Luego de que la semana pasada se consiguiera un equilibrio entre las posiciones de los países de la zona euro en procura de una salida a la crisis, los mercados financieros se inundaron de optimismo y los indicadores bursátiles, que ya se habían acostumbrado a cerrar en rojo, comenzaron a hacerlo en terreno positivo. Sin embargo, la última jugada anunciada por el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, de poner a disposición de la ciudadanía la última palabra sobre el plan de rescate, puso a rodar los dados de la especulación nuevamente, sacudiendo la región y provocando desplomes en las principales bolsas de valores del mundo.
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El gobierno de Irlanda confirmó ayer que descubrió un error contable cometido por el Ministerio de Finanzas, lo que ha reducido la deuda de ese país en nada más y nada menos que 3.600 millones de euros, según informó la agencia EFE. La equivocación se cometió en 2010, y al haberla detectado ocasionó que la deuda pública irlandesa haya bajado 2,3% del Producto Interno Bruto (PIB). Igualmente, el pasivo sigue en niveles sumamente elevados, alcanzando el 111% del PIB. El "problema" se originó cuando una transacción entre la Agencia Nacional de Gestión del Tesoro (NTMA por su sigla en inglés) y la Agencia de Financiación de la Vivienda (HFA, también por su sigla en inglés) se contabilizó por partida doble.
De acuerdo a un artículo publicado por la agencia de noticias BBC, el gobierno heleno es “el ejemplo más claro de la crisis política que afecta a muchos países de Europa, donde en tiempos de recesión, el interés de los mercados vive enfrentado a la expresión de la voluntad ciudadana, lo que da lugar a la paradoja de que una consulta democrática dé lugar a reacciones de espanto”. Papandreu, y el gobierno socialista que encabeza, lleva varios meses metido en una olla a presión, enfrentando importantes protestas sociales -incluyendo cinco huelgas generales en lo que va del año-, y al mismo tiempo al Banco Central Europeo (BCE) y el FMI, que le exigen más medidas de austeridad y privatizaciones.
A ello se le suma la desintegración política de su partido, el Pasok, que dejan al Ejecutivo en la cuerda floja. La diputada socialista y ex ministra Milena Apostolaki se declaró independiente por discrepar con la política del primer ministro, lo que reduce a 152 la bancada oficialista, sólo una más de la necesaria para la mayoría absoluta en el Parlamento.
La convocatoria a un referendo abre un gran manto de incertidumbre en toda Europa, ya que según algunos sondeos realizados, 60% de los griegos está en contra de los planes de recortes, incluso si eso supone deshacerse de parte de la deuda. Además, no sólo resolverá acerca del posible rescate, sino que da a los griegos la posibilidad de salirse del euro, lo cual podría generar turbulencias financieras impredecibles.
Vox populi
La intervención de la ciudadanía a la hora de laudar asuntos trascendentes para la economía de sus países, como la que se promueve en Grecia, tiene al menos un antecedente cercano en Europa. En abril de este año Islandia sometió a consulta popular si el Estado debía devolver a 300.000 clientes británicos y holandeses del banco Icesave sus ahorros, tras la quiebra en octubre de 2008. El monto en discusión ascendía a los 5.000 millones de dólares (3.474 millones de euros). Un 58% de los islandeses dijo que "no". Era la segunda vez que debían expedirse sobre el tema. El primer referendo, celebrado en marzo de 2010, había sido aún más contundente: 90% del electorado se negó a apoyar los reintegros, lo cual obligó al Poder Ejecutivo a renegociar con Gran Bretaña y Holanda un nuevo acuerdo para el pago de las indemnizaciones que sus gobiernos habían adelantado a sus nacionales tras la quiebra del banco, y que todavía aspiran a recuperar, ahora por la vía judicial.
Esta consulta no sólo definirá el futuro de quienes votan en ella, sino que afectará al conjunto de los países miembros de la UE. Un “no” de Grecia implicaría su automática bancarrota; el Estado no podría seguir pagando pensiones y sueldos a funcionarios, y lo más posible es que se viera obligado a salirse del euro. Para el resto de la eurozona implicaría un efecto de contagio hacia otros países que tienen elevado nivel de deuda pública, como Italia o España, y podría poner en peligro los intentos de la UE de conseguir fondos de países emergentes.
A largo plazo, se teme por una segunda y más profunda recesión de los mercados internacionales, así como una profundización de la crisis política que vive la UE.
Juego de azar
Las respuestas a la decisión griega no demoraron en llegar, y las dos máximas autoridades de la Unión Europea, el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, afirmaron ayer que esperan que Grecia cumpla con los compromisos que asumió en la cumbre de la semana pasada. “Estamos convencidos de que este acuerdo es lo mejor para Grecia. Confiamos plenamente en que Grecia cumpla los compromisos asumidos en relación con la eurozona y la comunidad internacional”, señala un comunicado conjunto.
Por su parte, luego de una conversación telefónica mantenida ayer, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, acordaron hablar hoy con el gobierno griego, el FMI y sus socios europeos en Cannes, antes de la cumbre del G20, para exponer la necesidad de implementar el rescate a Grecia, según informó la agencia de noticias Reuters. El portavoz de Merkel, Steffen Seibert, dijo que ambos mandatarios “acordaron, junto con sus socios europeos, vía telefónica, garantizar la plena y rápida implementación de las decisiones de la cumbre, que son hoy en día más necesarias que nunca”.
En este contexto, la cumbre del G20 entre países industrializados y emergentes adquiere aun mayor importancia, y según el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, se debería enviar una “poderosa señal” de que Europa seguirá adelante con sus planes para superar la crisis. Comparó la decisión de las autoridades griegas con “un juego de dados” que suma incertidumbre al mercado y que si fracasa “sería un caos”. “Me parece un juego de dados. No sé cómo se vaya a presentar la pregunta, pero lo seguro es que va a agregar incertidumbre a los mercados”, aseguró al referirse al texto mediante el cual los griegos deberán pronunciarse.