-Están grabando nuevo disco, ¿cómo viene el sucesor de Canción de cuna para vidas en jauría?

-Estamos sorprendidos por los temas que salieron. No dejamos de ser Buitres, pero creo que salieron cosas diferentes. En la parte compositiva trabajamos juntos con un sistema distinto del habitual. Lo habíamos utilizado sólo para casos puntuales; por ejemplo, para Periplo compusimos canciones que seguimos tocando hasta ahora y fue un disco que aparte vendió muy bien y nos generó una gira. La forma fue juntarse a componer y esta vez la aplicamos a gran parte del disco.

-De todas formas ustedes nunca develan qué papel ocupa cada uno dentro de cada composición.

-No. Bueno…, en los últimos discos el que escribe más soy yo, trato de hacerlo yo aunque Rambao y Parodi siempre aportan o les pido que lo hagan. Del próximo disco te puedo decir que va a ser muy intenso desde el punto de vista textual, muy crudo y muy introspectivo. Creo que el disco más social, el que llega a concretar la idea que siempre tuve -incluso en Los Estómagos- de discos que pudieran reflejar lo que es la sociedad, fue Mientras. Fue escrito en un momento bastante particular, durante la crisis, y no intenta reflejar la crisis económica en sí sino el reflejo social de ésta en la clase media a la que pertenezco. Creo que son las letras más sociales que me salieron y no creo que pueda hacer mejores: “Soy del montón”, “Perdiendo el trabajo” y la dedicada al presidente, que fueron repentistas y sirvieron. El que viene se parece más a Buena suerte... hasta siempre, que es más personal. De lo primero que se habló al juntarnos fue de los textos.

-Si contamos el tributo a Los Estómagos (Extrañas visiones) y el Homenaje a Buitres, son los compositores más tributados de la música uruguaya. ¿Qué opinión te merece?

-En vida creo que está muy bueno. Cuando salió Extrañas visiones no es que lo hayamos tomado mal pero nos extrañó muchísimo; éramos tipos muy jóvenes a los que se nos tributaba cuando estábamos luchándola para salir con otra banda, en el mismo sello que teóricamente tenía que apoyar más a Buitres pero apoyaba más al tributo. No obstante, eso no nos generó ningún tipo de problema con los artistas que participaron, más el honor de que Darnauchans hiciera una canción nuestra. Algunos piensan que estábamos molestos con los artistas y no fue así; lo que no entendimos fue la actitud del sello.

-Creo que ahí está la diferencia: mientras que el primero obedecía a un productor, éste parte del público por intermedio de un programa radial.

-Hay diferencias cualitativas y significativas. Ahora creo que cuadra… Cuadró en la idea de gente a la que le gusta la banda y son amigos sin ningún fin espurio, ni ninguna iniciativa nuestra, y la verdad es que escuchar el disco está bueno. Para nosotros es muy importante porque siempre creímos que teníamos buenas canciones, que las grabáramos mal o desafinadas es otro problema.

-¿Tenés alguna favorita o que te haya sorprendido?

-Sería injusto elegir una. ¿Sorpresas? Te encontrás con mujeres cantando canciones tuyas -nunca lo hubiera imaginado- y las versiones llaman muchísimo la atención. O que Socio haga una versión de “Mojave”. Nosotros lo tocamos un par de años y pedí: “Por favor, no me hagan cantar este tema”. Es que algunos temas o discos se transforman en algo de culto, rarezas, y uno tiene que abstenerse sobre los juicios de valor de su propia obra. Ni que hablar sobre la de los demás. Es que no sabés por qué lado la gente se acerca a vos y tampoco sabés las diferentes facetas que puede adquirir en la interpretación algo que vos hiciste. No estás ligado a lo textual sino a la interpretación, a la música y muy probablemente al momento en que lo escucha el receptor. Cuando nosotros nos referimos a nuestros discos los vinculamos más a la parte técnica, a la forma como lo vivimos en ese momento o a si nos equivocamos en tal o cual cosa, o a la elección de determinada línea de producción, que al producto artístico en sí.

-Yo soy muy hincha de las canciones.

-Nosotros ahora también lo somos, hemos comprendido que hacemos canciones. Y creo que hacemos buenas canciones.

-Hablemos de rock y madurez. ¿A qué edad empezaste en Los Estómagos?

-A los diecisiete.

-¿En qué cambia hacer rock a los 40?

