La gestión profesionalizada de los pasivos del Estado uruguayo tiene como objetivo la disminución de la deuda neta del sector público en términos de Producto Interno Bruto (PIB), la disminución de costos asociada a cuándo actuar en el mercado para aprovechar coyunturas de tasas de interés históricamente bajas, y reducir el riesgo de tipo de cambio. Esto implica incrementar la emisión de deuda nominada en moneda nacional, para sustituir deuda emitida en moneda extranjera.

En este análisis conviene ir por partes. Es importante, en primer lugar, aclarar el concepto de “deuda pública neta”, en virtud de que ya es infrecuente escuchar el concepto de “deuda externa” para referir a las obligaciones financieras del Estado.

El concepto utilizado en la actualidad es más amplio, y abarca no sólo a los acreedores externos del país sino que también alcanza a los agentes  locales, que han pasado en gran medida a ser acreedores principales.

En este último grupo se encuentran tenedores de deuda pública como, por ejemplo, los bancos con actividad en la plaza financiera local, las compañías de seguros, los inversores privados independientes, y principalmente los fondos de pensión; éstos no son otra cosa que el ahorro de los trabajadores uruguayos para la etapa de retiro.

A su vez, cuando se incluyó el concepto de deuda “neta”, se remitió al endeudamiento cuando se le ha deducido ciertas reservas disponibles del Banco Central del Uruguay (BCU). Al mismo tiempo, la medición en función del PIB resulta lógica para visualizar con claridad el peso de la deuda sobre la sociedad en cada momento de la vida histórica del Uruguay. No es lo mismo financiar un Estado de un país que produce 11.500 millones de dólares al año, como ocurría en 2003, que hacerlo con uno que producirá cerca de 40.000 millones de dólares en el presente 2011, de acuerdo a las proyecciones oficiales.

Son escenarios diferentes, y comparar, por ejemplo, la deuda medida en millones de dólares a lo largo del tiempo podrá llevar a suponer que lo que se adeuda hoy respecto del pasado es infinitamente superior. Pero medido en función de todo el esfuerzo de la sociedad, el peso actual resultará absolutamente menor.

Resulta relevante, asimismo, la gestión de los pasivos financieros del Estado a efectos de tener horizontes despejados, sin vencimientos acuciantes. Esto permitirá no sólo disminuir el riesgo de no cumplir, sino que, a la vez, permite seleccionar el momento más conveniente para salir al mercado a emitir deuda, cuando las tasas de interés que deberá pagar esa nueva emisión sean menores de lo que se paga en la actualidad. No hay que olvidar que en 2010 se pagaron casi 1.000 millones de dólares sólo de intereses, casi 3% del PIB del pasado año.

Pesificando

Como estrategia de futuro y dura lección del pasado, cuanta más deuda tenga nominada el país en moneda nacional, menores riesgos habrá de que el peso de ésta se dispare de un momento a otro por factores externos a su gestión. Es decir: el Estado, como la mayoría de las familias uruguayas, obtiene sus ingresos en pesos, e intentar calzar la moneda en la cual percibe sus recursos con la moneda en la cual tiene nominadas sus obligaciones supone dar un paso estratégico de largo plazo.

En momentos en que, a causa de la denominada “guerra de divisas”, las monedas que servían de refugio, como el dólar, han dejado de serlo (al menos por ahora), se abren oportunidades para la captación de fondos con emisión de deuda en moneda local.

Bajo estos pilares, en enero pasado se realizó la primera emisión de deuda pública del año, alcanzando el equivalente a 1.256 millones de dólares, con plazos de tres y cinco años. Fue realizada enteramente en moneda nacional, con una parte indexada a la inflación futura (Unidades Indexadas, UI) y otra parte en moneda nominal.

Las emisiones en UI habían formado parte de la estrategia de desdolarización de la deuda durante los últimos años; sin embargo, la emisión en pesos uruguayos nominales no se realizaba desde 2005. A su vez, como forma de pago para adquirir los nuevos títulos, se aceptaron las Notas emitidas por el BCU con vencimientos de corto plazo. 90% de la emisión fue adquirido bajo esta modalidad, lo cual, visto de otro modo, implica que el sector público en su conjunto logró estirar vencimientos de muy corto plazo, para llevarlos a vencimientos de mediano plazo.

Según confirmó la Unidad de Gestión de la Deuda en su último reporte, la emisión de enero permitió reducir el peso de la deuda en dólares, que pasó de 70% a 60%. El objetivo oficial para todo el quinquenio consiste en llegar a que la deuda expresada en moneda extranjera represente el 55%, lo que hoy parece una meta alcanzable.

Asimismo, el pasado martes, la calificadora de riesgo canadiense DBRS elogió la calidad de la deuda pública uruguaya y su tendencia, reafirmando su previsión positiva para los próximos meses, cuando, posiblemente y de continuarse aplicando la línea de disciplina fiscal y crecimiento económico, acerque la deuda nacional a un solo escalón del grado inversor perdido hace casi diez años como consecuencia de la crisis financiera de 2002.