel y entrenamiento; eficiencia de los mercados de bienes; eficiencia del mercado de trabajo; sofisticación del mercado financiero; facilidad para la implementación de mejoras tecnológicas; dimensiones del mercado; sofisticación de negocios; e innovación. Los valores para Uruguay han sido: 3,93 en 2006-2007; 3,97 en 2007-2008; 4,04 en 2008-2009; y 4,1 en 2009-2010. En el ránking de competitividad sobre 154 países, la economía uruguaya ha pasado del lugar 79 en 2006-2007 al 65 en 2009-2010.