Cotugno y la misión

-Se ha constatado un descenso respcto al número de sacerdotes y de familias católicas. ¿Cuáles son los motivos que han provocado esta situación? -No sé si comparto el diagnóstico. En Montevideo el número de sacerdotes está aumentando y el 15 de mayo tendremos la ordenación de tres sacerdotes y de cuatro diáconos que a fin de año serán sacerdotes, es decir, siete sacerdotes en un año. Yo empecé un grupo con cuatro jóvenes que aspiran al sacerdocio. Todo depende de las zonas, de las diócesis, de la actividad que se haga; si a una planta no se le echa agua, se seca.

-¿Y en cuanto al alejamiento del resto de la gente? -Eso se debe a muchos factores. Entre ellos, a la enorme publicidad que se está haciendo por parte de quienes tienen otras creencias, otras modalidades de vivir su propia religión, pero creo que es algo pasajero, estoy convencido, porque, al final, lo que vale permanece y a lo que no vale -es fuerte decirlo- se lo lleva el viento. No tiene una consistencia para permanecer, esto lo ha dicho la historia de la Iglesia a lo largo de 2.000 años y nosotros con humilde esperanza rogamos a Dios que podamos ser fieles a la misión que nos ha encomendado.

-Sin embargo, la Iglesia Católica tiene muchos puntos en común con otras religiones, ¿no se ha pensado una unión? -Sí, claro, por eso es que hay gran esfuerzo ecuménico. Justo vengo de Roma, donde hemos tenido un encuentro de la religiosidad popular a nivel de la Pontificia Comisión para América Latina, en la que hemos tocado también la cuestión de cómo poner en común estos puntos y tratar de hacer presentes los elementos fundamentales de nuestra fe, tratar de acentuar lo que nos une. Por eso la intención del Papa y de todos nosotros de hacer un esfuerzo de acercamiento, de entendimiento, el esfuerzo ecuménico con el mundo judío, con el mundo islámico.

-Actualmente se buscan otros métodos para llegar a la comunidad diferentes a los de antes. Usted afirmó el año pasado que a través de la misión no iba a hacerse proselitismo, pero en un momento de la historia la Iglesia Católica sí recurrió al proselitismo y a la imposición, por ejemplo, durante la Inquisición o durante la conquista de América... -Era otra época, la época de esos tiempos en los que el proselitismo y la imposición eran criterios culturales de la sociedad en cuanto tal. Hasta el príncipe del territorio se basaba en estos principios, es así que se decía: “Cuius regio, eius religio”; es decir, uno tiene que asumir la religión del príncipe de la región, no por convicción sino por imposición y no siempre era católico, al contrario, en el norte eran protestantes. Así que las cosas cambian, esperemos que cambien para bien.

Sobre las 11.00 de ayer la ciudad estaba casi desierta y se respiraba un aire fresco, sumamente agradable. Al poner un pie en el recinto religioso se respira otro aire, otro clima; aunque uno no sea adepto a la religión es difícil no verse influenciado. El órgano de fondo, los cantos suaves y en tono de paz o de plegaria, la enormidad del lugar, el despilfarro de luces, de decoraciones, mesas y atriles tallados, alfombras, flores, velas, incensarios, o los parlantes multiplicando la palabra de los oradores, generan ese otro entorno distinto. Podía verse a muchas personas de diferentes clases sociales en actitud de sinceridad, suplicando o pidiendo perdón en un diálogo interno, y en algunos casos, ajeno a la ceremonia.

En la homilía, Cotugno enfatizó: “Toda la existencia se debe a Dios y es porque Dios nos piensa”. Aludiendo a la muerte y a la resurrección, introdujo el concepto de familia. “Los hombres tienen la libertad de decir cualquier cosa pero a la luz de Dios hay una sola familia formada, hombre-mujer”, dijo y luego recalcó: “papás y mamás”, “esposo y esposa”. Sobre la procreación afirmó que no es una técnica, en alusión a la fecundación in vitro.

Luego se dedicó a los temas de agenda mediática. “¿Le toca a la Iglesia solucionar los problemas energéticos? Evidentemente que no, en cuanto Iglesia. ¿Le toca a la Iglesia solucionar todos los problemas del INAU [Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay]? En cuanto Iglesia, evidentemente que no. ¿Le toca a la Iglesia solucionar el problema del porro y de la marihuana si se trata o si no se trata, si se fuma o si no se fuma, si se despenaliza o no se despenaliza? Evidentemente que no. Para eso Dios nos ha dado la inteligencia y la capacidad de discernir los caminos que conducen a la realización de la persona humana en términos de dignidad. Una cosa es cierta, y eso se tiene que decir: no existe el hombre puro, no existe la mujer pura. Todo hombre y mujer ha pecado, menos una, María”.