-Ya estamos más cerca de los 50... Es muy diferente, pasamos de tocar en un ambiente hostil a tocar ahora en un ambiente a favor, con mejores condiciones técnicas, tocamos en una banda que funciona. Además, está muy aceitado todo lo que es infraestructura, seguridad, condiciones para tocar, etcétera. Tocás en las condiciones que se debe y antes no. Antes, te levantabas a las seis de la mañana para ir a la sala de alquiler a esperar los equipos, llegar, conectar las cosas -a veces mal-, armar el escenario, que vinieran a cobrar los impuestos y que no tuvieras la plata, que sonara mal; terminar el show, perder dinero, desconectar todo y esperar hasta que abriera la sala para devolverlos. La diferencia es radical con lo que pasa ahora.

-¿Y si lo vinculamos a la energía y la edad?

-Lo disfrutamos muchísimo. Es una actividad grupal en la que debe producirse algo y nunca hay partido ganado. Me concentro específicamente en lo que pasa en ese momento, después paso raya. Soy un tipo de familia que vive con sus dos hijos y trabaja mucho. Nunca negamos la edad que tenemos e insistimos en que somos tipos comunes. Lo especial se produce cuando la banda sube al escenario.

-Hoy como médico, ¿cómo ves los excesos desde arriba del escenario de cierta parte del público que recién pasó la franja de edad de la pediatría?

-Es que a nosotros ya desde Los Estómagos se nos tildó de mal ejemplo. Se nos encasilló como algo muy jodido, que éramos agresivos o alcohólicos. En forma despectiva se decía que éramos homosexuales o adictos. Se nos trató así durante mucho tiempo. Cuando adquirimos cierta popularidad de ciertos sectores se nos criticó por “falta de compromiso”, imperialistas y de poca capacidad intelectual. Todo eso está publicado. Mi vieja coleccionaba las revistas... Siempre vivimos con eso, aunque lo que siempre quisimos transmitir a la gente es que nos gusta hacer canciones y tocarlas. Eso es lo más importante. Pero nunca, nunca hicimos la parodia del rockero ni dijimos que era un camino a seguir, ni tampoco mandamos a los pibes a reventarse con la Policía o a tomar vino y romper la botella. Nunca lo hicimos y ahí están las reglas claras.

-Entonces hablemos de la evolución del concepto del rockero, que hoy está más cerca de salir en las revistas de moda que de ser un estigma social.

-Ahí está, pero nosotros tampoco transamos en aparecer sistemáticamente en los medios públicos de la forma en que se nos requiere. Aparecemos para promocionar eventos puntuales organizados por la banda, en los cuales invertimos dinero, y sería muy estúpido no aparecer. O en algún lugar del que en forma imprevista te vienen a entrevistar, para no cometer la grosería de negar la nota. La verdad es que se nos requiere mucho, principalmente en televisión, pero aparecemos exclusivamente en los lugares que se dedican a la cultura o directamente a la música. Es cierto que nos pasamos para el otro lado, pero se nos requiere por la imagen pública o la popularidad, y ser un tipo normal está en no participar en ese tipo de cosas. Hay mucha gente que hubiera esperado que hiciéramos eso, o mejor que yo lo hubiera hecho por ser el frontman y, a su vez, el más requerido para todo el bagaje de superficialidades públicas. Hace diez años que cada año me ofrecen mucho dinero para participar en cosas que no me interesan y podrían ser una buena fuente de ingresos.

-¿Puede haber puntos de contacto entre la relación médico-paciente y la del músico y su fan?

-Es completamente diferente. La relación médico-paciente la considero más horizontal y con una alta carga de responsabilidad, que si bien tiene sus gratificaciones tiene sus resultados negativos. La relación del músico y su fan es indispensablemente impersonal, tiene que serlo porque no podés tratar a todos igual. Se resuelve con un gesto de gratitud básico.

-¿Cómo hacés compatible la medicina con el rock? ¿Dejarías una de las dos?

