Una mirada original y un justo reconocimiento a la obra de diez pensadores uruguayos constituyen el valor fundamental de este libro que recoge 18 artículos escritos entre 1985 y 2009, enmarcados en la perspectiva de la filosofía latinoamericana, perspectiva teórica en la que su autor, Yamandú Acosta, tiene una amplia trayectoria. Los artículos abordan las producciones escritas de José Pedro Varela (1845-1879), Pedro Figari (1861-1938), José Enrique Rodó (1871-1917), Domingo Arena (1870-1949), Carlos Vaz Ferreira (1872-1958), Emilio Frugoni (1880-1969), Arturo Ardao (1912-2003), Mario Sambarino (1918-1984), Lucía Sala (1925-2006) y José Luis Rebellato (1946-1999).

La función utópica

Los sujetos no se constituyen como tales solamente a través de la mediación social, cultural y política, sino que también existe una mediación discursiva. Los discursos representan formas de objetivación del sujeto en las cuales -a su vez- él mismo se conforma. Ésta es la perspectiva utilizada por Acosta para abordar la producción de los pensadores uruguayos elegidos y es por ello que su lectura aporta algunas claves para el reconocimiento y la valoración de algunos rasgos identitarios que, aunque históricamente constituidos, pueden contribuir a comprender y estimar nuestra idiosincrasia.

Los discursos pueden cumplir una función legitimadora, naturalizadora o deshistorizadora y por ello reproductora del statu quo y obstaculizadora de cambios. Pero también pueden cumplir una función utópica (noción que Acosta toma de Arturo Andrés Roig y Estela Fernández). Los discursos que cumplen esta función no son necesariamente discursos que describen una utopía, sino todos aquellos que utilizan un lenguaje que explícita o implícitamente refiere a una determinada concepción del mundo; es desde su posicionamiento frente a esta concepción del mundo que ejercen la función utópica. Ésta supone tres dimensiones: función crítico-reguladora, función liberadora del determinismo legal y función anticipadora del futuro. “Por la función crítico-reguladora lo utópico como plenitud imposible opera como ‘lugar’ teórico desde el que analizar críticamente lo dado y en relación al cual realizar -también críticamente- lo posible. Por la función liberadora del determinismo legal, frente a los dispositivos ideológicos de naturalización o deshistorización, se reintroduce la historicidad en lo real posibilitando el discernimiento del determinismo legal y habilitando un sentido de lo posible que se coloca más allá de lo dado. Cobra así presencia la función anticipadora de futuro, que en lugar de congelarlo en la perspectiva de una mera extensión del presente disuelve críticamente a éste en la anticipación de un futuro-otro”, anota Acosta. La identificación de esta función utópica en las distintas producciones del pensamiento uruguayo es el eje metodológico de este libro.

Autonomía arielista

La búsqueda de identidad y de autenticidad en el marco del pensamiento latinoamericano ha sido un tópico común, constituyéndose la búsqueda de esos valores en parte de una “utopía latinoamericana”. En este contexto se hallan el pensamiento de Pedro Figari y de José E Rodó.

En el caso de Figari, la función utópica de su producción discursiva se va conformando en torno a la defensa de la autenticidad entendida como autonomía en el sentido moderno. “Lo que Figari apunta a elaborar en los diversos lenguajes que cultiva (el ensayo, la narración, la poesía, el teatro y la pintura) es el mito fundante de un proyecto cultural cuya pretensión de autonomía apunta a la plasmación de una civilización propia”, dice Acosta. Este proyecto cultural no se podría realizar desde la perspectiva figariana sin la recuperación de la tradición. En las tradiciones y en la cultura popular se encuentran los tipos humanos (gauchos, chinas, negros) que por su vida feliz y su armonía social y cósmica representarían “el deber ser de la condición humana”. Es desde esta concepción idealizada de la humanidad que Acosta encuentra que se cumple la función utópica en la producción de Figari, “poniendo en cuestión a las formas artificiosas de vida características de la cultura europea”, produciendo un quiebre “con las tendencias objetivas individualizantes y clasistas”, legitimando un futuro-otro, “no solamente como deseable, sino también como posible, porque se presenta con las credenciales de lo propio ya dado en un pasado-otro; de alguna manera, lo que supuestamente fue y puede-debe ser recuperado”.

