Contactado por el presidente de la República, el argentino Julio Bocca aceptó en marzo ponerse al frente del Ballet Nacional del SODRE. En estos meses renovó el elenco de bailarines, maximizó su rutina laboral y elaboró un programa de espectáculos que llega a 2012. Actualmente el cuerpo de baile se encuentra de gira por el interior del país, en muchos casos agotando entradas y visitando varias localidades por primera vez en décadas.

El 26 de agosto, el paro parcial de empleados públicos impidió realizar una de las funciones estreno de Giselle, previas a esa gira. Ante la posibilidad de que el paro general decretado por el PIT-CNT para el 6 de octubre implique una nueva suspensión, Bocca anunció que no cancelaría más representaciones por motivos gremiales. Ayer el presidente de COFE, Pablo Cabrera, opinó que el argentino debería “interiorizarse en el funcionamiento de los sindicatos” en nuestro país y que “una cosa es ser artista y dar una visión de la cultura y otra es ser una autoridad de gobierno. Si ante el primer problema amenaza con irse, es claro que le falta preparación política”. Mientras que el presidente del SODRE, Fernando Butazzoni, parece apoyar la postura del presidente Mujica, que salió en apoyo de Bocca y se ofreció a negociar con las gremiales, el vicepresidente de la institución, Jorge Bruni, hizo gala de sus buenos vínculos con el sindicato de la institución, al tiempo que le recordó a Bocca que “está al servicio del SODRE, y no el SODRE al servicio de Julio Bocca”.

Esta pulseada puede llegar a opacar dos temas. Uno, que aunque sería ridículo declarar la danza un servicio esencial, las artes escénicas son esencialmente eventos únicos e irrepetibles (además de muy difíciles de reagendar). Sería bueno que la excepcionalidad de algunos espectáculos -y hay casos de visitantes extranjeros más contundentes que éste del ballet nacional- fuera contemplada en el marco de los reclamos gremiales. Lo segundo -a propósito del “pedido” de Cabrera-, que a Bocca se lo convocó justamente por su distancia respecto a algunas prácticas locales nocivas para el desarrollo de las artes. Si la profesionalización del cuerpo oficial de baile que está intentando llevar a cabo se frustra, las implicaciones simbólicas de ese fracaso se van a extender más allá del campo de la danza, haya o no gestión mediadora del presidente de la República.