Recolección selectiva

En el Municipio CH -que incluye los barrios Punta Carretas, Pocitos, Buceo, Parque Batlle, Villa Dolores, La Blanqueada y Larrañaga- trabajan en la consolidación de un plan piloto de clasificación de residuos. “Recolección selectiva” se denomina el proyecto que se desarrollará en la zona con mayor densidad de población del Uruguay, y que se irá implementando por etapas. El concejal del Municipio CH, Hugo Recal, detalló que abarcará unas 82 manzanas que concentran gran cantidad de edificios y por ende de residuos domiciliarios. 21 de Setiembre, Vázquez Ledesma, Ellauri, 26 de Marzo y la Rambla son algunas de las calles que delimitarán la experiencia piloto y la zona a la que los clasificadores no podrán ingresar con sus carros. “Todo comienza en la casa”, empezó diciendo Recal, “el ama de casa va a poner dos recipientes, uno para los residuos húmedos y otro para los secos, nada de separar entre orgánicos e inorgánicos, y la Intendencia le va a dar a cada edificio dos recipientes para separar los residuos”. La tarea de separar las bolsas de basura será de los porteros, con quienes ya han entrado en contacto y les han explicado cuál será su rol en la experiencia. Luego pasará un camión especial a una hora determinada al que se le darán los residuos secos y eso va a ser enviado a un centro de clasificación que funcionará en una zona cercana a donde vive la mayoría de los clasificadores. “La idea es que se dignifique al hurgador, que tenga un centro de trabajo con las mismas condiciones que cualquier otro trabajador, con guantes, tapabocas, maquinaria adecuada, etcétera; y lo más importante es que sacás al hurgador de la calle”, señaló Recal. Luis Luján, alcalde del Municipio CH, explicó que el plan abordará uno de los principales problemas de la zona: el manejo de los residuos, y que a futuro servirá de ejemplo para otros barrios capitalinos. Asimismo, dijo que ya están trabajando junto con la Intendencia de Montevideo en la elaboración de una campaña informativa de la propuesta y concientización de los vecinos, aunque informó que todavía no hay fechas tentativas de cuándo comienza a funcionar el plan. En cuanto al proyecto, Patricia Gutiérrez, secretaria de la Unión de Clasificadores de Residuos Urbanos Sólidos (UCRUS), agremiación que nuclea a más de 1.700 afiliados, entre clasificadores independientes e integrantes de cooperativas, manifestó preocupación y adelantó que el miércoles el gremio realizará una reunión para informar del tema. “Estamos en una pelea por el proyecto de Pocitos; la intendencia hizo un proyecto donde nos excluye a nosotros”, comenzó diciendo. Agregó: “Los clasificadores no entrarían más a Pocitos; son 80 manzanas donde está la materia más rica”. Al respecto, Recal explicó que si bien no se va a permitir el ingreso de los carritos, los clasificadores van a tener una planta de reciclado. “No se les niega el trabajo, se les facilita”, enfatizó. Uno de los beneficios que Recal destacó es que la planta de reciclado estará ubicada más cerca de sus casas, además trabajarán en mejores condiciones, se formalizará la tarea y lentamente se eliminarán los intermediarios, que son quienes se llevan la mayor parte del dinero. ■ GM

La producción de desechos forma parte de la vida de un ser humano. El problema surge cuando superan la capacidad de gestión de un país. “La gente saca la basura y después se desentiende, pero es de todos y debemos solucionar la gestión entre todos. Acá había un reclame que mostraba a un tipo corriendo y cuando alguien tiraba un papelito se tiraba y agarraba el papelito. Eso no me dice nada. ¿A quién concientiza eso? Sin embargo, nadie lanza una campaña que diga ‘vecino y vecina, contribuya con el medio ambiente, separe lo húmedo de lo seco”, manifestó Héctor Brum, integrante de la cooperativa La Resistencia.

“En el año 1992 en este departamento [Montevideo] se educaba que no era más limpio el que más limpiaba sino el que menos ensuciaba y hoy, en 2011, tenemos todavía nuestros basureros endémicos creados por el propio vecino. Todos tenemos que aportar un granito, no es caro, no sale nada y ahorramos un montón. Ahorramos la problemática de disposición final, generamos empleo (porque la materia prima que nosotros levantamos la volcamos a la industria nacional) y aprovechamos los recursos que tenemos”, resaltó Brum. La Resistencia es una de las tantas cooperativas de clasificadores que trabajan en nuestro país y que están monitoreadas por el Programa Uruguay Clasifica (PUC) del Ministerio de Desarrollo Social (Mides). Está formada por vecinos de la zona de Casavalle: Héctor, El Sapo, Lourdes, El Compa y Tito. “Esta cooperativa es parte de la historia de los clasificadores de una parte de Montevideo. Nosotros la organizamos y la llevamos a la práctica por la necesidad de sobrevivir. Apostamos al colectivo en el trabajo y en la parte humana”, expresaron.

