“Del renunciamiento nuestro de hoy depende la felicidad de todos de mañana. Por eso a pesar de lo triste que fue este año pasado, de los aparentes retrocesos que nos han hecho dar y que el horizonte se ve negro, nosotros en nuestro interior tenemos mucha luz y por eso nuestra consigna es decirle nunca a la derrota y a la victoria le gritamos siempre”. (Carta de María Emilia Islas, febrero de 1974)

¿Por qué fue tan importante para mis padres la militancia política? ¿Por qué eligieron sus convicciones aunque esto significara perderme? ¿Por qué no prefirieron estar conmigo? Estas preguntas que Mariana Zaffaroni comenzó a hacer en agosto de 2009 a los compañeros de militancia de sus padres, uruguayos desaparecidos en Buenos Aires hace 35 años, motivaron a uno de ellos, François Graña, a emprender la tarea de responderlas en un libro.

El autor

François Graña es magíster y doctor en Sociología por la Universidad de la República. Fue compañero de militancia de María Emilia Islas y de Jorge Zaffaroni y, como ellos, debió exiliarse en Buenos Aires, donde fue detenido durante cinco meses tras los cuales Naciones Unidas logró que saliera como refugiado político hacia Europa. Graña regresó a Uruguay a fines de 1984 cuando fue levantada la proscripción.

El relato oral no resultó suficiente para transmitir con cabalidad la complejidad de esa época histórica, el Uruguay de los 60 y 70, pese a los esfuerzos. Mucho menos para dar razones que no tienen una sola explicación. Así nació Los padres de Mariana. María Emilia Islas y Jorge Zaffaroni: la pasión militante. El autor reconoce que este libro es parte de un proceso personal -“Ahora puedo despedirme, sin culpas, de Emi y de Jorge”- pero se propone hacer un esfuerzo científico: “He procurado ver lo que ellos vieron, evitando interferir […] con mi mirada. Para hacerlo, necesitaba conjugar los verbos describir y comprender antes que explicar y valorar” (el resaltado pertenece al original).

Es difícil evaluar el éxito de esta “actitud metodológica”. Lo cierto es que la inclusión de 80 testimonios y la evidencia de numerosa documentación de la época dan legitimidad a su trabajo, con una meticulosidad que no le permite ahorrar detalles (direcciones con número de puerta, nombres de profesores, fechas).

Los padres de Mariana es un relato biográfico de María Emilia y Jorge y también un esfuerzo por reconstruir los porqués de una “pasión militante” que atrapó a los liceales de fines de los 60 al punto de que no tener compromiso político significaba un estigma. Los porqués de esa entrega total llegaban a límites insospechados, como repetir cursos en aquellas instituciones educativas en las que era necesario “reforzar” la militancia, por poner un ejemplo.

A través de esas vidas, el autor intenta reproducir el uso del lenguaje, la puesta en práctica de los planes de educación, las modas, los gustos musicales, los avances tecnológicos. También la evolución de los procesos político-económicos nacionales e internacionales, la influencia de la Iglesia Católica y cómo todo eso decanta en un “torbellino militante” que no está libre de tensiones internas, las que no elude.

Para volcarse a la acción colectiva era necesario -una exigencia- relegar todo proyecto personal; al mismo tiempo muchísimas parejas decidieron tener hijos en los inicios de la edad reproductiva. Asumieron responsabilidades de adultos con madurez y también con la ingenuidad y el impulso propios de la primera juventud, que los llevaron hasta las últimas consecuencias, prácticamente sin replegarse ante la brutal represión. Porque para ellos -ya militantes de la Resitencia Obrero Estudiantil, luego Partido por la Victoria del Pueblo-, era un objetivo alcanzable mediante la lucha armada vencer a la dictadura, una vez instaurada, y forjar el “hombre nuevo” y “un mundo mejor”. La violencia era un medio para el cambio social y la revolución estaba a la vuelta de la esquina.

Tras el retorno de la democracia y hasta el presente, la verdad y la justicia se volvieron consignas de reivindicación imperiosas, relegando otros aspectos del pasado reciente. Este libro puede servir de excusa para el intercambio entre aquellos jóvenes y los de hoy. Graña logra transmitir el espíritu de la época e ilustrar la lógica militante de aquella juventud y sus contradicciones, sin que ello necesariamente signifique comprenderla del todo. La contribución más importante de Los padres de Mariana es quizás haber echado luz sobre las aspiraciones y los deseos de una generación que necesitó preguntas para poder contar.