En días pasados se informó que la automotriz Geely ampliará sus operaciones en Uruguay, ahora directamente desde la producción (armado) de alguno de sus modelos, a partir del año 2012. La marca, que el año pasado sorprendió al mundo adquiriendo a la tradicional Volvo, no ha parado de crecer, y ahora ha puesto foco en el Mercosur, encontrando como base de sus operaciones a nuestro país.

Si bien ejecutivos de la firma china han destacado el valor de la ubicación geográfica estratégica de Uruguay así como su buen clima de negocios y la calidad de su capital humano, es interesante profundizar sobre ciertas condiciones específicas del sector que han llevado a un desarrollo sorprendente en los últimos años. Porque hay que recordar que a este emprendimiento se le suman los proyectos de Effa Motors, Kia, Chery, y las fuertes expresiones de interés de los grupos Nissan y Lada, además del importante desenvolvimiento de la industria autopartista.

Cabe destacar que, con un mercado interno uruguayo reducido, los ojos de todos estos proyectos están puestos en el gran espacio comercial del Mercosur, que al año 2009 sumaba ventas por unos 3.500.000 vehículos por año, y que, seguramente, al año 2010 haya cerrado por encima de los 4 millones de unidades.

Bajo este modelo de negocio las exportaciones de autopartes y vehículos “made in Uruguay” han crecido en forma sorprendente. Según un informe del sector publicado por el Instituto Uruguay XXI, tomando como base al año 2004 la totalidad de las ventas del sector al exterior significaban poco más de 40 millones, para llegar a este 2011 que, según estimaciones oficiales, estaría alcanzando aproximadamente a 400 millones de dólares. En otras palabras, en siete años las exportaciones se han multiplicado por 10.

Sin lugar a dudas, un papel dominante en esta evolución local ha jugado Brasil, que sumado al fuerte crecimiento económico que ha verificado en los últimos años y a su mercado creciente, tiene firmado un acuerdo particular para el sector automotriz con nuestro país. Se trata del Sexagésimo Octavo Protocolo Adicional del Acuerdo de Complementación Económica N°2 (ACE N°2) firmado entre los gobiernos de ambos países en el año 2008. En su texto se establecen condiciones más flexibles para acceder a las preferencias arancelarias de 100% (libre de arancel). En este sentido, se establecen excepciones a una de las reglas de origen general del Mercosur, que establece que un producto será originario de las “Partes” siempre y cuando tenga por lo menos un 60% de contenido regional. Pues bien, el acuerdo permite acceder al citado origen sólo con un 50% de contenido regional, y, a su vez, establece un escalonamiento progresivo a cinco años. Es decir, el proyecto automotor podría comenzar la producción y en el primer año alcanzaría el origen sólo con un 30% del contenido requerido, y progresivamente iría aumentando hasta llegar al quinto año con el 50% acordado. De este modo, se constituye un notorio beneficio para aquellas marcas que aún no tienen presencia ni plantas por esta región.

El esquema cierra adicionando algunos beneficios de corte general de incentivo a las inversiones, otros específicos que tienen como cometido la promoción del desarrollo industrial y el fomento a las exportaciones de bienes originados en Uruguay, así como también sistemas de devolución de tributos. Al mismo tiempo, el sector tiene la particularidad de generar empleo calificado y de incorporar tecnología a la economía nacional.

Siendo así, representa un buen ejemplo de que cuando se conjugan las buenas condiciones generales de la economía, la credibilidad y confianza del país en su conjunto, y se suman ciertos incentivos específicos e imprescindibles en una economía que carece de mercado interno, es posible desarrollar con éxito un sector que genera empleo de calidad y una interesante cadena de valor.