Por su parte, el referente utópico desde el cual la obra de Rodó cumple su función utópica es Ariel. Los rasgos que representa Ariel en contraposición a Calibán constituyen el deber ser de América Latina. “Idealidad, orden en la vida, noble inspiración en el pensamiento, desinterés en moral, buen gusto en arte, heroísmo en la acción, delicadeza en las costumbres”, según el Ariel, conforman este deber ser.

Al considerar los anteriores valores como superiores y a partir de allí realizar una evaluación de los aspectos negativos de los rasgos latinoamericanos adquiridos por imitación, se ejerce desde Ariel la función crítico-reguladora. A las tendencias dominantes heredadas no solamente se contrapone esta nueva espiritualidad sino que la acompaña la esperanza de su realización. Afirma Rodó: “La fe en el porvenir, la confianza en la eficacia del esfuerzo humano son el antecedente necesario de toda acción enérgica y de todo propósito fecundo”. Se cumple así la función liberadora del determinismo legal, a la vez que la función anticipadora de futuro al postularse un futuro distinto del topos vigente.

El batllismo como perspectiva

De los artículos dedicados a los pensadores de la segunda mitad del siglo XX se destaca el que analiza conjuntamente la producción discursiva de Carlos Vaz Ferreira, Domingo Arena y Emilio Frugoni en relación con la “utopía batllista”. La hegemonía del batllismo vigente en las tres primeras décadas del siglo XX se relaciona con el “país de las cercanías” y con una perspectiva reformista que tiene consecuencias en lo económico, social, político y cultural, y que se impone en contraposición a las tendencias polarizantes.

Mientras que a través de sus discursos Vaz Ferreira y Arena reproducen y confirman los valores hegemónicos aceptando reformas gradualistas con vistas a disminuir la desigualdad -no a eliminarla-, rechazando el socialismo por utópico, defendiendo el valor de la conciliación y el acuerdo, Frugoni tiene una posición rupturista y crítica del modelo vigente y la función utópica de su discurso se cumple en torno a la utopía de una “justicia integral”. La temática de este artículo es de una vigencia singular en la medida que nos permite reconstruir la génesis de algunos rasgos propios de nuestra idiosincrasia y muy presentes en el discurso político actual.

Democracia prioritaria

Entre los últimos artículos del libro, que se ocupan de pensadores contemporáneos, se encuentra uno dedicado al análisis de la producción discursiva de la única mujer aquí considerada, la historiadora Lucía Sala. El título del artículo, “De la revolución a la democracia”, refiere a un texto del autor germano-chileno Norbert Lechner para el que si la revolución es centro de discusión latinoamericana en la década de los 60, la democracia lo es en la de los 80. La temática de la democracia es justamente el centro de interés de las tareas de investigación y docencia que Sala desarrolló en el marco de su labor en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Udelar, que hoy lleva su nombre.

Su última exposición en un coloquio internacional, en México (país en el cual vivió su exilio), en febrero de 2005, se tituló: “Democracia: un tema prioritario en América Latina”. Acosta reflexiona sobre la diferencia entre considerar la democracia un tema “central” y un tema “prioritario”, teniendo este último adjetivo una fuerza valorativa muy importante, que refleja el compromiso de la autora con la temática. No se trata de que sea el tema dominante en la academia (y más allá de ella), sino que se valore la importancia de discutir sobre la democracia, así como el grado de autenticidad que esta discusión tenga.

Desde una mirada historiográfica que privilegia procesos largos como objeto de análisis, sus investigaciones (cuya objetivación en libros publicados quedó trunca) se articulan en torno a los “desencuentros” entre América Latina y la democracia. El estudio y la elucidación de las razones que han provocado estos desencuentros resultan ser un aporte tendiente a propiciar los “encuentros” necesarios entre “democracia” y “América Latina”, los cuales constituyen el horizonte normativo de futuros (presentes) proyectos latinoamericanos. Este horizonte de encuentros parece dibujar la triple función utópica del discurso abordando analítico-crítico-normativamente el pasado, el presente y el futuro de la democracia en nuestro continente.