Baja la guitarra desde el balcón, conozco la melodía, de pronto la voz que dice: “Corrientes 348, segundo piso ascensor / no hay portero ni vecinos / adentro cocktail y amor”. Siento que las cosas no han cambiado tanto desde aquella Buenos Aires a esta Montevideo. Subo, y a “Media Luz” comienza la función. Adentro, dúo de guitarra y cantora, él que se florea en las seis cuerdas y ella que pisa firme con su voz maleva, mientras en la cabeza resuena “qué brujo es el amor” y “crepúsculo interior”. Son Guzmán Mendaro y Francis Andreu en guitarra y voz. Francis es de la generación que escuchó al “Polaco” y se largó a cantar. Y no señalo cualquier “Polaco”, hablo del Roberto Goyeneche que apareció a partir de la película Sur (1998), de Pino Solanas; el de los discos del sello Melopea. El que en Tango Feroz (Marcelo Piñeyro, 1994) enseñó “Malevaje” como nadie más pudo cantar. Aquél en el que la vieja guardia había dejado de creer; no el de la orquesta del gordo Troilo, sino el que mostró a esta generación que para cantar tango hacía falta otra cosa, el que enseñó a los roqueros lo que es la actitud, y poner el corazón delante de la voz. Después vino Adriana Varela y las féminas agradecieron. Cuenta la historia que fue allí, frente a Adriana Varela, que Francis, entre el público, cantó, y a la salida el productor de la argentina ya quería concretar un disco. Éste es su disco debut, que se tomó su tiempo pero que llega, y la cantante que aparecía como revelación de la mano de Alberto Magnone y su piano años atrás hoy viene a pura guitarra. Doble regocijo, el de escuchar que Francis llega a un disco que se empeñaba en postergarse y el del descubrir a Guzmán Mendaro -aquí, además, productor- luciéndose en cuerdas de nylon con la frescura que ya mostraba en eléctricos riff. Un “Hereford” que produce tangos, cambiando a Hendrix por Cobelli y con púa como se toca acá, para sacar milongas y tangos de un encordado que le es propicio a la voz de Francis.

La de Andreu es una voz particular que pareciera venir de otros tiempos y que en nombre de su abuelo le hinca el diente al dos por cuatro. Y es casi un tributo a Goyeneche; así suena “Cristal”, de Mores y Contursi, o a don Edmundo Rivero en “Apología tanguera” transcurriendo la swinguera letra de Cadicamo a pura milonga lunfarda. Pero descontracturado, porque no hay aquí oportunismo, hay naturalidad y frescura en una mujer que confiesa no pasarse el día entero escuchando tangos y que lo hace sólo para elegir el repertorio. Francis es un guiño al tango atorrante, malevo y reo de tangos viejos para oídos nuevos, o mejor, para aquellos que gustan del sonido orgánico de hoy, que si bien puede remitir a antaño no se engolosina en fusiones electrónicas con ruiditos robotizados. Un disco de 12 tangos viejos y uno nuevo. Donde precisamente en “Encarala” está el plus, en la letra que Raúl Tinta brava Castro le obsequió a Francis y que musicalizara Guzmán Mendaro. Un tango lunfardo con doble firma yorugua. Que se suma a las plumas de esta margen del Plata que aquí aparecen de Carlos Lenzi “A media luz” y de Tito Cabano -“Un boliche”- el oriundo del barrio Guruyú en la Ciudad Vieja y que bien recuerda y dedica Roberto Darvin en el “Milongón del Guruyú”.

Concluyendo, un atípico debut tardío en el que la artista pone los tiempos, pero que, no obstante, es auspicioso, sobre todo porque no se hace eco de las urgencias discográficas y maneja el equino a su antojo para encontrar el momento. Claro que ahora la carrera definitivamente empezó y no sería bueno esperar nueve años más para ver la continuación de esta obra. Habrá que ver qué acontece, madera sobra, para esta intérprete que, de seguir por la senda, dará mucho más que hablar. También vale explicitar que el repertorio futuro perfectamente puede ser más jugado en cuanto a darle cabida a lo inédito de la mano de los buenos nuevos letristas, que, si bien no abundan, los hay. Del guitarrista poco se puede decir más que el “seguí así” brillando en versatilidad y ocupando el pedestal del nuevo cielo celeste del encordado junto a Nico Ibarburu y a tal vez Juan Pablo Chapital. Con el plus de la fusión de géneros que ofreció, entre otros, en la participación en Aurora, el disco de Socio, precisamente en la canción “Como un arado”, y que en cuanto a la correcta y sobria producción la panacea está en la concreción del álbum.

Yapa: Francis se presenta hoy y mañana a partir de las 21.00 en La Trastienda de la calle Fernández Crespo, en la que será la presentación oficial de este material. Una cita ineludible con el dos por cuatro.