Formado en la Berklee School, con ocho discos en su haber y un sinfín de participaciones que, además del ex The Police, suma los nombres de The Pretenders, Phil Collins, Manu Katché, Vinnie Colaiuta y Tina Turner, entre otros tantos, Dominic Miller se presentará en el teatro Solís el 5 de abril a las 21.00, con un ejército de sesionistas que incluye a Guy Pratt en bajo (Pink Floyd, Sheryl Crow, Madonna), al marroquí Rhani Krija (Sting) en percusión y al tecladista fundador de Level 42, Mike Lindup.
-¿Naciste en Buenos Aires?
-Sí, viví ahí hasta los 11 años.
-¿Por qué se fueron tus padres de allí?
-Mi padre tuvo trabajo en otro lugar. Fuimos para Estados Unidos. Mi padre es americano y mi madre islandesa. Yo vendría a ser anglo-argentino.
-Hoy, visto a la distancia, ¿te hubiera gustado hacer tu carrera en Argentina?
-No lo sé, es difícil de imaginarlo, creo que sería músico de todas formas. No importa de dónde vengo, puede que haya más oportunidades en Estados Unidos y en Europa para lo que yo hago, pero también hay muy buenos músicos en Argentina.
-Habiendo pasado por tantos países, ¿hoy cuál es tu lugar en el mundo? El que elegís como hogar...
-Ahora estoy en Marsella, Francia, pero no tengo un lugar. Es un problema que tengo, pero al mismo tiempo es una ventaja. Hay diferentes cosas por las que me siento argentino y otras por las que me siento europeo o americano. Si hablamos de fútbol te diría que soy argentino porque allí transcurrió mi infancia. Pero ya más grande, y si hablamos de rugby, soy de Inglaterra. No sé por qué, pero no tengo identidad patriótica.
-Al menos fuiste argentino durante el reinado de Maradona...
-Absolutamente, ¡la mano de Dios!
-¿Cómo definís tu música en cuanto a género o estilo?
-Mi estilo es no tener estilos, prefiero la diversidad en la música. Ésa es la razón por la cual trabajo con mucha gente, y en mis trabajos como solista no me especializo en ningún estilo, también hago usufructo de la diversidad. Soy como un actor que entiende su personaje o escenario. Digamos que tengo la capacidad suficiente para entender la escena y comunicar.
-Precisamente has desarrollado gran parte de tu carrera como músico de sesión. ¿Se puede tomar la música como un trabajo?
-Es una buena pregunta... Yo nunca trabajé en mi vida, hago lo que me gusta. Nunca pensaría que alguien me fuera a pagar por hacer lo que me gusta hacer. Aunque hay momentos en los que creo que estoy trabajando, por ejemplo mientras espero horas interminables en un aeropuerto para combinar un vuelo. Eso es trabajo, no tocar música. Tocar es fácil para mí, es algo que me encanta, por eso lo hago y me relaciono con gente que toca o escucha, lo que no me gusta es malgastar el tiempo, a eso le llamo trabajo.
-¿Cuáles serían las principales diferencias entre un sesionista y un miembro estable de una banda?
-Hay una gran diferencia; al ser sesionista sos como un mercenario, podés entrar y salir. No tenés que tener una relación seria con los artistas. Estás allí para complementar la música del artista o el proyecto. Es un honor para mí porque puedo entrar y salir por la misma puerta, colaborar con su música; ése es mi trabajo. Pertenecer a un grupo es ser parte de una diplomacia, una democracia que falla. Pertenecer a un equipo implica una dinámica completamente diferente, la misma dinámica que una familia con todo lo que ello significa.
-Creo que con el término “mercenario” lo describiste más que bien.
-A mí me gusta, lo hago por dinero, pero, a su vez, disfruto mucho tocando con diferentes músicos y no me ato a un determinado proyecto. Trabajo para complementar la canción, no para estar en una banda y así salir en un barco todos juntos, no es lo que hago. Sólo cuando estoy con Sting, que salimos de gira, podría sentirme parte, pero con la gran diferencia de que estamos trabajando para un jefe.
