La apuesta a una obra de teatro adaptada al lenguaje de la danza y varias giras europeas fueron algunas de las novedades anunciadas el viernes en el lanzamiento de la nueva temporada del Ballet Nacional del SODRE (BNS), que tiene el desafío de superar las cotas de popularidad y calidad que marcó en 2010.

Comienza el año para el ballet oficial y su director artístico, Julio Bocca, dijo estar feliz de seguir trabajando en la forma en que lo están haciendo y agradeció al SODRE, a la gente del auditorio y muy especialmente a los auspiciantes que han permitido en esa conjunción de lo público y lo privado llevar a escena producciones de gran nivel y calidad artística.

Durante la conferencia de prensa de lanzamiento de la flamante temporada 2011, Bocca dio varias primicias: habrá futuras giras del BNS por Alemania, Holanda y Asia, entre otros destinos. Pero el tema central fue el estreno de la obra Un tranvía llamado Deseo, del autor estadounidense Tennessee Williams, que el BNS llevará a escena en la versión para ballet del coreógrafo argentino Mauricio Wainrott, actual director del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín de Buenos Aires. Orgulloso y contento con la hazaña de haber conseguido los derechos de semejante producción y de poder realizarla acá, Bocca agregó que la puesta en escena representa “un desafío para el público, que no va a ver el tutú o el cisne negro de la película sino una obra de teatro interpretada por bailarines”, así como para los bailarines, que tuvieron que descubrir cosas internas y empezar a sacarlas. “Es una obra en donde no importa sólo que el pie esté estirado y el arabesco sea alto sino que el personaje esté bien interpretado”, resumió el director del BNS.

Allá por Nueva Orleans

Clásico casi desde que se representó por primera vez en Broadway en 1947, Un tranvía llamado Deseo fue llevado tres veces al cine y conoce una adaptación para ópera. Las figuras centrales de la historia son Blanche DuBois, una dama sureña con delirios de grandeza, refugiada en un mundo inventado, altanera y desequilibrada, y Stanley Kowalski, su rudo cuñado miembro de la clase inmigrante proletaria, que en esos tiempos incrementaba su presencia en la vida norteamericana. Se ha dicho que estos personajes, de exacerbada sexualidad, suelen realizar esfuerzos desesperados para aceptar la propia imagen despojada de un sueño e incapacitados para ser, se debaten en un tormento interior sin salida. Como telón de fondo de la obra de Williams está la sociedad del sur de Estados Unidos que, luego de la Segunda Guerra Mundial, todavía se aferraba -al igual que Blanche- a los privilegios de la aristocracia que se derrumba estrepitosamente ante sus ojos en tanto nace una nueva América.

Un tranvía llamado Deseo es atravesado por temas urticantes como la negación de la realidad, la locura, la violencia, el maltrato, el amor no correspondido, la violación. Interpretar un personaje con un drama tan profundo como el de Blanche DuBois será todo un desafío para las bailarinas Sofía Sajac y Rosina Gil, recientemente ascendida a solista del BNS.

Wainrott, un coreógrafo sofisticado y dotado de una musicalidad sorprendente, que ha estrenado con el BNS Consagración de la primavera, comienza su obra justo en el momento en que termina la de Williams, con Blanche DuBois conducida a un manicomio. De allí en más, la obra se desarrolla en base a recuerdos y flashbacks de la protagonista que va recordando a la gente que la rodeó mediante los internos.

Durante la conferencia, Wainrott mencionó que se trata de una obra de gran complejidad desde el punto de vista psicológico, que estrenó hace ocho años con el Ballet de Santiago. “Si bien se baila en puntas es neoclásica. Lo importante es que la historia es una obra paradigmática del teatro norteamericano […] Estoy enamorado de los personajes y de las chicas y los chicos que hacen este trabajo y agradecido de que la obra esté nuevamente en cartel”, dijo el coreógrafo.

Sobre si se trata de ballet o de danza teatro, contestó que no le importan las definiciones. “Soy un coreógrafo de danza contemporánea pero tengo una base de clásico por haber realizado el Colón”, dijo y agregó que en la Ópera de París hacen a Pina Bausch -que es claramente danza teatro- y eso tiene que ver con “la apertura mental, con ser curiosos, investigar y tener el deseo de hacer todo propio de los artistas”.

Impactante

Previo a la conferencia hubo posibilidad de ver un ensayo abierto de la obra. En los minutos que pudieron apreciarse, la música y la coreografía resultan de una intensidad escalofriante, esa que hace que la piel se erice y la conmoción se instale en la garganta.

En determinado momento, Rosina Gil y su partenaire realizan un porté (él) y un jeté (ella, pero con la cabeza abajo) que realmente corta el aliento.

La obra es intensa, lo que se trasluce en las interpretaciones. No es extraño que Wainrott y más de uno de los bailarines contaran que al finalizar los ensayos se les caían las lágrimas. El bailarín Francisco Carámbula lo explicó claramente: “Es una obra de danza poderosa, uno no se va igual que cuando entró y me parece que eso es importante, que la danza puede hacer esas cosas”.

La música de Bela Bartok está tan ajustada que no es extraño que un cronista alemán haya escrito que “parecía escrita para la obra de Wainrott”.

Consultada por la diaria, la primera bailarina uruguaya Giovana Martinatto que realizará el papel de Stella, la dedicada hermana de Blanche, siempre pendiente de Stanley, dijo que Wainrott hace énfasis en la construcción de los personajes y que a ella le resulta desafiante la danza propuesta por el coreógrafo, más libre, más curva y desestructurada que el ballet, que es más lineal, en la que ni el torso ni los brazos tienen posiciones estructuradas.

Rosina Gil, ahora con el pelo rubio al igual que Sofía Sajac, para dar mejor con el personaje de Blanche, contó a la diaria que la obra dura una hora y cuarto, duración en la que hay escenas muy corporales, muy fuertes, reales, de esquizofrenia y seducción sin censuras, en las que el deseo (que en la obra original es el nombre del traqueteante tranvía que recorre ruidosamente el barrio) aparece como lo opuesto a la muerte.