La estabilidad financiera internacional todavía no está asegurada y la política económica aún tiene por delante “retos significativos” a superar cuando falta poco para que se cumplan cuatro años de la explosión de “la crisis financiera más grande desde la Gran Depresión”, de los años 30.

Esa síntesis encabeza la última actualización del Informe sobre la estabilidad financiera mundial, elaborada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y difundida ayer por el organismo multilateral, donde se señala que la reestructuración de los balances “está incompleta y avanza con lentitud”, al tiempo que “el apalancamiento todavía es elevado”.

Un elemento “crítico” de la presente coyuntura radica en la relación entre el riesgo crediticio soberano y el bancario en la eurozona, en donde siguen pendientes de aplicación determinadas políticas orientadas a “subsanar las vulnerabilidades del sector fiscal y del sector bancario”. En el plano global, simultáneamente, aún falta diseñar y aplicar reformas regulatorias que fortalezcan “los cimientos del sector financiero”.

A su vez, las orientaciones “acomodaticias” de los países más desarrollados, junto con “los fundamentos relativamente favorables” de política económica en algunos países con mercados emergentes, mantienen el estímulo a “la afluencia de capitales” hacia los segundos. Cabe recordar que este proceso se registra desde hace varios años tanto en Brasil como en Uruguay. “Eso significa que las autoridades de los países de mercados emergentes tendrán que vigilar con diligencia los indicios de burbujas de precios de los activos y de niveles excesivos de crédito”, advierte el informe del FMI.

Viento a favor

No obstante los factores mencionados, la evolución de los mercados financieros mundiales durante 2011 “ha sido favorable”, lo que se debe a “un clima económico más positivo, una liquidez abundante y un creciente apetito de riesgo” de los inversores globales que colocan sus fondos en papeles y títulos de deuda.

Varios países de la eurozona necesitan “sustanciales” grados de financiamiento para 2011 como consecuencia de sus elevados niveles de endeudamiento tanto bancario como soberano. “Los sistemas financieros se encuentran en condiciones frágiles y sumamente vulnerables al deterioro de la actitud del mercado”, se indica en el documento.

Unos más sólidos fundamentos de la economía en algunos países emergentes y las muy bajas tasas de interés que se pagan en los países más avanzados vienen determinando una creciente afluencia de capitales hacia los emergentes, que registraron entradas netas de capital equivalentes al 4% de su PIB en términos agregados. Sin embargo, matiza el informe, previamente a la crisis global ese guarismo se situaba en 6% del PIB.

La afluencia mencionada de liquidez viene acompañada de “un fuerte aumento de la emisión de acciones y bonos” de los Estados con mercados emergentes, elemento que “podría limitar algunos de los efectos en el precio de estos activos”.

La llegada de capitales a los mercados es en general “beneficiosa para los países receptores”, aunque si tal proceso es sostenido en el tiempo “puede tensionar la capacidad de absorción de los sistemas financieros locales”. Sobre este punto, el informe precisa: “Los flujos minoristas destinados a fondos comunes de inversión en acciones y títulos de deuda han sido abundantes, particularmente en el caso de los fondos accionarios, y podrían dar lugar a la formación de burbujas de precios de los activos si la oferta de activos locales es limitada”.

Asimismo, prosigue el texto, la afluencia de capitales “también puede conducir a un aumento rápido del endeudamiento del sector privado en los países receptores”.

Del mismo modo, otro resultado de la afluencia de capitales “es que las entidades con calificación más baja gozan de mayor acceso a los mercados para emitir deuda, lo cual reduce la calidad promedio de los activos en manos de los inversionistas”. Así es que durante los últimos dos años “ha aumentado la proporción de deuda emitida por estas entidades”.

Jerarquizá

El reporte del FMI señala algunas prioridades para el corto plazo, y, en ese sentido, recomienda tanto a bancos como a entidades soberanas de los países proceder a reestructurar y sanear sus balances, elemento necesario también para avanzar en las reformas regulatorias de los sistemas financieros.

Es que “se está agotando el tiempo ganado con las extraordinarias medidas de apoyo desplegadas en los últimos años” tras el estallido de la crisis global. Así, “las bajas tasas de interés, cercanas a cero, probablemente produzcan un efecto decreciente con el correr del tiempo”. Y en términos políticos, alerta el organismo multilateral de crédito, resultan “cada vez menos viables” las políticas de estímulo fiscal “y un nuevo respaldo gubernamental al sistema financiero”.