“Yo fui clasificador por obligación, no por opción. A mí me gustaría que este trabajo fuera por opción, que haya una capacitación correspondiente en el valor agregado de la materia prima. Nosotros nos cagamos de hambre mientras los dueños de depósitos les regalan autos y viajes a Estados Unidos a los hijos cuando cumplen 18 años. Nosotros seguimos en los pisos de barro y enganchados de la luz. Queremos otra cosa. No queremos que nos regalen nada, no queremos asistencialismo, pero sí queremos trabajar dignamente”, apuntó Héctor. “Acá no somos clasificadores porque venimos de familia de clasificadores. Todos fuimos trabajadores formales y a muchos la crisis de 2002 nos mató. Todos empezamos como clasificadores independientes, llevando la mugre a nuestras casas, convirtiéndolas en basurales y haciendo que participaran nuestras compañeras y nuestros hijos. Ahora que contamos con el apoyo del Mides, apostamos al tema del circuito limpio, en plantas de clasificación”, enfatizó.

Reciclar para incluir

El PUC trabaja por la inclusión laboral, social y cultural de las personas que viven de la clasificación informal de residuos sólidos urbanos. Promueve los denominados “circuitos limpios”, que permiten recuperar materia prima plausible de ser reciclada y por lo tanto contribuyen al cuidado del medio ambiente y a la generación de empleos formales. “El PUC nace en marzo de 2006, un año después de la creación del Mides. En ese momento había un trabajo con el tema de los clasificadores desde la sociedad civil, la Facultad de Veterinaria y la Intendencia de Montevideo pero desde el Mides no había ningún programa que se dedicara al tema. El PUC básicamente nace porque un grupo grande de clasificadores quedó fuera del Plan de Emergencia. Al ser un programa que empezó sin presupuesto nos dio la posibilidad de hacerlo más participativo (ONG, técnicos, ministerios y clasificadores). Lo primero era poner el tema en la agenda”, explicó Viviana Basanta, directora del PUC.

A través de la presentación de un proyecto al Mercosur, el programa comienza a trabajar a fines de 2008 con la población del interior del país. La financiación del Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur (Focem), a través del proyecto “Desarrollo de capacidades e infraestructura para clasificadores informales de residuos urbanos del interior del país”, permitió multiplicar experiencias similares en todo el territorio. “El primer planteo de circuito limpio fue con la cooperativa Juan Cacharpa (Montevideo). Junto con la intendencia y cooperativas de la zona armamos la primera experiencia de trabajo. Allí la comunidad estaba involucrada y fuimos pensando cómo podíamos cambiar lo que ellos hacían en los circuitos sucios a circuitos limpios”. Basanta precisa que aunque la experiencia con la cooperativa Juan Cacharpa se replicó en varias localidades de nuestro país, las dificultades con las que se topan día tras día obligan a los clasificadores a trabajar actualmente en sistemas mixtos [como es el caso de La Resistencia], o sea, en circuitos limpios, donde participan el clasificador y el ciudadano, y en circuitos sucios. Tanto los integrantes de La Resistencia como Viviana Basanta y Martina Celiberti, también del PUC, destacan la importancia de la participación en movidas internacionales.

“La ida al Primer Encuentro de Catadores en Brasil, que se hizo en Río Grande del Sur, fue un hito fundamental para los clasificadores de Montevideo. Participaron 30 clasificadores de Uruguay. El entusiasmo de los catadores que organizaban el encuentro provocó un entusiasmo en los clasificadores de nuestro país. Recuerdo que venían en el ómnibus haciendo cuentas para optimizar económicamente el trabajo”. Pero el escaso apoyo gubernamental llevó a que el entusiasmo se fuera perdiendo. De todos modos, Basanta resalta: “Haber ido es lo que los mantiene con la idea de que es posible. Una cosa es que te lo cuenten y otra es que veas que tus iguales lo pueden hacer”. Desde el PUC destacan que la tarea colectiva y fuera del hogar mejora la calidad de vida del clasificador aunque reconocen que muchos siguen trabajando en condiciones inhumanas.

Mientras que la labor de los clasificadores reduce el entierro de recursos renovables y no renovables, la necesidad de materia prima virgen genera importantes ingresos económicos para el país, los beneficios que ellos obtienen son casi nulos. “Nosotros con esto del circuito limpio no les pedimos a nuestros vecinos que pongan 16 bolsitas y hagan el trabajo por nosotros. Son dos bolsitas, de un lado lo seco, del otro lo húmedo; más nada. Al gobierno departamental le pedimos que busque los mecanismos para continuar con la división de la basura. Nosotros no vivimos de la mugre porque la mugre no la compra nadie. A la mugre hay que hacerle un proceso para que sirva para algo y nos dé de comer. La materia prima limpia y en buenas condiciones tiene un valor agregado”, destacó Brum.