-Ya estoy jugado. Las dos actividades me producen placer. Por ejemplo, ahora voy a tener una seguidilla de shows y probablemente después diga: “No voy a tocar más”. Ya me ha pasado... No me gustan las seguidillas de shows; antes sí, pero hasta determinada edad. Para que me siga gustando tocar debe suceder cada tanto tiempo, mientras que a mis compañeros les gusta tocar todos los días, por eso tengo que transar. Me gusta llegar a los shows con ganas y lo disfruto muchísimo. También me gusta la parte creativa, hacer los discos y todo eso, aunque también debe ser esporádico porque se viven momentos de gran estrés, es un proceso muy movilizador de nuestras vidas y las formas de sentir las cosas. De la medicina me gusta resolver situaciones clínicas; me considero un clínico. Soy docente en la facultad, me gusta enseñar, estudiar y poder resolver problemas en conjunto con los colegas. Encuentro esas cosas que me gustan en la medicina y en la música, en criar a mis hijos y estar con ellos. A esta altura si uno mira la vida trata de hacer lo que más le gusta. Hacer 50 recitales en el año no me gusta, y no lo haría por más que hiciese mucho dinero. No me gusta.

-Si lo que te pasa hoy te hubiera pasado en Los Estómagos, ¿hubiera sido diferente?

-En estas condiciones posiblemente me hubiera dedicado a la música, pero tampoco a esa altura sabía lo que era la medicina y le fui encontrando lo que realmente me gusta. Creo que me gustan las actividades creativas, por ahí voy.

-Venís de una familia de médicos. Eso seguramente influyó…

-Sí, pero vengo de una familia que por encima de su profesión trabaja mucho y ése es su ejemplo. Yo ya trabajé demasiado y tampoco me parece bien eso de meter tantas horas. Hay que buscar el balance.

-Cuando entraste a facultad ser médico era políticamente correcto y ser rockero no.

-Esa dicotomía se mantiene aunque tuvo que entrar en un plano de realidad. También cambiaron las cosas para la banda cuando decidimos encarar la música de verdad.

-¿Puede haber un Peluffo solista en el futuro?

-Me lo preguntás ahora que estoy grabando un disco... Siempre me preguntan: “¿Hay Buitres para rato?”, y siempre digo que mientras queramos hacer otro disco seguimos porque el disco trae como consecuencia la gira.

-¿Vos precisás las giras? Los Beatles siguieron haciendo discos y prescindieron de las giras.

-Sí; del público sí. Preciso más del público que del disco. No me veo sin cantar. Si bien no encajo dentro del perfil del rockero, canto en una banda de rock que toca fuerte con shows muy exigentes desde el punto de vista físico, pero no me veo no cantando más.

-Entonces hay lugar para un solista, que evidentemente puede adoptar otros rumbos…

-Podría pasar, pero tengo mucha libertad en la banda. En este disco está súper demostrado; puedo decir y hacer lo que quiero.

-Claro, pero la libertad pasa por las palabras y vos te has basado mucho en el tango, por ejemplo.

-Me han ofrecido hacer un disco solista y hasta me he imaginado qué podría hacer, pero a esta altura no creo en cosas improvisadas… que alguien toque el timbre y cambie tu vida.

-Entiendo que la idea debe partir de vos…

-Ahí está. Tendría que querer hacerlo. Nuestro show es intenso y no sé cuánto tiempo lo voy a poder seguir haciendo.

-Por ahí venía la pregunta, tal vez algo que no requiera tanto físicamente.

-Sí, pero la música no va ser más tranqui, porque está Parodi y cuando tenga 70 años va a tocar lo mismo, con la misma energía y la misma distorsión. Es la música que le gusta y la que siente. Es quien comenzó con ese tipo de música acá. Está claro que lo mismo con otra gente no lo haría nunca. A mí me gusta tocar con ellos.

-Insisto en el tema porque cuando fuiste invitado por Jaime Roos a cantar eras sin dudas el más emocionado y con un tipo de música con el que no se te asocia.

-Siempre me gustó Jaime, siempre quise cantar con él, pero vos me hablás de algo que no sea con Parodi y Pepe Rambao.

-No tiene por qué...

-Es que no puedo hacer cosas solo, necesito de otros, pero para decirte algo, te diría: tango. A mí me gusta mucho y sé que hasta antes de los 40 no podía hacerlo, pero ahora puedo. De repente alguna vez canto. Eso podría pasar.

-Una canción de Los Estómagos decía: “La música está enferma, nosotros también / para recuperarla hay que volverla a romper”. ¿Esa frase se mantiene?

-Creo que no. El sentido de esa frase está en cada generación que aparece. Lo podés hacer vos mismo mejor. No tenés que ser un virtuoso y te apoyás en lo que querés y, si es la música, hacerlo, claro que siendo constante y metiendo. La reflexión después de tantos años es que habría que agregarle el hecho de que hay que practicar mucho, aprender y, si es posible, también estudiar. La ruptura se ha dado en todos los que están haciendo ahora sus discos en las casas y colgándolos en la web. Es la filosofía punk del “hágalo usted mismo”. Es exactamente eso… Va cambiando con los tiempos.

