Algo deben de saber en el norte que nosotros no, pero no parece casualidad que en menos de un año se estrenen tres productos tan similares como las películas Batalla: Los Ángeles (Jonathan Liebesman) y Skyline (Greg y Colin Strause), y la serie Falling Skies, con la que el canal TNT apuesta a recuperar terreno ante el éxito actual de canales competidores como AMC y HBO, pero posiblemente sea sólo falta de imaginación. Falling Skies es acerca, como las dos películas mencionadas, de una fulminante invasión extraterrestre que elimina a la mayor parte de la humanidad, dejando bolsones de resistencia combatiendo en inferioridad de condiciones contra los malignos alienígenas. Quién está detrás de esta megaproducción (en términos televisivos) no es otro que Steven Spielberg, quien ya ha tratado con los extraterrestres ficticios por lo menos en tres ocasiones en su obra cinematográfica -Encuentros cercanos del tercer tipo (1977), E.T., el extraterrestre (1982) y La guerra de los mundos (2005)-, teniendo Falling Skies muchos parecidos con esta última (basada en la novela de HG Wells), la única de las películas de Spielberg en la que los extraterrestres son presentados como una amenaza.

La serie elimina todo tipo de prólogos preparatorios y arranca directamente seis meses luego de la invasión -resumida en el primer capítulo a través de los dibujos de un niño-, cuando los sobrevivientes tienen que abandonar sus últimos reductos en las ciudades, siendo cazados por unos bichos horrorosos parecidos al pulpo Paul pero con dientes, que los persiguen con inconfesables intenciones, a veces sobre sus tentáculos y otras veces dentro de unos robots bípedos.

El capítulo debut, de dos horas de duración (en realidad dos capítulos), se dividió entre una historia introductoria de las fuerzas de resistencia y sus enemigos, y otra en la que los primeros se encuentran con una pandilla de forajidos conducidos por un motociclista -Colin Cunningham- apodado Pope (Papa), que parece más efectivo que ellos a la hora de eliminar extraterrestres pero que carece de interés por sumarse a una lucha colectiva. Esta segunda mitad, bastante más entretenida que la primera, abre algunas variables temáticas ante lo que se presentaba como un conflicto maniqueo de características más bien obvias.

El principal problema es la sensación de déjà vu presente en cada una de las escenas; la principal escena de acción del primer capítulo -un viaje nocturno en busca de comida en un supermercado- es casi un clon de la escena de La guerra de los mundos en la que Tom Cruise esquiva tentáculos en una casa abandonada y la resolución dramática -una escena tan azucarada, con niños sobre skates, que podría hacer colapsar a un pabellón de diabéticos- es previsible desde la primera escena en la que aparecen los niños en cuestión. No es mucho más original el diseño de producción, ya que los monstruos y naves remiten, en lo visual, alternativamente a Depredador, Robocop, Sector 9 y Terminator, entre muchas otras, ni los núcleos temático-metafóricos, emparentados -en los dos primeros capítulos- con la serie de los muertos vivientes de George Romero por su observación crítica del comportamiento de los humanos -y de los militares en particular (alguna guiñada velada a la ocupación de Afganistán)- ante un desastre de semejantes proporciones. Sin embargo tampoco está la visión aguda de Romero sobre la sociedad estadounidense, y en su lugar sí hay algunas imágenes llenas de un embanderamiento bastante molesto (como es costumbre en esta clase de películas, el eje de todas las acciones es Estados Unidos, y el resto del mundo es inexistente).

Lo mejor de Falling Skies son las escenas de acción, de corte totalmente bélico, mejor realizadas y filmadas que en un producto similar como V: Invasión extraterrestre, pero aunque son bastante impresionantes en términos televisivos, difícilmente puedan llamar la atención a alguien que vaya al cine de vez en cuando. ¿Vale la pena darle una oportunidad a Falling Skies? Todavía es muy pronto para decirlo; ninguno de los personajes -con la posible excepción del villano (?) Pope- parece muy interesante y los actores parecen haber sido elegidos por su atractivo físico (más allá de la voluntad de mostrarlos lo más zaparrastrosos posible), ni se han establecido intrigas argumentales de interés propio, pero no sería la primera serie de ciencia-ficción que arranca flojo e indistinto y se repone encontrando un tono propio. De no ser así, que los maten a todos y que venga el imperio marciano-molusco; da igual.