-¿Cuánto demoraron en terminar Diciembra?

Pau: -Teniendo en cuenta la composición y los ensayos, unos tres años. La grabación propiamente dicha llevó un año y medio.

-¿Siempre fueron las mismas canciones?

P: -Fue variando. Pablo se había ido en una época en la que entró Lorena [Di Gregorio] y con ella hicimos un conjunto de canciones. Llegamos a grabarlas todas, pero no quedamos contentos con el resultado y las eliminamos casi todas. Y cuando volvió Pablo empezamos de cero.

-Los anteriores eran más similares a su sonido en vivo, mientras que éste parece un disco más compuesto en estudio. ¿Fue algo pensado desde el principio?

P: -No, se fue dando. No nos sentamos antes de grabar y decimos: "Vamos a hacer un disco de tales características". Hicimos una selección de unos 12 temas y de por sí nos pedían otro tipo de arreglos. Fue todo muy natural.

Pablo T: -Quedaron afuera muchos temas que nos gustaban mucho.

Diego: -Más que nada quedaron afuera los temas que me gustaban a mí.

-¿Cómo decidían eso? ¿Votaban y quedaban dos contra uno?

D: -En realidad, fue más de cuatro, porque el voto de Juan [Branaá, productor del disco] también contaba.

-¿Y cuando quedaban dos contra dos qué hacían?

PT: -Se hacía lo que yo quería.

-El disco parece tener cierta estructura temática. ¿Eso fue casual?

PT: -Fue raro porque se fue dando así, pero no tuvo que ver con que las letras se hubieran hecho así o asá. No pensamos nada; el nombre del disco -que es el nombre de un tema- dio para 1.000 discusiones. A Diego no le gustaba...

D: -Ahora me gusta muchísimo y considero que estaba equivocado.

-Teniendo en cuenta la cantidad de timbres e instrumentos que usaron, supongo que es un disco difícil de tocar en vivo.

P: -Siempre manejamos dos conceptos totalmente distintos en relación a lo que es la banda en estudio y la banda en vivo. En vivo todo es más catártico, desprolijo o "rockero"; en el estudio aprovechamos más las herramientas y jugamos más con los conceptos de la obra.

-Es un disco mucho más suave que los anteriores, ¿se están haciendo viejos?

P: -Puede ser... Pero yo no lo veo tan calmo, para mí es una mezcla del proceso de los tres discos. Está "Nacimiento de una iglesia", que es una continuación de las canciones de Dios salve a la muerte. Está una parte más pop que estaba en Liu y las dificultades graves en el aprendizaje. Está también la parte más noise... no lo veo tan diferente.

-¿Tenían algún modelo de producción en la cabeza?

PT: -No; me acuerdo de que en otra banda con la que estaba grabando me habían dicho: "Traeme algo con lo que quieras sonar igual". Ni me acuerdo de qué banda les había llevado, pero esta vez no hubo nada de eso. En realidad, se definió todo la semana antes de grabar; yo ahora escucho el disco y me encantaría que hubiera otros cortes, otras baterías, una cosita más o una cosita menos, pero ya está.

-En el tema final escucho algo de dub -aunque sin bajo- e incluso hay algunos toques de rock progresivo. Eso es nuevo.

P: -Lo que pasó fue que entró Diego. Siempre nos habíamos mantenido como un dúo de batería y guitarra y de pronto se abrieron muchos más timbres: teclado, melódica, trompeta, ruiditos raros... Eso amplió mucho el espectro.

-Pero nunca un bajo, ¿qué problema tienen con los bajos?

P: -En un principio era simplemente que la sala en la que ensayábamos era tan chiquita que no entraba otra persona, y dijimos: "Bueno, vamos a ser un dúo. Ya era". Pero a mí me gusta más el sonido sin bajo, para mí un bajo mal metido enchastra el sonido de una banda. Sin bajo es un sonido más anímico.

-Hiciste un uso bastante raro de la guitarra criolla.

P: -Sí, para este disco se me dio el antojo de probar todo tipo de guitarras posible; hay electroacústicas, criollas, más de una eléctrica. Me interesaba laburar los distintos registros de los diferentes materiales de las cuerdas, esa dinámica de distintos timbres en el mismo instrumento.

-Más allá de que es un disco menos ruidoso, también me pareció menos agresivo en las letras.