-¿Valió la pena aquella ruptura?

-En ese momento era algo necesario. Nosotros igual éramos muy inconscientes de lo que hacíamos, primero porque éramos muy jóvenes y veníamos de vivir en una burbuja. No era que no entendiéramos lo que pasaba, simplemente teníamos una versión muy parcial. Era vivir dentro de la caverna. No sabíamos de los peligros que corríamos o corrimos. Ni idea de las cosas que nos podían haber pasado. Las hicimos en ese punto de inflexión que fue pasar de una dictadura a la democracia. Nos pasaron cosas feas durante los primeros años de la democracia, que tenían que ver con el espíritu que la sociedad mantuvo durante muchos años y todavía a veces mantiene, de querer reprimir todo lo que es joven, nuevo o trata de romper los moldes tradicionales. La gran diferencia la marca la generación posterior, que es mucho más abierta.

-Sí. El problema ahora está en la superpoblación…

-¿De bandas, decís? Es cierto, y es un fenómeno un poco extraño de explicar por qué en este país hay tantos guitarristas, y tan buenos. Esa tradición de guitarristas tutoreados por maestros que abarcan todos los estilos y están por todo el mundo es muy importante. Donde se nota cierta orfandad es en la autoría, en el creador de la canción.

-¿Se profesionalizó más la parte instrumental?

-Ahí está. La ejecución, la interpretación, el arreglador, el arreglador de coros, el maquillador, el vestuarista, a eso se apunta, pero ¿y el que hace la canción?, ¿el que escribe el libreto? Ahí se nota la orfandad. Está el artista solo con sus ganas de hacer las cosas y así naufragan muchos proyectos buenos, y no hablo exclusivamente de la música. El otro gran problema está en los vaivenes del mercado. Están los períodos de los festivales en los que nos quejamos de la masificación, pero después hay períodos en que no hay nada y se pierde todo. Les ha pasado a muchos artistas. Le pasó a Dino, a Mateo…

-Se abusa de los estilos y se satura el mercado…

-Es relativo. Si nos remontamos a los 80, a Los Estómagos nos tuvieron en el congelador dos años, pero el porcentaje de ventas que podría tener en ese momento el rock uruguayo no pasaba del 10%, mientras que el 90% restante se dividía entre la cumbia y el canto popular. Nosotros ahora vendemos discos, pero Los Estómagos no vendían nada. Muchos músicos del canto popular todavía se quejan de que los dejaban de lado por las bandas de rock y hay que ver las estadísticas de mercado; Traidores, Estómagos y Buitres -los tres juntos- en 1986 vendieron menos de 5.000 discos.

-¿Y el resto?

-¡Muchísimos más! El gran problema que tuvieron es que apareció Jaime Roos transformándose en el artista popular en la historia de este país, y eso no lo vieron con buenos ojos los históricos a los que les iba bien y a los que les fue mal. No entiendo por qué hablan de rock, que no influyó desde el punto de vista del mercado ni de las preferencias del público, porque compartíamos muy poco público con la cumbia y el canto popular. Con Buitres después de muchos años llegamos a tocar parte del espectro del público de Jaime. Nos costó años llegar a -un sector- de su público. El mercado era cumbia y canto popular. El rock existió 14 meses, después no vendió un disco más.

-¿Que rol jugó Alfonso Carbone en todo eso?

-Él es un productor que ocupaba un cargo gerencial en un sello discográfico casi monopólico que era Orfeo (Palacio de la Música) aunque estaba Sondor y arrancaba Ayuí. Creo que supo interpretar los tiempos e imaginó que el rock tenía que aparecer en escena. Ofició de articulador de un momento histórico, bisagra de una de las disciplinas del arte que es la música, pero convengamos que a quien más bola le dio fue a Jaime Roos, que fue un éxito rotundo. Carbone es un tipo con visión histórica que tomó decisiones, pero si él no hubiera agarrado el rock, lo agarraba otro, te lo aseguro. Si a otro le bajaba el volumen de ventas agarraba el rock; faltó otro articulador. Las cosas que tienen que pasar pasan, si no mirá lo que nos pasó a nosotros, que en 1998 nos dijeron que estábamos muertos, hicimos la carrera independiente y acá estamos.