Sin ellos no hay reciclaje

El aumento en la generación de residuos ha provocado la existencia de basurales endémicos, en los que a su vez proliferan insectos, roedores y focos infecciosos. El escaso lugar para depositar la basura ha transformado el proceso de reciclaje en un problema no sólo ecológico sino también económico y social. El gobierno departamental de Montevideo “no tiene dónde meter la basura. El 90% de la materia prima que va a disposición final es reciclable. Hoy, en el vertedero de Felipe Cardozo se entierran por día 530 camiones de basura, y, ¿sabés cuánta gente sobreviviría con eso…?”, aseguró Brum. Pero la basura, definida de ese modo, por el contexto en donde se encuentran los residuos y no por su contenido en sí, es un negocio redituable para algunos pocos. “Es un negocio para los depósitos y para muchas instituciones pero no para el clasificador. Nosotros hacemos la mayor parte del trabajo y cobramos 0,5% de la ganancia total. El resto no sé dónde está. Yo siempre digo que para que todo proyecto tenga sustentabidad se tiene que medir en la rentabilidad, porque la gente necesita comer y no podemos estar diez personas ganando 50 pesos por semana”, afirmó el clasificador.

Para que se pueda optimizar el proceso del reciclaje se necesitan varios actores: los ciudadanos, realizando la separación inicial de residuos; los clasificadores, discriminando los diversos materiales; las empresas, valorando el trabajo de un clasificador económicamente, y el gobierno, proponiendo y aprobando leyes que enmarquen este proceso. “Se trabaja distinto en diferentes lugares del país. Hay ciudades que han optado por que los clasificadores trabajen en vertederos y armen su planta de clasificación. El departamento de Salto, por ejemplo, trabaja con esta modalidad. Quizá en algún momento decida que los residuos que lleguen a la planta deban estar preclasificados, sería lo ideal. No es el Mides quien lo decide. La Ley Orgánica Municipal dice que son las intendencias las que tienen que hacerse cargo de la limpieza de la ciudad, destacó Basanta. “La limpieza implica no sólo la recolección sino la disposición final de esos residuos. Nosotros estamos convencidos de que en la medida que se hagan circuitos de recolección selectivos en cada una de las ciudades, se enterrarán menos residuos y se recuperarán más materiales para reciclar. De este modo los clasificadores mejorarían las condiciones de trabajo ya que manipularían materiales secos, limpios y reciclables. Esto a su vez generaría empleos, disminuiría la tala de árboles y el consumo, entre otras cosas. La cadena cerraría perfectamente. Pero el proceso no es sencillo para las intendencias dado que se necesita una logística especial. De todos modos, en distintos lugares se está trabajando con miras de solucionar el tema de los residuos”, declaró. Al ser consultada por la escasa sensibilización ciudadana hacia este tema indicó que “no se han hecho campañas de sensibilización porque no hay un plan que integre dentro de la recolección de residuos al vecino. En la medida en que el plan sea que los residuos vayan al vertedero es inútil hacer una campaña”.

Todavía falta

Pese a que existe la Ley 17.849 (Uso de envases no retornables) desde 2004, ésta no logra abarcar la totalidad de la problemática ambiental y social que generan los desechos. Está vigente únicamente en los departamentos de Canelones, Maldonado, Rivera, Rocha y Flores, y no regula la existencia de plantas de clasificación de residuos ni de vertederos. La responsable del PUC manifestó que “el marco legislativo es endeble en esta materia. La ley de envases es demasiado específica pero no abarca el problema medioambiental ni social desde la raíz. Es una ley creada para resolver un problema ambiental (los envases no retornables) pero que no resuelve el problema del sobreconsumo de artículos reciclables y su proceso, como tampoco la inclusión social de los clasificadores al circuito productivo”.

La Resistencia asegura que aunque las cosas con este gobierno han cambiado, aún no es suficiente. “A nosotros hoy se nos llama, se nos apoya, incluso en algunos ámbitos participamos, pero no tomamos las decisiones. Tenemos el poder de propuesta; ellos, el poder de decisión. Apostamos a la movilización y concientización del pueblo y no a poner bocas de pasta base y a que compañeras se prostituyan porque no tenemos para darles de comer…”. Desde el programa Uruguay Clasifica, por su parte, se entiende que queda mucho por trabajar y que habría que mirar experiencias como la de Brasil, que cuenta con una Ley Nacional de Residuos y un comité interministerial que trabaja con la inclusión social y económica de los catadores de materiales reciclables. “Nosotros entendemos que hay que mirar la experiencia de Brasil, como hicieron los clasificadores en un primer momento, para avanzar en una estructura legal en esta materia”.