Muhammad Yunus es un banquero y economista de Bangladesh que se hizo conocido en el mundo por haber fundado el Grameen Bank, conocido como “el banco de los pobres”, y es considerado por sus defensores un “visionario” del mercado de las microfinanzas.

La entidad implementó un modelo institucional en varios países del mundo que se reproduce en aproximadamente unas 2.500 sucursales, que cuenta sólo en Bangladesh con más de 9 millones de clientes y tiene una cartera de préstamos que supera los 4.000 millones de euros; una particularidad es que prácticamente la totalidad de sus clientes (97%) son mujeres.

En 2006 Yunus obtuvo el Premio Nobel de la Paz y anteriormente, en 1998, había sido galardonado con el premio Príncipe de Asturias por su denotada lucha en contra de la pobreza, innovando permanentemente con nuevas metodologías de préstamos y garantías, esquemas destinados siempre a los marginados del sistema bancario.

Sin embargo, desde la semana pasada el economista está en el centro de atención mediática por la decisión del Banco Central de Bangladesh de destituirlo como director ejecutivo del Grameen Bank, por considerar que cuando renovó su cargo, hace 11 años, no contó con la aprobación previa del organismo central, una condición estipulada en las ordenanzas del propio banco.

Ayer, el Tribunal Superior de Dacca (capital del país), constituido por los jueces Momtaz Udin Ahmed y Gobinda Chandra Tagore, desestimó el recurso presentado por Yunus contra su destitución, luego de tres días de audiencias.

Yunus y su banco recurrirán esta decisión ante el Tribunal Supremo, según confirmaron fuentes de la entidad consultadas por la agencia española de noticias EFE.

Cancha embarrada

Yunus y sus partidarios aseguran que existe una campaña de desprestigio en su contra auspiciada por el gobierno de Bangladesh, a través de un documental de la televisión noruega que denunció un supuesto manejo ilegal de fondos entre dos entidades del Grupo Grameen. La primera ministra bangladeshí, Sheikh Hasina, llegó a calificar a Yunus de “chupasangre” y ordenó la apertura de una comisión de investigación de todas las actividades del Grameen Bank y de otras empresas del grupo; también lo acusa de evadir el pago de impuestos, algo que el economista niega. Por su parte, el ministro de Finanzas de Bangladesh, Abul Muhith, instó al “banquero de los pobres” a tomar la iniciativa de jubilarse.

Los partidarios de Yunus aseguran que la campaña de desprestigio comenzó en 2007, cuando el economista quiso crear un partido político que se erigiera como una tercera vía de cara a las elecciones de 2008, alternativa a las corrientes que predominan desde hace dos décadas, Hasina y la opositora Khaleda Zia, dos herederas de dinastías políticas. Lo cierto es que los números e indicadores que presenta el Grameen Bank siempre fueron controvertidos. La entidad ha presentado índices de morosidad controlados y tasas de interés normales o bajas en comparación con el resto del sistema bancario.

Los detractores denuncian que la morosidad de su inmensa cartera supera el 25%, y que las tasas de interés son muy superiores a lo que asegura el banco, lo que, lejos de ayudar a los pobres, los obliga a devolver sumas muy por encima de lo que se considera un crédito para salir de la pobreza (algunos plantean incluso casos de usura).

Tiro por elevación

En recientes declaraciones, Yunus dijo ser víctima de una agresiva maniobra política del gobierno de Bangladesh e insistió en que, a pesar de ello, “esperamos poder sobrevivir y mantener el carácter e independencia del banco”.

Las investigaciones que se están realizando sobre Yunus y su destitución del Grameen Bank pueden convertirse en un golpe duro de asimilar para el sector de las microfinanzas.

Así lo advierte el Grupo Consultivo de Asistencia a los Pobres (CGAP -un centro independiente de política e investigación dedicado a la promoción del acceso de los pobres del mundo al mercado financiero), que dio a conocer declaraciones de su director ejecutivo, Tilman Ehrbeck, y del presidente del consejo, Vijay Mahajan, sobre las intenciones de remover a Yunus. “Estamos profundamente preocupados por la campaña de los últimos meses y las recientes acciones legales para remover a Muhammad Yunus de su cargo de director general del Banco Grameen”, señalaron.

Advierten que el economista y su entidad “han sido una fuerza poderosa y un símbolo del movimiento de microcréditos, así como del progreso para la gente pobre que anteriormente estaba excluida de los servicios financieros formales”.

Destacan que el acceso a servicios financieros puede otorgar “importantes beneficios simplemente al permitir a las familias pobres administrar las finanzas de sus hogares de manera más eficiente y ordenar sus consumos, al permitirles ahorrar para cubrir emergencias, pagar cuotas escolares cuando sean necesarias y hacer frente a enfermedades u otras conmociones temporales”.

De esa forma, el microcrédito brindó “una contribución decisiva al demostrar que es posible prestar servicios financieros a la gente pobre en gran escala y de forma sostenible”. “La situación está perjudicando no sólo al Banco Grameen y a los clientes pobres de Bangladesh, sino también a la industria microfinanciera en general”, aseguran los ejecutivos del CGAP, detallando que aproximadamente 3.000 millones de personas en el mundo no tienen acceso a servicios financieros formales. “Esperamos que se llegue a un acuerdo que permita al Banco Grameen operar eficientemente, y a la microfinanciación de Bangladesh continuar promoviendo y contribuyendo con el desarrollo social y económico del país. Permanecemos fuertemente concentrados y comprometidos en nuestros esfuerzos por ayudar a hacer realidad el importante objetivo de la inclusión financiera universal”, concluye.