Similarmente a lo que plantea Cinemateca con su festival de todos los otoños, Divercine ya se ha instalado como una alternativa a los blockbusters que inundan las pantallas de vacaciones a fuerza de tecnología y 3D (y ocasional talento), acercando producciones que difícilmente tendrán oportunidad de ser estrenadas en el circuito comercial, componiendo un espacio internacional que tiene sus equivalentes en Argentina, Nicaragua, Chile, México, Perú y Puerto Rico.

En esta ocasión el festival propone, entre otras cosas, una muestra en la que la relación entre cineastas y espectadores no tenga diferencias etarias, al presentar 13 cortos de diversa duración realizados por niños. Éstos provienen de Argentina, Bélgica, Brasil, Italia y México, y en su mayoría consisten en aventuras animadas, guionadas y diseñadas por alumnos de diversas escuelas, aunque uno de ellos -el mexicano Para llenar nuestros sentidos- es el registro de los niños de una comunidad, quienes explican con sus propias palabras su vida cotidiana.

También se ofrece una muestra de cortos producidos por la KRO, organización católica de radiodifusión holandesa, que tratan -en forma ficcional o documental- de diversos emprendimientos realizados por niños holandeses de distintas etnias. Otra breve muestra en exhibición es la de cuatro capítulos de Maya y el oso, una serie de cortos rusos animados digitalmente, producidos por el estudio Animaccord y protagonizados por una niña traviesa y un enorme oso.

Larga duración

Los largometrajes en concurso son seis e incluyen uno nacional. El primero de ellos es Los Cocodrilos (Christian Ditter), una película dirigida a los preadolescentes -basada en un best-seller que ya había sido adaptado para la televisión- y que tuvo un gran éxito en su país de procedencia, Alemania, en donde ya se filmó una secuela. Cuenta la historia de una pandilla de jóvenes de entre 10 y 12 años (los “cocodrilos” del título) a la que dos amigos, Hannes y Kurt, quieren pertenecer, pero se encuentran con el obstáculo de que Kurt está recluido en una silla de ruedas. La obra está dirigida en cierta forma al público de Casi ángeles y similares, pero tiene una orientación más reflexiva e integradora.

También dirigida al público adolescente o preadolescente es la brasileña Antes de que el mundo acabe, de Ana Luiza Azevedo, que trata sobre tres amigos de un pequeño pueblo del interior de Brasil que se enfrentan a las primeras decisiones adultas de sus vidas. La película ha sido destacada por su mirada sin moralejas y realista sobre la realidad de los chicos demasiado grandes para ser considerados niños pero aún no incluidos en el mundo de los adultos.

De Dinamarca viene El mundo de Karla (Charlotte Sachs Bostrup), una historia navideña sobre Karla, una niña proveniente de una familia complicada y poco afín a los festejos familiares, que descubre el espíritu navideño mediante el contacto accidental con otros personajes también extraviados y solitarios. Para los amantes de los perros está la finlandesa Trueno (Kaisa Rastimo), sobre un simpático cachorro que es adoptado por un matrimonio que descubre luego que se trata de un pastor caucásico, una de las mayores razas de perro (y de las más feroces), descendiente de una familia de canes entrenados para vigilar el Muro de Berlín. A medida que el animal se va convirtiendo en un gigante de casi 100 kilos, genera una relación de afecto particular con Perla -la hija de 7 años del matrimonio-, desarrollándose una enternecedora amistad entre la pequeña niña y el monstruo canino. La holandesa El indio (Ineke Houtman) trata sobre un chico enfrentado a la diferencia entre él y sus padres -él es de tez oscura y su familia absolutamente rubia-, que va descubriendo su procedencia luego de contactarse con un grupo de indios, que le informan sobre sus raíces. Una película que trata con soltura y accesibilidad temas difíciles como la adopción y las diferencias culturales.

Por último, A orillas del Río Negro, de Marcelo Casacuberta, es -como puede imaginarse- la representante uruguaya, y es una mirada documental sobre la fauna y los paisajes del río que divide nuestro país en dos mitades. La película está propuesta como una alternativa a los clásicos documentales biológicos de National Geographic, y es un ejercicio de lenguaje visual a cargo de un conocido fotógrafo del medio, quien ya había incursionado en la temática con el mediometraje Río de los pájaros pintados, sobre la fauna del río Uruguay.

Cabe señalar que los largometrajes no hispanoparlantes serán traducidos en forma simultánea en la sala, con el objetivo de que los niños que todavía no han aprendido a leer no se pierdan de nada.

El festival también está compuesto por 87 cortos de diversa duración -también en concurso- entre los cuales se cuentan dos de procedencia local, Bote, de Bruno Spagnuolo, y Sí a la leche, de Pablo Pera. El festival va desde hoy hasta el 25 de setiembre, en la Sala Tosar del Auditorio Nelly Goitiño del SODRE (18 de Julio 930), y los títulos, el detalle y sus horarios (y las edades recomendadas para cada uno) pueden consultarse en la página del festival (http://www.divercine.com.uy/).