-Grabaste ocho discos con Sting en 21 años, partiendo de The Soul Cages y nada menos que la coautoría de la canción “Shapes of my heart”. ¿Qué es lo que queda de esa gran experiencia, que continúa hasta hoy?
-No sé, Sting es como un hermano para mí, un hermano mayor. Tiene cosas que yo necesito y me gustaría pensar que tengo cosas que él necesita de mí como “hermano menor”.
-21 años lo justifican…
-Exactamente, tenemos una muy buena relación. Yo sé que él es una estrella muy conocida por todo el mundo pero cuando estamos juntos no pienso en eso, solamente en hacer lo mejor para su música. Ya es natural para mí trabajar con él, entiendo el personaje que me toca y la escena en la que me muevo. Trabajamos bien juntos y a mí me encanta, también me enoja cuando toma decisiones con las que no concuerdo, pero es normal.
-Si hablamos de tu carrera solista podemos notar un cambio en el sonido, de la música acústica a un sonido con más participación de la guitarra eléctrica. ¿Por qué el cambio?
-Justamente buscando el cambio. Tocar música acústica es natural para mí, no es fácil pero es un idioma que conozco bien, pero para ser artista tenés que probar cosas, experimentar. No soy Pat Metheny o Mike Stern, músicos a los que admiro muchísimo, pero que en realidad no han cambiado su sonido y yo no quiero eso para mí. Necesito el riesgo y ése es mi viaje. Sé que hay gente a la que le va a gustar y otra a la que no, pero lo que busco es el crecimiento. Me gusta la guitarra eléctrica, me aporta una energía diferente y toco con otra sensibilidad. Es más agresivo, otro personaje a interpretar y lo disfruto mucho.
-Pero si tenés que elegir un sonido de guitarra, preferís el acústico...
-Naturalmente, ése es mi sonido. Aunque si me das cualquier guitarra puedo hacer música ¡si tiene cuerdas, me interesa!
-Hay músicos uruguayos desperdigados por varias partes del mundo. ¿Te tocó alguna vez trabajar con alguno de ellos?
-No, nunca, pero me encantaría hacerlo. Viajo todo el tiempo y lo que me interesa es la música folclórica, la música de la calle. Así que si encuentro un artista, conocido o no, que quiera hacer algo de verdad, eso me interesa.
-En uno de tus discos grabaste “Partido alto”, de Airto Moreira, que en su momento estuvo muy vinculado a Opa, que es uruguayo.
-Me encanta esa canción, no sabía de tal vinculación, aunque sin dudas quiero ser educado en música uruguaya.
-Qué mejor oportunidad que cuando vengas...
-Claro que sí. La verdad es que cuando pienso en Uruguay hay algo especial para mí porque mi primer concierto con Sting fue allí en el 90. ¡En vuestra cancha de fútbol, con mi maestro! Lo recuerdo con gran cariño, por eso es especial para mí volver a Uruguay, y esta vez con mi propia banda.
-¿En qué consiste el show que harás en el teatro Solís?
-En mis shows hay mucha variedad, digamos que desde heavy metal hasta música clásica. La idea es demostrar que se puede cambiar la escena con cuatro músicos, explorando todas las posibilidades. Abarcaremos muchos estilos y seguro que voy a tocar canciones de November, mi nuevo disco, algunas de mis discos anteriores, pero también temas de Sting y alguna composición clásica latinoamericana. Seguro que va a ser una noche divertida.
-Si bien acá te conocíamos como argentino, más indicado sería hablar de tu parte argentina. Pero si sumamos eso al hecho de haber sido formado musicalmente en la Berklee School y además ser un guitarrista tan renombrado, ¿podría cruzarse el tango por la carrera de Dominic Miller?
-Hay una canción en mi primer disco que se llama “La Boca” y es muy tango. Me gusta mucho pero no voy a hacerlo de forma pura. Gardel es maestro de tango y nunca voy a poder llegar a eso porque no canto. En la música instrumental el tango no funciona para mí, debe tener letra, es como los blues. Piazzolla escribió tango moderno pero eso no es tango para mí. Todo el mundo cree que sí pero no es así. Él fue un músico increíble y el maestro compositivo de una forma, de una variedad de tango. Y yo no quiero copiar a Piazzolla.