Junto con la fotógrafa Magela Ferrero, Alejandro Cesarco (Montevideo, 1975) fue seleccionado para representar al país en la última edición de la Bienal de Venecia. Radicado en Nueva York desde hace varios años, su obra también transita los circuitos internacionales desde hace un buen tiempo.

-Para empezar, felicitaciones por el premio Baloise, que ganaste recientemente. ¿De qué se trata la obra que presentaste a ese concurso para jóvenes artistas de la feria de Basel?

-El premio fue otorgado a una instalación que hice sobre el género policial; una constelación de trabajos que básicamente vinculan la figura del detective con la del lector, y la del criminal con la del autor. La obra se relaciona con lo que presenté en Venecia, esta vez hablando sobre el enigma y no sobre el secreto.

-Parte de esa contribución al envío uruguayo, Methodology, revisa la relación entre Onetti e Idea Vilariño a partir de citas de sus textos, fotografías de las cubiertas de sus libros y la interpretación de dos actores. ¿Cuál es la idea detrás de esto y en qué medida se relaciona con “IllumiNations”, la consigna de la bienal?

-Lo que presenté en Venecia son dos trabajos independientes pero relacionados. Methodology, que no trata para nada la relación entre Onetti y Vilariño, es un video de siete minutos, alrededor de la idea del secreto como estructura narrativa y como modalidad de enunciación. Lo que se dice, lo que se puede decir y lo que se puede hacer, el modo en que los sujetos se desplazan en relación a lo que puede no ser dicho, lo que se da por aludido, etcétera. El guion no fue escrito a partir de citas de Onetti ni de Vilariño, aunque sí se menciona Los adioses, cómo el secreto actúa en ese texto y cómo ese secreto define las relaciones entre los personajes. Me refiero a las dos cartas que definen el relato en Los adioses, y que el narrador esconde en un cajón. La segunda obra, titulada El regalo y la retribución, consiste en dos fotografías de las tapas de dos libros con dedicatorias cruzadas: justamente, Los adioses, de Juan Carlos Onetti, y Poemas de amor, de Idea Vilariño. La dedicatoria como instancia que de cierta forma justifica la producción literaria o artística, porque es verdad que producimos para que nos quieran más; es un tópico con el cual había trabajado antes.

-¿Cómo se inscribe Methodology en tu obra, marcada por la atención al lenguaje?

-La obra refleja mi continuo interés en poner el énfasis de la producción en la lectura, en definir el acto de producción como una práctica de lectura.

-Originalmente se había designado a Capelán y a Ferrero para representar al país. ¿Cómo afectó tu producción el poco tiempo que tuviste para prepararla?

-Trabajar con más tiempo hubiera sido, sin duda, mucho mejor, pero ésas eran las condiciones en las cuales acepté la invitación.

-¿Qué tipo de diálogo se da entre tu obra y la de Ferrero?

-Creo que ambos, mediante estrategias formales muy disímiles, intentamos encontrar en la experiencia más íntima, más subjetiva, algo que la haga traducible para el otro, algo que posibilite su comunicación, algo que, de cierta forma, la vuelva universal.

-En Venecia tu obra fue visitada por la curadora de la bienal y también representantes del Moma y de la Tate Gallery, donde ya has expuesto. ¿Qué te comentaron?

-A Bice Curiger, curadora general de la bienal, no la conozco y la verdad es que no sé qué habrá pensado de la muestra. La gente del Moma, de la Tate y demás curadores con quienes mantengo relaciones de trabajo, en general, respondieron muy positivamente a la obra.

-Las obras uruguayas de Venecia se va a montar en Montevideo.

-Me parece importante acompañarla con una instancia de reflexión acerca del envío, una suerte de balance público, crear una plataforma donde se pueda transmitir la experiencia y lo que aprendimos a futuros bienalistas.