Tal vez lo más suave del pasaje de Mario Vargas Llosa por Argentina haya sido su anunciado discurso en la Feria del Libro. Su conferencia “La libertad y los libros”, transmitida en vivo por dos señales de cable que llegan a Uruguay (Crónica y TN), tuvo un tono bastante diplomático. Imprevistamente, ya que cabía esperarse un publico más bien “opositor”, fue muy aplaudida la introducción, en la que el escritor agradeció a la presidenta Cristina Fernández “cuya oportuna intervención atajó aquel intento de veto”, no sin luego expresar su deseo de que el gesto se transforme en una política duradera. Más esperables fueron los aplausos de la concurrencia cuando el peruano mencionó a glorias locales, como Borges y Cortázar, así como cuando apareció el tema de la cultura como abanico de tolerancia (“Los libros representan la diversidad humana, a condición de que puedan participar en ella sin discriminación, cortes, sin censura -ponderó-. Los libros de una Feria del Libro son, en pequeño formato, la humanidad viviente, con lo mejor y lo peor que ella tiene”, dijo).

Luego del discurso, que no duró más de 15 minutos, Vargas Llosa conversó largamente con el periodista Jorge Fernández Díaz, y ahí sí el tema fue literario. El peruano habló distendidamente sobre el origen de varias de sus obras mayores, como La tía Julia y el escribidor, Conversación en la catedral y La guerra del fin del mundo, y se alineó con la clase de escritor que parte de datos de la realidad antes que con el que trabaja desde la pura imaginación.

La cobertura de la conferencia de Vargas Llosa, en cambio, fue previsiblemente contrastante. Para Clarín, la gente le puso nota “excelente” al escritor. Para Página 12, la polémica y el discurso no fueron un tema muy importante para los concurrentes a la feria, aunque rescatan una supuesta frase de un visitante anónimo: “Si lo escrachan a Vargas Llosa, yo me hago de La Cámpora” (en referencia al ala juvenil del kirchnerismo que amagó con organizar una protesta).

Pero aunque no hubo escraches, la cofundadora de Madres de Plaza de Mayo Hebe de Bonafini sí estuvo presente en el auditorio de la Rural y le entregó a Vargas Llosa un petitorio para que el programa que ella conduce (junto con la folclorista Teresa Parodi) sea transmitido por Cablevisión: “Como Vargas Llosa habla mucho de la censura y de la libertad le pedimos que firme, porque estamos censurados”, dijo la activista.

Fuera de la feria, la visita de Vargas (que culminaba ayer con una presentación en Salta) produjo varios acontecimientos periodísticos. A la entrevista con Clarín a la que hicimos referencia el jueves le siguió otra en Página 12. Allí (www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-166793-2011-04-22.html) Martín Granovsky y Silvina Friera dan una demostración gratuita de periodismo confrontativo.

De una cita de la última novela de Vargas, El sueño del celta, van llevando al escritor a hablar de su idea del compromiso político. Los periodistas tienen una carta en la manga: el prontuario de los fundadores de la fundación Mont Pelerin, que había convocado a Vargas a dar una conferencia para su reunión en Buenos Aires. A partir de la mención al vínculo entre Milton Friedman y Friedrich von Hayek con el régimen de Pinochet, Vargas declara su falta de conocimiento en temas económicos, eje de la fundación, y pone en evidencia algunas de las contradicciones entre liberalismo político y liberalismo económico (entre otras, pronuncia la frase que da título a la nota: “Los socialdemócratas tienen debilidades colectivistas”, muy en consonancia con el programa del cónclave de Mont Pelerin, que puede verse en www.mpsargentina.org/papers.html). Finalmente, Vargas se queja de que no se le pregunte por asuntos literarios y los entrevistadores le conceden una incursión en su novela favorita, La guerra y la paz, de Tolstoi.

Entre los funcionarios del gobierno que de antemano estaban “contra” Vargas se produjeron dos retornos a las dos figuras del nacionalismo argentino de los años 30, curiosos si se piensa que la polémica con el peruano tiene como protagonistas a personajes más bien activos en los 60 y 70. Por un lado, Horacio González, director de la Biblioteca Nacional e iniciador de la polémica por el discurso de Vargas Llosa, escribió una columna en Página 12 en la que compara al peruano con Raúl Scalabrini Ortiz, en tanto intelectual combativo, pero confundido acerca del peso de su propia obra.

Por su parte, el jefe de Gabinete del gobierno nacional, Aníbal Fernández, presentó en la Rural su libro Manual de zonceras argentinas y otras yerbas, que pretende continuar la obra de igual título que el nacionalista Arturo Jauretche escribió hacia el final de su carrera. En la conferencia posterior al lanzamiento Fernández dijo sobre las declaraciones de Vargas Llosa y Fernando Savater (que cobra de rebote): “Me hace sentir un poquito de vergüenza ajena que vengan a otro país a decir esas estupideces”.