Desde la salida de la crisis de 2002 la economía uruguaya ha registrado un importante crecimiento de su actividad que se ha reflejado en una amplia gama de indicadores y en la evolución de la mayoría de los sectores. Pero no es el caso de la industria de la vestimenta, que muestra síntomas de una vulnerabilidad que preocupa a sus integrantes. La CIV realizó ayer una presentación ante medios de comunicación bajo el título "La industria de la vestimenta al desnudo", que estuvo a cargo del presidente de la gremial, Elbio Fuscaldo. En una breve introducción, el empresario recordó que, hasta 1998, Estados Unidos (EEUU) tenía un sistema de cuotas para el ingreso de productos del rubro, pero desde entonces comenzó una "desgravación progresiva" que tuvo en 2005 su momento de inflexión con la eliminación de esas cuotas. Esto llevó a que en algunos países "desapareciera la industria" porque los empresarios no podían competir con los países asiáticos, que aplicaban una política "depredatoria" por su bajo costo laboral. Como consecuencia, a nivel internacional -Uruguay no fue la excepción- las firmas “se hicieron importadoras, se fundieron o se especializaron”, describió Fuscaldo. Detalló que el costo más pesado del rubro es la mano de obra: 33% corresponde a la mano de obra propia, otro 33% a la de los servicios que se adquieren y sólo el restante 33% a la materia prima.
Elena no
Fuscaldo presentó algunos datos sobre la situación actual de la cadena textil-vestimenta en Uruguay, mostrando que entre 2008 y 2010 la producción física bajó en casi 100 millones de dólares, de 480 a 389 millones. En comparación con el resto de la industria, en el año de mayor impacto de la crisis global, 2009, el conjunto de sectores industriales verificó una leve caída de 4%, pero en la vestimenta el deterioro trepó a 26%. "En el promedio se ahogan los petisos, y los petisos somos nosotros”, graficó el industrial. Destacó que la producción perdida "se sustituyó por importaciones", determinando un agravamiento de su déficit comercial. Recordó que hasta 2004 Uruguay registró superávit comercial en la vestimenta, pero a partir de 2005 pasó a terreno negativo y el déficit siguió incrementándose durante los últimos años. Ejemplificó señalando que en el período enero-octubre de 2010 se importaron 129 millones de dólares y se exportaron 36 millones, lo que dejó un "rojo" de 93 millones, mientras que en igual período de este año, las compras ascendieron a 178 millones de dólares y las ventas a 42, lo que arroja un déficit de 136 millones de dólares. Las empresas de esta rama son en su mayoría pequeñas y medianas: 83% de las firmas tiene entre uno y cuatro empleados, y 12,9% entre cinco y 19. Solo el 0,7% tiene más de 100 ocupados, lo que se debe -según el directivo- a que estas empresas grandes “tienen poca cintura para soportar las crisis” por sus altos costos laborales. No obstante, resaltó que el conjunto del sector emplea a 33.000 personas actualmente en todo el país.
El principal destino de su producción es la exportación, que ha caído 10% entre 2007 y 2010 (por las bajas registradas en 2008 y 2009). Pese a ello, explicó, la producción está "creciendo lentamente" desde el piso registrado en el marco de la crisis de 2002, aunque "los salarios han crecido por encima de los precios". La región es el principal destino. Argentina concentra el 43,9% de las colocaciones uruguayas, al tiempo que Brasil representa el 26,3%. También se destaca México, que adquiere el 18,1%. Fuscaldo recordó que en la década de los 70, 90% de las ventas se dirigía hacia EEUU, pero después, como consecuencia de la caída de los cupos derivada del ingreso masivo de productos chinos, a ese mercado sólo se exporta actualmente el 2,9%, siendo el cuarto destino en importancia. Por último se encuentran Chile, que absorbe el 2,4%, y España, con el 1%, mientras que el 5,3% restante se reparte entre otros países.
Un benzetacil
Fuscaldo también se refirió a la Ley de la Vestimenta votada por unanimidad en el Parlamento y a la espera de su promulgación por el Poder Ejecutivo, norma que apunta a "asegurar la sustentabilidad del sector, mejorar la calidad de las condiciones de trabajo, mejorar el modelo productivo, mejorar la competitividad y la productividad del sector, crear fuentes de empleo con mano de obra calificada y disminuir el empleo precario". Sobre el punto, evaluó: "Parece un hecho muy viciado de deseos que todos podemos compartir, el tema es si cumple con ello", y agregó que la norma "no resuelve el problema de coyuntura". Comentó que la iniciativa "tiene un efecto exclusivamente psicológico de decir: 'apoyamos con algo'”. Pero no mucho más. "Para los problemas que tenemos precisaríamos un buen antibiótico, y ésto son [como] las Flores de Bach". Comentó que con los trabajadores se acordó que los 27 millones de dólares previstos para los siete años de duración del proyecto se distribuyan en: 33% al trabajador, 33% para inversiones y 33% para solventar problemas de competitividad. Precisó que se trata de 1.660.000 dólares por año que se distribuyen entre más de 1.000 empresas, suma que sólo representa 0,5% de la facturación del rubro. Otro problema señalado fue el de "los palos en la rueda del Mercosur" generados por las trabas que aplica Argentina "con su política proteccionista" así como por "las medidas de defensa" dispuestas por Brasil, que hace que "miles de prendas no puedan entrar a esos mercados". Respecto de Argentina dijo que allí hay "anomalías" en la expedición de certificados y licencias a las exportaciones. Y aunque el mecanismo de consulta establecido entre ambos gobiernos con el compromiso del lado argentino de que las licencias se otorguen en menos de 30 días, hay partidas de mercadería paradas desde hace 90. Reconoció que para el gobierno uruguayo esas partidas suponen "un tema secundario" en la lista de puntos a negociar con Buenos Aires, pero enfatizó que 33.000 personas dependen de la industria. "Queremos medidas que compensen esa subordinación [...] o buscar soluciones ingeniosas. No medidas espejo porque sabemos que no logramos nada", sostuvo. Por último, los industriales también advirtieron contra la caída en la demanda desde mercados extrarregionales debido a los efectos de la crisis mundial, y alertaron por la apreciación de la moneda uruguaya, particularmente respecto del real. "Para los brasileños es menos interesante importar, y a nosotros nos rinde menos”.
Lógica proposicional
Fuscaldo resaltó el carácter proactivo de la CIV al proponer soluciones, y en tal sentido sugirió una serie de medidas que a su juicio debería adoptar el gobierno. Instó a aumentar la devolución de tributos a la exportación de productos terminados; exonerar temporalmente el aporte patronal a la vestimenta analizando indicadores de evolución sectorial; solucionar problemas concretos con los socios del Mercosur por la pérdida de competitividad estructural y adecuar el esquema de compras públicas. En cuanto a la ley: “Es necesario complementarla con otras medidas de coyuntura”. Por último, recomendó hacer funcionar regularmente al Consejo Sectorial tripartito para garantizar un monitoreo constante de la evolución de la industria. El empresario aseguró que esas medidas pueden “autosolventarse sin generar costos extra para el Estado”.