No contento con haber estrenado el domingo un film sobre muerte asistida, el novelista británico Terry Pratchett anunció que dará los primeros pasos para disponer su suicidio en una clínica suiza.

El documental Terry Pratchett: Choosing to Die, que pudo verse en la cadena BBC2, muestra mayormente al escritor acompañando a su amigo Peter Smedley mientras transitó el proceso que lo llevó a su muerte programada en la clínica Dignitas, especializada en suicidios asistidos. La cámara muestra a Smedley, quien padecía una enfermedad incurable en las neuronas motoras, mientras abandona la vida, en lo que posiblemente sea el momento más intenso -aunque transcurre en total calma- del film. Además, Pratchett entrevista a otras personas involucradas en prácticas de eutanasia, entre ellas la esposa del escritor belga Hugo Claus (Una dulce destrucción), quien ayudó al suicidio de su marido en 1998; Claus murió tranquilamente en su casa, cantando, ya que la eutanasia es legal en Bélgica.

Pratchett dijo a BBC que hizo la película porque la situación del tema en Reino Unido lo "abruma": "El suicidio asistido se realiza en por lo menos tres países de Europa y también en Estados Unidos. Aquí el gobierno le da la espalda al tema y me daba vergüenza que la gente tuviera que viajar a Suiza, y pagando mucho, para conseguir un servicio que necesita". Las disposiciones británicas no condenan explícitamente el suicidio asistido y juzgan a los involucrados caso a caso; últimamente, la mayoría de las juicios quedan sin sentencia.

Por su parte, la clínica Dignitas fue fundada en 1998 por el abogado Ludwig Minelli, también entrevistado por Pratchett en su documental. La ley suiza permite la eutanasia siempre que se pruebe que los implicados no obtienen ningún beneficio con la muerte del suicida. Dado que se habla del "turismo suicida" que atrae la clínica -que ya ha asistido a 1.100 enfermos, 60% alemanes-, muchos discuten si realmente no tiene fines de lucro, mientras que Minelli sostiene que los aproximadamente 6.000 dólares que se cobran por el servicio básico cubren solamente gastos y salarios. El trámite normal comienza con la certificación, mediante varias entrevistas y controles médicos, de que el interesado está enfermo y en su sano juicio, lo que da lugar a la firma de un contrato. El 70% de quienes lo firman finalmente no utilizan el servicio, sino que simplemente lo usan como seguro para saber que pueden contar con él en caso de necesitarlo. El sistema que se utiliza para quitar la vida es la administración de un antiemético seguida de una sobredosis de barbitúricos, generalmente mezclada en una bebida, aunque también se ha administrado helio.

Suicidio suizo

A Pratchett se le diagnosticó mal de Alzheimer en 2008 y actualmente tiene 63 años. Al preestrenar su película también anunció que había iniciado los trámites para seguir los pasos de su amigo Smedley en la clínica Dignitas. “Todavía no firmé los papeles porque tengo que presentar este documental y quiero terminar un libro más”, dijo.

De que es prolífico no hay dudas. Considerado el segundo escritor de ficción más vendedor del mundo anglo (después de JK Rowling, claro), ha escrito casi 60 novelas, además de algunas obras de teatro y adaptaciones de sus obras para televisión. Bestseller alimentado por varias generaciones -sus novelas de fantasía comenzaron a publicarse en 1971 pero además produjo relatos dirigidos a jóvenes y niños-, la mayoría de sus creaciones tiene centro en un universo propio, llamado Mundodisco; de hecho, la novela que prepara sería la número 38 de esa saga.

Curiosamente, dentro de la enorme galería personajes que pueblan Mundodisco, La Muerte (que tiene un aspecto bastante estereotipado, pero es un hombre) es casi omnipresente en todas las novelas y protagoniza cinco de ellas (Mort, El segador, Soul music, Papá Puerco y Ladrón del tiempo).

Tras la reciente muerte -ocurrió el 3 de junio- del “Doctor Muerte”, el médico estadounidense Jack Kevorkian, quizás el más notorio activista a favor de la legalización de la eutanasia, Pratchett parece destinado a convertirse en el nuevo portavoz de la causa.