El ministro de Trabajo, Eduardo Brenta, disertó el viernes en un evento organizado por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) bajo la convocatoria "Los desafíos de la escasez de mano de obra", donde contextualizó al respecto: “Estamos enfrentando” y seguramente “vamos a enfrentar” una situación tal que, de no solucionarse positivamente, podría representar una suerte de "cuello de botella" para el desarrollo nacional.
Destacó que el vigor y dinamismo que está mostrando la economía uruguaya, y que probablemente seguirá exhibiendo, ha sido naturalmente acompañado de un incremento de la demanda de trabajadores, que se tradujo en un significativo aumento de la tasa de empleo y, consecuentemente, en un marcado retroceso de la desocupación. Ésta se encuentra “en su mínimo histórico”, ubicándose “incluso por debajo de lo que se considera como desempleo estructural”, lo cual exige ahora “trabajar mucho” para generar la fuerza de trabajo necesaria para sostener una expansión constante. Añadió que el crecimiento de las oportunidades de empleo también ha activado un considerable incremento de la tasa de actividad, hasta un nivel “muy alto”, pero advirtió que aún hay margen para elevar la cantidad de personas que se vuelcan al mercado laboral, a través de una mayor participación femenina.
De difícil solución
La administración eligió entre sus puntos de enfoque a los jóvenes, quienes conforman “un sector que podría aportar mucho” al mercado laboral, aseveró Brenta, refiriéndose a la cantidad de ellos que no estudia ni trabaja, si bien “no son las cifras que se difunden”. Dijo que unos 80.000 jóvenes buscan trabajo pero no lo encuentran, quienes “a veces se incluyen” en la cifra global, precisando que son unos 40.000 los jóvenes que no buscan trabajo ni estudian. Indicó que las principales líneas de acción para cambiar esa realidad son el fomento de la capacitación y la búsqueda de alternativas para evitar la deserción del sistema educativo.
Cuando se analiza la evolución de la tasa de actividad por sexo en los últimos años se aprecia que, en el caso de los hombres, está “prácticamente estancada” el encontrarse “en su techo”, pero entre las mujeres se constata una importante expansión y hay potencial para que esa tendencia se desarrolle. Aclaró que la tasa de actividad femenina también muestra diferentes realidades según los departamentos, ya que, por ejemplo, en Montevideo, Flores, Maldonado y Canelones tiene un nivel superior a la media del país, mientras que los peores guarismos se registran en Treinta y Tres, Tacuarembó, Paysandú y Rocha.
El ministro aseguró que la población desocupada asciende a 100.000 personas, pero al mismo tiempo “existe una oferta laboral potencial” de casi 200.000 personas que no buscan empleo, de las que el 79% son mujeres. Si bien admitió que en la mayoría de estos casos se trata de personas con dificultades de raíz educativa, resaltó que hay aproximadamente unas 75.000 posibles trabajadoras con un piso de ciclo básico completo.
Dale nena
En su diagnóstico, el ministro aseguró que algunas restricciones tienen que ver “con la doble segmentación del mercado de trabajo” en función del sexo. Graficó que hay ramas de actividad con baja participación femenina o con una incipiente participación, siendo quizás el más emblemático la construcción, habiendo en cambio otras donde las mujeres son abrumadora mayoría, como el servicio doméstico, o la vestimenta. Dijo que cambiar esa situación supone modificar aspectos culturales vinculados a la distribución de roles en la sociedad uruguaya.
Decadentes
La calidad de la educación no estuvo ausente en la disertación del ministro de Trabajo, quien aseguró que “la mitad de los activos no llega a la educación media básica”, realidad por la cual Uruguay “verifica un menor nivel educativo” que los demás países del Mercosur. “Es un desafío adicional” elevar los niveles de aprobación curricular para revertir una situación “producto del deterioro educativo de las últimas décadas”, resumió Brenta.
Relacionado al asunto, lamentó la “insuficiente” oferta de servicios de cuidado de menores o de subsidios para ese fin, indispensable para poder tener hijos y trabajo remunerado. Esa carencia afecta la decisión de muchas mujeres de participar en el mercado laboral ya que los altos costos por servicio privado de cuidado infantil operan una reducción del ingreso neto, derivando en que algunas mujeres opten por no tener un trabajo remunerado. Detalló que el 86% de los padres trabaja a tiempo completo, mientras que entre las madres el guarismo cae a 40,3%. Y si bien ello no representa una mala señal en virtud del importante papel que juegan las mujeres en la familia, el país debe pensar en regímenes flexibles que habiliten un equilibrio entre tareas. Destacó
avances legales de los últimos años que guardan relación con lo anterior, como las normas contra la violencia doméstica, el acoso sexual y la discriminación, la regulación del trabajo doméstico remunerado, y de igualdad de derechos y oportunidades. Además mencionó el proyecto de ampliación del alcance de maternidad y lactancia. No obstante, advirtió sobre la conveniencia de “lograr un equilibrio” capaz de evitar que las propuestas sobre el punto se conviertan en una traba real al ingreso de las mujeres al mercado de trabajo.
Por último, aseguró que una mayor participación femenina también contribuiría a reducir la desigualdad de acceso a servicios de cuidado de menores quebrando “círculos de pobreza” intergeneracional, generaría más actividad económica y empleo, y mejoraría la productividad, el clima laboral y el ausentismo en las empresas.