En su informe “Señales y tendencias”, Shell hace una evaluación sobre los futuros escenarios de la energía, referido tanto a los desarrollos globales como al suministro, uso y necesidades de energía en el ámbito mundial. De esa forma, se contribuye a “tomar decisiones cruciales en tiempos de incertidumbre, en la medida que nos enfrentamos a severas cuestiones energéticas y medioambientales”, asegura Peter Voser, CEO de la compañía.

De acuerdo al documento, durante las próximas cuatro décadas el sistema de energía mundial presenciará profundos desarrollos. Para ello, será “vital” una intensa colaboración entre la sociedad civil y los sectores públicos y privados, que les haga frente a los “desafíos económicos, energéticos y medioambientales”.

El informe asegura que el mundo está ingresando en una “era de transiciones volátiles y ciclos económicos intensos”. Si bien recuerda que la crisis financiera global “interrumpió el boom de los precios del petróleo y las materias primas”, advierte que “esa tendencia puede volver a presentarse”. “Las naciones emergentes, como China e India, están pasando por una etapa de desarrollo intensivo y un mercado exigido continuará haciendo presión sobre los precios y generará volatilidad”, detalla.

En ese sentido, si bien destaca que las mejoras en la elaboración de políticas y los fuertes aumentos de la productividad han contribuido a las economías a crecer sin inflación durante los últimos 20 años, alerta “que el efecto moderador de esta combinación de buenas políticas, buenas prácticas y buena suerte” probablemente no continúe en el futuro.

Combinaciones

La Shell fundamenta en el informe que los países emergentes “están ingresando a su fase más intensiva de consumo de energía como consecuencia del crecimiento económico que se traduce en mayor industrialización, urbanización, infraestructura edilicia y aumento en el uso del transporte”. Por ello, las presiones de la demanda estimularán una mayor eficiencia en el uso de la energía y la utilización de suministros alternativos. Sin embargo, “esto sólo podría no ser suficiente para aliviar completamente las tensiones de una creciente demanda”. El informe de la compañía asegura que la demanda subyacente de energía para 2050 podría triplicar su nivel del año 2000 si los emergentes siguen sosteniendo tal grado de desarrollo.

A grandes rasgos, señala que la innovación y la competencia podrían estimular la eficiencia energética para “moderar la demanda subyacente en alrededor de 20%”, mientras que las tasas de crecimiento del suministro -considerando las realidades tecnológicas, geológicas, competitivas, financieras y políticas- podrían incrementar la producción en 50%. No obstante, se advierte que esta situación deja igualmente abierta una importante “brecha entre la oferta y la demanda”, diferencia que “tendrá que ser cubierta por alguna combinación de extraordinaria moderación en la demanda y una extraordinaria aceleración de la producción”.

Shell entiende que la oferta se esforzará por mantener el ritmo de la demanda, pero estima que “para finales de la próxima década el crecimiento en la producción y gas de fácil acceso no igualará la tasa proyectada de crecimiento” del consumo.

Enfatiza que existen “abundantes yacimientos de carbón”, pero que “las dificultades de transporte y la degradación medioambiental en definitiva ponen límites a su crecimiento”. Por su parte, las fuentes alternativas de energía -como los biocombustibles- “podrían transformarse en una parte mucho más significativa de la combinación de energías”. Igualmente, alerta que “no hay una ‘bala de plata’ que resuelva completamente las tensiones entre la oferta y la demanda”.

En ese sentido, añade que “las nuevas tecnologías energéticas deben ser demostradas a escala comercial y se requieren 30 años de crecimiento sostenido de dos dígitos para desarrollar la capacidad industrial y crecer lo suficiente como para que representen entre 1% y 2% del sistema energético”. Y proyecta que “las políticas que se adopten en los próximos cinco años darán forma a las inversiones para los siguientes diez años, lo cual pinta a grandes rasgos el panorama mundial de la energía con miras a 2050”, evalúa.

Nuevo mundo

En otro orden, subraya que la crisis económica global coincidió con “un traslado del poder geopolítico y económico desde occidente a oriente”. De ahí que “las futuras generaciones podrían ver a 2008 como el punto de inflexión. El mundo enfrenta un período de políticas globales inciertas. Las fallas estratégicas están asomando. Los poderes emergentes están defendiendo en forma creciente y segura lo que consideran son sus intereses nacionales. Esto a su vez socava los mecanismos globales para asegurar la seguridad colectiva”, describe el documento.

Por último, se hace mención a las crecientes “presiones medioambientales”, ya que “aun si fuera posible para los combustibles fósiles, mantener la actual proporción en la combinación de energías y responder al aumento en la demanda, las emisiones de CO2 se ubicarían en un nivel que podría amenazar severamente el bienestar humano”.

Igualmente, advierte que con la moderación en el uso de los combustibles fósiles y una gestión efectiva de las emisiones de CO2, “las perspectivas continúan siendo desafiantes”. “Permanecer con niveles deseables de concentración de CO2 en la atmósfera será algo cada vez más difícil”, estima la petrolera.