Cambia, todo cambia

El proceso de transición a la “nueva era digital” de la televisión es comparable a la elección que se realizó en su momento entre los sistemas tecnológicos PAL-N y NTSC cuando arribó al país la televisión a color. El 25 de agosto de 1981, la televisión color comenzó a funcionar formalmente en el país a través de la norma PAL-N, sistema que había elegido Argentina. La transmisión a color no impedía la recepción en los televisores blanco y negro, a diferencia de lo que sucede con la televisión digital, que no puede verse directamente en los televisores analógicos. Sin embargo, el cambio tecnológico no implica una transformación drástica, ya que los televisores se pueden adaptar fácilmente a través de los set-top-box.

Uruguay fue uno de los primeros países de la región en definir el formato bajo el cual funcionará el sistema de televisión digital, optando por el modelo europeo, al igual que Colombia, pero diferente al del resto de Sudamérica, que eligió -con Brasil a la cabeza- la versión japonesa. En su momento se destacó que la elegida por Uruguay en agosto de 2007 para desarrollar la Televisión Terrestre Digital (TTD) permitía ampliar el número de señales y, de esa manera, “democratizar” los medios de comunicación. Sin embargo, una alta fuente de la Unidad Reguladora de Servicios en Comunicación (Ursec) de la pasada administración aseguró a la diaria que la decisión no pasó por una cuestión técnica sino comercial.

Detalló que “principalmente hay tres normas de televisión digital”: la estadounidense ATSC, la europea DVB-T y la japonesa ISDB-T. Al respecto fundamentó que “las tres ofrecen tres cosas básicas: high definition [alta definición], mejor calidad de imagen y sonido; multiplexación, transmitir por un mismo canal eléctrico como mínimo cuatro señales, e interactividad, algo que los países ven como fundamental para el futuro”.

Por otra parte, interpretó que “las diferencias entre las normas son mínimas”. Describió que en Estados Unidos el ATSC “no nace por la necesidad de más señales sino para mejorar la calidad de la imagen y el sonido, por eso en su génesis prima la alta definición”. En tanto, la norma europea DVB se enmarca en “una región diferente, con muchos países, con problemas de fronteras, por lo que se vuelve necesario multiplicar la cantidad de señales y en ese sentido esta tecnología da una mejor elasticidad en la multiplexación”. En tanto, la norma nipona “está pensada para los hand-sets”, es decir, “la recepción de televisión en dispositivos móviles como los celulares”. Por ello “le da mejor movilidad a la recepción, pensando en recibir una buena señal, por ejemplo, caminando por la calle, manejando un auto o en un tren bala”.

En resumen, opinó que “no existe ninguna diferencia técnica que sea contundente para optar por una u otra alternativa. Nadie desde el punto de vista técnico va a decir que hay una mejor que la otra”. La fuente de la Ursec sostuvo que la decisión se tomó “al más alto nivel” de gobierno aunque basándose en los “informes de una comisión multidisciplinaria que funcionó entre 2005 y 2006” y que estuvo integrada por “representantes del propio gobierno, los canales privados y diversos sectores sociales”. Además, recordó que “se mantuvo negociaciones con los tres sistemas disponibles”.

Cuestión de interés

“El problema de fondo no pasaba, ni pasa ahora, por una cuestión técnica, sino que es un problema netamente comercial”, porque “se está definiendo todo el parque de televisores que va a usar Uruguay en el futuro, involucrando tecnologías y copyright [derechos de propiedad intelectual]”. Fundamentó que hay “toda una industria que gira en torno a estas decisiones, desde la fabricación de los set-top-box (los decodificadores que transforman la señal digital en analógica, similares a los que hoy se usan para la televisión por cable) hasta los televisores y el software para la interactividad”.

Por ese motivo respondió que el fondo de la negociación pasó por “los beneficios económicos [...] para ver qué se ofrecía al país a cambio de adoptar tal o cual norma”. En este juego está involucrado Brasil, que “quiere tener toda América Latina” bajo la norma japonesa porque es la tecnología que va a desarrollar su industria. Sin embargo, argumentó que Brasil “sólo ofreció un préstamo como cualquier otro para comprar la tecnología que ellos mismos van a fabricar”, mientras que la oferta europea facilitaba capital para la incorporación de tecnología y capacitación, y apoyo para la creación de un parque tecnológico audiovisual.

En la misma línea, fuentes del Ministerio de Industria reconocieron en conversación con la diaria que lo que le importa a Uruguay son las “ofertas” para instalar tal o cual norma, más allá de las cuestiones técnicas. “Si viene Brasil y dice ‘si ustedes cambian a la norma japonesa nosotros instalamos el parque audiovisual’, seguramente se revise la postura y se analice si nos conviene o no”.

Muy intelesado

El diario El País informó la semana pasada que Japón presentó al gobierno uruguayo una nueva oferta para que cambie su posición. Según se detalla, una delegación de siete miembros del gobierno nipón, incluido el viceminstro de Comunicaciones, visitó Uruguay para promover su sistema tecnológico, oportunidad en la que se reunió con el secretario de Presidencia, Alberto Breccia; el canciller, Luis Almagro; el ministro de Industria, Ernesto Kreimerman; el subsecretario de Industria, Edgardo Ortuño, y el director de Telecomunicaciones del Ministerio de Industria, Gustavo Gómez.

La cooperación ofrecida por Japón consiste en el envío de expertos para participar en el proceso de instalación de la televisión digital en Uruguay, capacitación de técnicos uruguayos en Japón y en Uruguay, exención del pago de regalías de las patentes ISDB-T, el suministro de equipos para Televisión Nacional del Uruguay para comenzar las emisiones digitales y financiamiento para la compra de transmisores y equipos.

Se argumenta que una de las ventajas de volcarse a la norma japonesa consiste en que los receptores serán “sensiblemente más económicos que los de la norma europea, por una cuestión de abaratamiento de costos por la masividad de la producción. Mientras que la norma japonesa está instalada en un mercado de aproximadamente 400 millones de personas, la europea abarcará en Sudamérica un mercado de no más de 50 millones de personas entre Uruguay y Colombia.