La carta, por favor
El almuerzo tuvo lugar en el Club de Golf, un confortable lugar donde el verde césped y el sol que hacía brillar el mediodía montevideano dieron ganas de tirarse a “lagartear” más que a escuchar una exposición sobre estabilidad macroeconómica y competitividad. El menú consistió en una entrada de “Carpaccio de pulpo y salmón con ensalada de hongos pleurotus”; un plato principal de “Entrecote grillé, salsa de tomillo, papas rellenas y tian de verduras” y, de postre, un “Tiramisú con salsa de café”. Todo ello acompañado por varios vinos de distinto color y calibre y bebida cola, común o light.
Las valoraciones de Bergara fueron realizadas durante un almuerzo de trabajo titulado “La estabilidad macroeconómica y la competitividad de la economía uruguaya”, organizado por la Cámara de Comercio Italiana del Uruguay.
Allí sostuvo que la estabilidad macroeconómica “es el soporte de cualquier estabilidad”, aunque sea para el desarrollo de una política productiva o social. En ese sentido, aseguró que “no existen experiencias de crecimiento y de desarrollo sostenido en medio de un ambiente de inestabilidad macroeconómica”. Si bien remarcó que eso “es una condición necesaria”, matizó que “no es suficiente”.
Aseveró que la economía del país se encuentra en una fase de “crecimiento sostenido y elevado”, y recordó que, pese a la crisis económico-financiera internacional, Uruguay no entró en recesión. Además, apuntó que este año se “retomaron los guarismos más elevados de crecimiento”, lo que se aprecia en las expectativas del gobierno y del sector privado. En el marco de dicha expansión el país “retomará su senda de consolidación fiscal”, frente que se vio deteriorado durante 2009 debido a que la política fiscal “operó de manera contracíclica” para evitar impactos graves durante la crisis. A su entender, se trató de “un esfuerzo fiscal eficiente” que permitió “atender la situación de crisis sin alterar los equilibrios macroeconómicos”. En esa línea, adelantó que Uruguay “se está planteando [seguir] una senda de decrecimiento de la deuda hacia niveles razonables”, así como mejorar las características del endeudamiento: “desdolarizarlo” y “despejar los horizontes de vencimientos” son las prioridades.
Un lagrimón
Bergara ironizó al comienzo de la charla con que el de ayer era “un día triste”, porque “dejan de circular las moneditas de cincuenta centésimos”. “Pierden su valor cancelatorio, así que a partir de mañana, a quienes cuidan los coches no les den más moneditas de cincuenta centésimos”, pidió.
En otro orden, enfatizó que “la estabilidad monetaria, o de precios, se retroalimenta con la estabilidad financiera”, cuya principal herramienta son los procesos de regulación y de control. De la misma forma, argumentó que la estabilidad financiera contribuye con la de precios y “hace más potentes las herramientas de política monetaria”.
A pesar de que la inflación se encuentra por encima del rango objetivo fijado por el BCU, se ubica “en un contexto de credibilidad”, porque las expectativas de los agentes privados así lo marcan. Resaltó “la reconocida fortaleza del sistema financiero” local, que, “pese a la crisis”, registró un incremento de los depósitos y créditos y también un bajo nivel de morosidad, respaldado por “un colchón suficiente para que un eventual aumento de la morosidad no afectara”.
Todo ello, según Bergara, ocurre en “un contexto de elevada credibilidad de la política” macroeconómica del país, que se refleja en los spreads de deuda soberana. “A pesar de no tener aún el estatus de grado de inversión de las calificadoras, el tratamiento que el mercado hace de la deuda uruguaya es comparable con cualquiera de los países que tienen ese estatus a nivel internacional”, aseguró.
Estoy verde
Bergara se refirió al debilitamiento de las monedas internacionales, particularmente del dólar y del euro, y al reciente anuncio del Ministerio de Economía de participar en el mercado cambiario para evitar la pérdida de competitividad con el exterior.
