En 2007 publicó un libro llamado Dios no es bueno. Un año después, por las dudas, lanzó Dios no existe. El ensayista y opinólogo Christopher Hitchens (Portsmouth, Inglaterra, 1949) es, entre otras cosas, una de las caras más notorias de una forma militante de ateísmo que ganó visibilidad en la primera década del siglo XXI y que incluye campañas públicas de concientización sobre la inexistencia de un ser supremo (por ejemplo, la de los ómnibus con consignas “antievangelizadoras” que recorrieron hace un año las calles de varias ciudades europeas).

En junio Hitchens anunció que estaba siendo tratado por un cáncer de esófago. A pesar de su conocida postura antirreligiosa -o tal vez por causa de ella-, el autor británico comenzó a recibir noticias de grupos que se ofrecían a rezar por la mejora de su salud. En el último número de la revista Vanity Fair, Hitchens comienza lo que parece ser una serie de artículos dirigidos a aclarar “lo que piensa un ateo cuando miles de creyentes (incluyendo rabinos y sacerdotes prominentes) rezan por su supervivencia y su salvación, mientras otros creen que su cáncer tuvo inspiración divina y esperan que arda en el infierno”.

Buscando sincronizar sus plegarias, los creyentes que quieren ayudar a Hitchens han declarado el 20 de setiembre Día de Rezo por la Salvación de Hitchens. Sobre esto opina el implicado: “No quiero ser descortés con gente bienintencionada, pero cuando llegue ese día, por favor no aturdan al cielo, que es sordo, con sus reclamos inútiles. A menos, claro, que los haga sentir mejor”.

Por si acaso, Hitchens declara que no piensa cambiarse de bando para conseguir la curación (“buscando congraciarme en el último minuto”): “El dios que recompensa la cobardía y la deshonestidad y castiga la duda radical está entre los muchos dioses en los que (o a quienes) no creo”. En christianpost.com especulan que aquí el británico está aludiendo al filósofo Antony Flew (muerto en abril de este año), quien, tras profesar un ateísmo notorio, se convirtió al deísmo en 2004, llegando a escribir un libro de título muy explicativo (algo así como Existe un dios: cómo el ateo más famoso del mundo cambió de idea); la sospecha de que Flew había sufrido un problema mental circuló con fuerza en la prensa por entonces.

En Vanity Fair, Hitchens también responde a quienes, de diversas formas, le pronostican una temporada en el infierno y atribuyen su enfermedad a un castigo divino: “¿Por qué no un rayo de su estimado, o algo que inspire el mismo temor? La deidad vengativa tiene el arsenal agotado si lo único que se le ocurre es exactamente el tipo de cáncer que sugieren mi edad y mi anterior ‘estilo de vida”, en referencia a su afición al tabaco y la bebida. En el mismo tren, Hitchens se pregunta por qué, si Dios tiene un cáncer para cada tipo de pecado, tantos niños contraen leucemia, en tanto el agnóstico Bertrand Russell y el ateo Voltaire -emblema de una Ilustración cuyo retorno Hitchens reclama- murieron de vejez.

Hitchens remata su artículo volviendo al poder del rezo. Cita una investigación que no sólo contradice el poder curativo de las plegarias, sino que también indica que éstas producen un efecto negativo en aquellos enfermos que no presentan mejorías. Tras confirmar que las manifestaciones amistosas de apoyo (del tipo “si alguien puede ganarle al cáncer sos vos”) lo deprimen vagamente en los días en que el tratamiento le provoca malestar extra, ataca directamente el dilema en que lo pondría una deseada mejoría: “¿Qué pasa si salgo de ésta y la facción pía asume que sus peticiones fueron respondidas? Sería un poco irritante”.

Los nuevos ateos

La Internet Encyclopedia of Philosophy (que a pesar de su nombre no es un emprendimiento tipo Wikipedia, sino más bien lo contrario: un recurso arbitrado por especialistas) agregó este año una entrada correspondiente al nuevo ateísmo. “Se trata de autores de principios del siglo XXI que promueven el ateísmo. Incluye a Sam Harris, Richard Dawkins, Daniel Dennett y Christopher Hitchens. La etiqueta ‘nuevo ateo’ aplicada a estos críticos de la religión y la creencia religiosa surgió del comentario periodístico sobre el contenido e impacto de sus publicaciones”. Una observación común es que los autores del nuevo ateísmo ostentan grandes dosis de confianza en sus puntos de vista. Los reseñistas han notado que estos autores están generalmente motivados por la preocupación moral y la indignación por el efecto de las creencias relgiosas en el panorama mundial. Es difícil indentificar algún factor sin precedentes filosóficos en sus posiciones y argumentos, pero el trabajo de los nuevos ateos ha provocado debates considerables".

“A pesar de la disparidad de sus aproximaciones y ocupaciones (sólo Dennett es filósofo profesional), los nuevos ateos tienden a compartir un conjunto de asunciones y puntos de vista, que constituyen el marco teórico del nuevo ateísmo. [...] En el plano metafísico está la creencia central de que no hay realidad o entidad divina sobrenatural de tipo alguno. El componente epistemológico es su común afirmación de que la creencia religiosa es irracional. El componente moral es la asunción de que hay un estándar moral universal y objetivo. Esto último los distancia de otros prominentes ateos históricos como Nietzsche y Sartre y juega un rol clave en sus argumentaciones porque es utilizado para concluir que la religión es negativa de varias formas, aunque Dennett es más reservado que los otros tres”.

“Los nuevos ateos se apoyan sustancialmente en las ciencias naturales tanto para su crítica de las creencias teístas como para sus explicaciones de su origen y evolución. Se basan en la ciencia para recomendar alternativas a la religión. Creen que la ciencia empírica es el único (o por lo menos el mejor) fundamento de un conocimiento genuino del mundo, e insisten en que una creencia puede ser justificada epistémicamente sólo si se basa en evidencia adecuada. Su conclusión es que la ciencia no puede mostrar que existe un Dios y aun que apoya la afirmación de que tal ser probablemente no exista. Lo que la ciencia muestra sobre la creencia religiosa, afirman, es que puede ser explicada como un producto de la evolución. Aun más, piensan que es posible vivir una vida sin religión satisfactoria con base en la moral secular y los descubrimientos científicos”.

Vivito y coleando

Por si alguien quedó preocupado por la salud de Hitchens (lo haya convencido o no de no rezar por él), conviene saber que el autor sigue escribiendo sus columnas de opinión y aun participando en mesa de debate, como hizo anteayer en Birmingham, donde, entre otras cosas, tuvo que refutar una insólita vinculación entre el darwinismo y el nazismo.

Vinculado a la juventud del Partido Laborista, se distanció de ella para aproximarse al trotskismo en tiempos de la guerra de Vietnam. La negativa de la izquierda europea a condenar a Irán cuando el Ahatollah decretó la pena de muerte sobre Salman Rushdie volvió a desvincularlo de todo partido formal. Muy popular en Estados Unidos, Hitchens se embanderó con la necesidad de una política exterior más firme hacia los regímenes islámicos.