Egipto no es un país rico ni un gran productor de petróleo pero comparte con varios países que sí lo son la ubicación en una región que, como Medio Oriente, representa una casi permanente fuente de conflictos internacionales, vinculados tanto a su condición de área de reserva mundial de crudo como a la presencia del Estado de Israel, rechazado desde su nacimiento, en 1948, por los Estados árabes que lo circundan.

En su territorio se localiza el estratégico Canal de Suez, zona principal de tránsito de todo el petróleo que los grandes productores del energético, como Arabia Saudita e Irán (no árabe), colocan diariamente en las economías del occidente atlántico, principalmente las de la Unión Europea, que se abastecen para funcionar del crudo proveniente del Golfo Pérsico. Guerras como la de 1956, en la que Israel entró en conflicto con Egipto apoyado por Francia y Gran Bretaña, mientras que Estados Unidos (EEUU) y la Unión Soviética (URSS) respaldaron la posición del país árabe, tuvieron como detonante el tema del tránsito marítimo comercial a través del Canal, tras la decisión de nacionalizarlo adoptada por el gobierno del líder nacionalista Gamal Abdel Nasser.

Su fortaleza en el escenario mediterráneo del Levante radica, así, en su posición geográfica y en su numerosa demografía, que lo convierten en uno de los referentes políticos fundamentales del mundo árabe y musulmán.

Cuna de la logia fundamentalista de la Hermandad Musulmana, fundada en los albores de la década del 20 del siglo pasado, Egipto se transformó, a partir del impulso modernizador de la revolución nacionalista de 1952, en un interlocutor privilegiado de las grandes potencias occidentales. Al igual que Israel, primero lo fue de la URSS y después, hasta el presente, de EEUU, cuyos aliados más influyentes de la zona son, desde hace más de medio siglo, el Estado judío, el propio Egipto y Turquía.

El futuro de la estabilidad de ese rol de nexo entre la Liga Árabe y las potencias atlánticas, y de la administración del clave Canal de Suez, son los elementos que sustentan la preocupación y aun la alarma activadas durante las últimas semanas en los principales centros de poder occidentales.

Así es que, este martes, la agencia calificadora de crédito Standard & Poor's degradó la nota de riesgo asignada a la deuda egipcia de largo plazo tras una semana de encendidas protestas contra el mandatario Hosni Mubarak, dejándola en el grado BB al tiempo de advertir que en el correr de los próximos tres meses podría realizar otra degradación.

Según informó la agencia de noticias AP, Standard & Poor's alertó que la inestabilidad y la agitación políticas en las ciudades egipcias obstruirán la expansión de la economía y dañarán las finanzas del país. La calificadora evalúa que la eventual designación de un nuevo vicepresidente y aun la destitución del gobierno de Mubarak no impedirán la continuidad de las protestas masivas. La decisión de esa empresa se sumó a la de su competidora Moody's, que hizo lo mismo el día anterior.

Asimismo, las interrupciones del tránsito en los puertos de Alejandría y Damietta, la creciente debilidad del dólar y las incertidumbres de los mercados ante las movilizaciones callejeras en varios países del Magreb y la península arábiga hicieron que este martes la cotización del barril del petróleo pesado Brent superara los 101 dólares, cuando hasta hace pocas semanas no excedía los 90. “La geopolítica está a la vanguardia del sentimiento en este momento. Y si bien no esperamos que el tránsito [de petróleo] se vea afectado, las noticias de interrupciones portuarias nos plantean el ¿qué pasa si?”, declaró Amrita Sen, analista de Barclays, citado por la agencia de noticias Reuters.

Las inquietudes globales despertadas por el fermental contexto regional ya determinaron que la semana pasada EEUU elevara en 2.800.000 barriles su stock de crudo, mientras que la Agencia Internacional de Energía pidió “flexibilidad” en el flujo de extracción a la Organización de Productores y Exportadores de Petróleo.

Pero las tensiones continúan y ayer las cotizaciones a futuro del Brent alcanzaron sus valores máximos en 28 meses, es decir, desde el pico de la crisis global, al rozar los 102 dólares. Y es que el Oriente Medio y el Magreb, epicentros de las convulsiones sociales, aportan más de un tercio de la producción mundial de petróleo. “Sospechamos que el enfrentamiento político en Egipto, aún no resuelto, probablemente mantendrá los precios del crudo bastante bien demandados, al menos por lo que resta de la semana”, dijo Edward Meir, analista de materias primas de MF Global. En sintonía, los analistas de Crèdit Suisse señalaron que el riesgo para los precios seguirá “sesgado al alza” si las tensiones geopolíticas en Egipto mantienen su curso. “Prevemos que los precios del petróleo cedan una vez que se disipen las tensiones, debido a los amplios inventarios globales”, indicaron.