En ese punto, valoró que es obligatorio “tener una lógica prudente, cuidadosa y coordinada entre la política monetaria y la participación del Estado en el mercado de cambios”, ya que el tipo de cambio es una variable “muy importante en Uruguay, porque es una economía muy abierta y muy dolarizada”.
Por ese motivo, enfatizó que “la evolución del tipo de cambio previsible, razonable, bien orientada por los agentes, evitando la volatilidad, ayuda a que las decisiones se tomen en contextos de mayor estabilidad”. En sentido contrario, advirtió que “una política monetaria demasiado exigente, dura, contractiva, puede conducir a desalineamientos cambiarios”. Así, el gobierno “asume la decisión de reducir la volatilidad del tipo de cambio” y evitar que se produzca una desdolarización que genere efectos nocivos: “Un proceso que es sano en el largo plazo, estructuralmente deseable, como la desdolarización, implica una mayor presión sobre el tipo de cambio porque significa cambiar dólares. Si se hace muy rápido puede generar efectos no deseados en el corto plazo: un desalineamiento cambiario”. Por ese motivo, se debe “actuar para que la economía se siga desdolarizando, pero también manejando la capacidad de compra que tiene el Estado en el mercado de cambio, para que ese proceso estructuralmente deseable no genere efectos no deseados en el terreno cambiario”.
En virtud de ello las autoridades económicas resolvieron “coordinar la política de compras” de dólares, algo que el año pasado, en el contexto de la crisis, no podía hacer el gobierno porque debía “asegurar el financiamiento y la liquidez”. “Ahora que la economía retornó a niveles importantes de crecimiento [...], tanto la política fiscal como de deuda pueden acompañar más a la política monetaria. El gobierno y el BCU coordinan sus esfuerzos” para lograrlo. Asimismo, detalló que esa decisión fue adoptada junto a otras medidas para reducir la volatilidad, como “la creación del mercado forward de moneda extranjera, modificaciones al régimen de prefinanciación de exportaciones, y estamos esperando que el Congreso brasilero termine de firmar una autorización para comenzar, en el correr de este mes, a funcionar en el sistema de pago entre monedas locales”.
Te la debo
El jerarca se refirió a la competitividad de la economía, puntualizando que “no es un objetivo en sí mismo sino que es un instrumento que se refleja en la capacidad de colocar productos en el exterior”. En esa línea, destacó que las exportaciones se recuperan fuertemente luego de su caída durante la crisis, y que 2010 será “un nuevo año récord”. Además, los precios de las ventas externas crecieron de forma importante y a “contracara” de la evolución local del dólar. Relativizó el concepto de competitividad usualmente manejado asegurando que el tipo de cambio real se encuentra “muy influido por lo que sucede en Estados Unidos y Europa”. “No incluye a otros países con los que competimos, como Sudáfrica, Australia o Nueva Zelanda”, explicó.
Desde esa posición afirmó que “la productividad sigue siendo elevada”, elemento que “se debe cuidar con políticas de innovación y productividad, que tienen que ser sistemáticas a nivel de empresas y de gobierno”.
Mencionó datos del Foro Económico Mundial (FEM), entidad que “genera un índice de competitividad global donde se colocan 109 factores: cuando nosotros decimos que el tipo de cambio no es el único factor de competitividad podríamos agregar que es uno en 109”. Teniendo en cuenta ese indicador, “Uruguay, en los últimos cuatro o cinco años, ha mejorado sensiblemente su capacidad competitiva, al punto que se pasó del lugar 79 al lugar 65”, resaltó. Pese a ello, admitió que el FEM señala un aspecto “en el debe” que forma parte de la “agenda estratégica”: la facilitación del acceso a los servicios financieros. “Hay que promover una mayor bancarización” y fomentar una “inclusión financiera” de la ciudadanía, aseguró Bergara, valorando que ello “le va a hacer bien a las empresas, a las familias y al país”. Recordó que el diagnóstico del gobierno apunta en la misma dirección y por ello se están desarrollando mecanismos que permitirán mejorar en ese aspecto.