El 7 de este mes El País dio a conocer que Mario Sagradini (Montevideo, 1946) había presentado su renuncia a la dirección del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV). El artista y gestor cultural habría alegado “incompatibilidad de concepción” con las directivas de la Dirección Nacional de Cultura (DNC) y, aunque no quiso hacer declaraciones a la diaria -al menos hasta que se haga efectivo su alejamiento del cargo el 1º de setiembre-, mencionó una entrevista publicada por El Observador, en la que habría dicho: “Quieren transformar el museo en un depósito”. Para la DNC, esta afirmación no tiene correspondencia alguna con los planes previstos.

La dirección del MNAV fue objeto de debates en 2006, cuando, durante la primera administración del Frente Amplio, se tomó la decisión de relevar del cargo a Ángel Kalenberg (Montevideo, 1936), que lo ocupaba desde 1969. El nombramiento de la artista y psicóloga Jacqueline Lacasa (Montevideo, 1970) provocó resistencias entre quienes consideraban demasiado fuerte su vinculación con las corrientes más “posmodernas” (por llamarlas de alguna manera) del arte contemporáneo local.

Con la llegada de Hugo Achugar a la cabeza de la DNC (en sustitución del Luis Mardones) se ideó la fórmula de crear otra institución estatal para alojar la producción de ese tipo de arte reciente y concentrar en el MNAV la difusión del arte moderno, particularmente el que el museo del Parque Rodó ya cuenta entre su patrimonio. La primera parte de la iniciativa se materializó hace dos meses con la inauguración en la ex cárcel de Miguelete del Espacio de Arte Contemporáneo, dirigido por el artista y gestor Fernando Sicco (Montevideo, 1963).

La “recuperación” del MNAV para el arte moderno se completó con el relevo de Lacasa, que se hizo efectivo en febrero de 2009, tras lo cual asumió Sagradini. Su elección se produjo luego de un llamado abierto a interesados que fue evaluado por el Poder Ejecutivo, pero en rigor no se trató de un concurso, al estar imposibilitado tal procedimiento para ocupar un cargo definido como “de confianza” por la normativa vigente.

El proyecto de Sagradini, que tenía por centro dotar al museo de un área investigativa, tuvo tropiezos al inicio: las salas permanecieron vacías durante dos meses y no resultó muy convincente la explicación de que lo que se estaba exhibiendo era el edificio en sí. El fin del convenio con la cafetería alimentó la impresión de que se estaba ante un problema de gestión.

Sin embargo, paulatinamente el museo recuperó su dinámica, y ello fue palpable en aspectos igualmente secundarios, como el reacondicionamiento del jardín del edificio. El punto alto de la programación posiblemente lo marcó una serie de exposiciones que cruzaba el trabajo de artistas canónicos como Torres García, Rafael Barradas y Pedro Figari con textos de pensadores y literatos como Juan Fló, Ida Vitale y Gerardo Caetano. La exposición reseñada en esta página y una heterogénea muestra de arte español fueron lo más significativo en cuanto a visitas internacionales.

Quien posiblemente sustituya a Sagradini es el artista y gestor Enrique Aguerre (Montevideo, 1964). Integrante de la movida de videoarte desde los años 80, Aguerre incursionó más tarde en lo digital y desde 1997 es el coordinador del Departamento de Artes Visuales del MNAV. El funcionario se encargaría transitoriamente de coordinar la programación del museo, en tanto la DNC volvería a hacer un llamado a interesados para ocupar la vacante dejada por Sagradini.