P: -Estamos un poco viejos, ya hace seis años que estamos con Tres Pecados. Cuando yo grabé Pesadillas para niños y travestis dadaístas tenía 19 años y yo era eso: odiaba a todo el mundo y quería destruir a todo el mundo. Cuando grabamos Liu y las dificultades graves en el aprendizaje estábamos recontra quemados con historias de mujeres, y ahora estamos... viejos.

PT: -Ayer me tuvo que acompañar Diego al hospital a que me sacaran una placa... Pero tengo los pulmones perfectos.

D: -Puede seguir fumando hasta la muerte.

-Pero éste es un disco más sentimental, hasta positivo.

P: -Puede ser... Pero siempre Tres Pecados fue una banda emocional, tanto en vivo como en estudio. Siempre las canciones hablan de las cosas que nos pasan, no es que en este disco me senté y dije: "Ah, me voy a poner sensible". El asunto con Tres Pecados siempre fue buscar un equilibrio entre canción y experimentación, pero al mismo tiempo meterle un espíritu.

-Es también el disco de ustedes que me suena más montevideano, pero en el primer disco habías metido una versión de Mateo ("Príncipe azul"), ¿eso fue homenaje, sátira? No es algo frecuente en las bandas under de acá, que tienen una tendencia un poco más extranjera...

P: -Vivimos acá y hay mucha música que nos gusta de acá. Mis primeras experiencias de ver música en vivo fue con el carnaval y eso es inevitable que se convierta en una influencia. Ese tema de Mateo en particular es para mí lo más maravilloso que escuché en mi vida, y nos la jugamos a hacerlo porque nos parecía que venía bien como cierre de ese disco: era todo más bien pesadillesco y esto era un sueño. Nosotros somos también de ir a ver bandas, nuestros eventos sociales son ir a toques, no vamos a bailar.

PT: -Pila de gente nos dijo que el disco era muy "montevideano", y es así. Estamos en Montevideo.

-En todo caso es un disco diferencial...

P: -A mí lo que me pasó es que, como se dio todo tan natural, tan poco craneado, en las últimas etapas no sabía cómo llegamos a esto. Fue un asombro para nosotros mismos llegar a este tipo de disco, a ese espíritu. Fue una sorpresa.

PT: -Antes de que saliera yo lo odiaba, no lo podía escuchar. Pero salió, y ahora que nos trataron bien lo escucho todos los días... En verdad lo que pasaba era que cuando salió ya estaba podrido del disco, pero tenía que pensar en que la gente no lo había escuchado. Hasta ahora éramos nosotros cuatro...

D: -Éramos cuatro escuchándolo muchísimo tiempo para cambiar esto, arreglar aquello... creo que fue un trabajo en equipo que estuvo muy bien.

PT: -Yo a las últimas reuniones casi ni iba.

-Hay una cosa muy minuciosa; una inflexión de voz que está sólo una vez es tratada con un sonido totalmente distinto que el resto de la canción...

PT: -Eso es todo Pau, es muy maniático.

-Un mes antes de sacar Diciembra habías sacado un disco de Millones de Casas con Fantasmas que en teoría es muy parecido -son casi los mismos músicos, mismos tempos, misma instrumentación-, pero no tiene nada que ver...

P: -Es que Millones... es básicamente yo grabando en casa, y más o menos tomo todas las decisiones. En Tres Pecados es diferente. La parte humana cambia mucho el resultado de la música. Tres Pecados es mucho más deforme.

-Hace unos seis años que están en la vuelta; sin embargo, son percibidos como “la banda nueva”.

P: -Es raro, le pasa a mucha gente, como a los Carmen Sandiego, que recién ahora les está empezando a dar pelota la gente. Acá el proceso es lento, y todo cambió desde que arrancamos, entonces no estaba tan desarrollado lo de las descargas online. Yo nunca vi lo virtual como algo desligado del soporte físico, para mí son dos cosas que van de la mano. El tipo que se baja el disco y realmente le gustó va a ir a un toque y te lo va a comprar. Eso nos pasó. Y el hecho de subir los discos nos ayuda a establecer contacto con gente de otros países. Va más allá de vender discos, es parte de una comunidad artística, yo no sé si una discográfica hubiera aceptado a algo como Tres Pecados.