Veneró la política, a través de la cual “hay que hacer la ciudad humana”, precisó que los asentamientos no son el ámbito que Dios quiere para los seres humanos, y convocó a “intervenir en todos los ámbitos de la dignidad humana”. En alusión a “los más necesitados” sostuvo: “No logramos conjugar nuestras energías, nuestras inteligencias para poder encontrar el bien que está por encima de todo” porque “hay demasiadas tensiones, hay demasiados revanchismos, demasiadas ganas de venganza, motivados o no, pero se sigue y se persigue”.

Mueve montañas

En este contexto, la Arquidiócesis de Montevideo elaboró el proyecto pastoral 2008-2013 con miras a multiplicar la fe católica en la capital, donde son puntos fundamentales la catequesis y abrir en cada bautizado el proceso de conversión que lo lleve a la formación pastoral. En su homilía Cotugno renovó el llamado de la misión. Una de los objetivos específicos es llegar a “quienes normalmente no llegamos. Salir al encuentro de los que no han recibido el primer anuncio de la fe”, reza el documento.

Con ese fin, desde 2010 la Arquidiócesis de Montevideo contrató a una agencia de publicidad y lanzó en aquella Semana Santa una serie de spots televisivos. En diálogo con la diaria, Cotugno indicó que no se reanudaron esta vez por falta de rubros, y que los principales avances para comunicarse con las familias han sido la organización en cada una de las 80 parroquias de la ciudad: “Cada parroquia está llamada a tener una pequeña comunidad de familia y hay un matrimonio, una familia referente en cada una” para “sostenerse, porque si uno se queda solo hay momentos en que no logra permanecer de pie”.

En torno al desafío de fortalecer su presencia en la sociedad, los católicos latinoamericanos encendieron una alarma en 2008 al conocerse un estudio del Observatorio Pastoral 2000-2005, efectuado por el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), acerca de la cantidad de adherentes y de religiosos en cada uno de los 22 países que lo integran. El material está disponible en www.celam.org. Sobre Uruguay se destaca que en el quinquenio disminuyó el número de religiosas 23,73%, de sacerdotes diocesanos 0,45%, de sacerdotes religiosos 0,63%, de religiosos laicos 11,97%, mientras que creció el de seminaristas diocesanos (15,98%) y de seminaristas religiosos (12,84%).

En febrero de este año, representantes de las iglesias católicas que integran el Celam se congregaron en Costa Rica, en el marco del II Congreso Latinoamericano y Caribeño de Pastoral Vocacional. El encuentro, cuyo objetivo fue analizar y reflexionar sobre la formación pastoral, contó con la participación de 18 uruguayos. El presbítero Carlos Silva Guillama fue uno de ellos y uno de los responsables de compartir la experiencia local en la materia.

“Vivimos un tiempo pascual. Con espíritu de conversión pastoral nos dejamos encontrar por Jesús, que se acerca a la barca de la Iglesia y de cada una de nuestras diócesis, congregaciones, institutos seculares, asociaciones de fieles, nuevas comunidades, movimientos y equipos vocacionales. Nos pide ver, con corazón pastoral, una realidad imposible de describir, un gigantesco cambio cultural. Tiene alcance global, es complejo y desigual. Provoca crisis de sentido y afecta a la familia. Mientras la sociedad propone los ídolos del poder, la riqueza y el placer efímero, la economía condiciona la vida, privilegia el lucro, estimula la competencia, promueve la injusticia y olvida el bien común”, dijo Silva ante los demás congresistas, según consta en el sitio de la Celam.

El presbítero constató que “ha cambiado el perfil de quienes despiertan a su vocación, la disciernen e ingresan a casas de formación. Algunos presentan cuadros de inmadurez humano-afectiva, inconsistencia, depresión o tendencia narcisista que luego dificultan el crecimiento, la autodonación y la configuración integral con el llamado recibido. Exaltan el presente y la propia imagen. Han tenido vínculos paternos o familiares inestables que han dejado huellas en la personalidad”. También dijo estar preocupado por “el perfil de quienes egresan de las casas de formación. Es clara la orientación del santo padre y del magisterio pero hay deserciones y escándalos. No conozco deserciones por problemas teológicos o pastorales, sí por dificultades espirituales o humano-afectivas. Algunos viven su vocación como un rol, tienen una concepción rígida de la misión, se apoyan en lo que les otorga seguridad, poder, satisfacción o promoción personal. No siempre fue adecuado el proceso formativo o el acompañamiento espiritual. [...] Por otro lado, muchos presbiterios y congregaciones religiosas están integrados por personas en formación permanente, madura o avanzada, y tienen pocos jóvenes”.