La confusión entre los nombres del líder islamista asesinado y del presidente estadounidense que ordenó su muerte el domingo 1º de mayo ocurrió en incontables conversaciones privadas y también en muchas transmisiones en vivo alrededor del mundo. La revista The Atlantic decidió ir más allá del hecho de que a ambos nombres los diferencia apenas una consonante y se propuso averiguar por qué el entrevero fue tan frecuente.

La causa de la confusión tiene fuentes múltiples, de acuerdo a Mark Liberman, lingüista de la Universidad de Pensilvania. La primera es que tanto “Obama” como “Osama” pertenencen a la misma categoría sintáctica: se trata de sustantivos. La “ley de la categoría sintáctica” establece que es más común confundir palabras que pertenecen a una misma clase que palabras de distinta clase (un verbo por un adjetivo, digamos).

Paralelamente, el hablante es presa de otra fuerza lingüística: el primado (priming), emparentada con el fenómeno del mismo nombre descripto por la psicología de la percepción. Según el artículo, el cerebro hace que ciertas palabras sean más accesibles a la lengua cuando se parecen, tanto en pronunciación como en significado o en tema, a palabras que uno escucha con frecuencia. El especialista lo expresa en términos que recuerdan el concepto de isotopía utilizado en la teoría literaria: “El primado significa que si uno escuchó, leyó o pensó en hospitales, va a reconocer más rápido palabras como ‘doctor’ o ‘enfermera’, que serán las que más posibilidades tienen de aparecer en un lapsus de este tipo”. Así, “Osama” y “Obama”, al aparecer con mucha frecuencia en un mismo contexto, pueden volverse términos intercambiables.

Una grosera aproximación freudiana indicaría que quienes confunden Obama con Osama están manifestando actitudes negativas hacia el presidente norteamericano. En esa línea, la revista Psychology Today invita a debatir en torno a la pregunta “¿La confusión Obama/Osama revela actitudes racistas?” (y resulta bastante curioso, por no decir racista, que a la gente de la revista le parezca que el componente étnico es el único o principal motivo por el que un estadounidense cuestione a su presidente actual).

En cambio, Liberman tiende a creer que los que dijeron “Mataron a Obama” no le estaban deseando la muerte al presidente de Estados Unidos, sino al “primado”, que no duda en comparar con “haraganería lingüística”.