Las enfermedades lisosomales perteneces a un amplio grupo de enfermedades hereditarias, cerca de 200, con distintos tipos de gravedad y de manifestaciones clínicas, pero todas ellas devastadoras ya que comprometen órganos vitales y, en la gran mayoría de los casos, se acompañan de un deterioro intelectual severo. Así lo explicó, en conversación con la diaria, la doctora Rosario Gueçaimburú, genetista del Banco de Previsión Social (BPS), especializada también en pediatría y neonatología.

“Los lisosomas son una estructura adentro de la célula que cumple la función de metabolizar sustancias que son nocivas para la célula. Éstas son enfermedades de depósito lisosomal, en las cuales las sustancias nocivas que entran al lisosoma no pueden degradarse y se acumulan, dañando la célula. Al individuo le falta una de las enzimas que actúa dentro del lisosoma. De acuerdo a la enzima que falte, habrá una sustancia que no se degrada y eso determinará el tipo de enfermedad”, explicó Gueçaimburú.

En este grupo se encuentra la mucopolisacaridosis (MPS), con seis tipos diferentes, dentro de los cuales hay subclases, según los grados de severidad.

También están entre las lisosomales la enfermedad de Fabry y la enfermedad de Gaucher. Son genéticas y muy poco frecuentes. En el mundo, la prevalencia es de uno en 250.000 para la MPS, uno en 100.000 para la enfermedad de Gaucher y uno en 50.000 para la enfermedad de Fabry.

La MPS tiene la particularidad de afectar múltiples órganos: hígado, bazo, corazón, riñón, articulaciones, entre otros. La enfermedad de Fabry afecta el riñón y el corazón, y la de Gaucher, el hígado y el bazo.

Los pacientes afectados con MPS tienen un fenotipo distinto, con aumento de vellosidad, labios gruesos, anomalías en la dentición, abdomen prominente, articulaciones rígidas, con “mano en garra” que les impide tareas sencillas como peinarse o vestirse. El aumento de órganos, como el hígado y el bazo, suele derivar en complicaciones cardíacas y de otros tipos. Por su aspecto físico fueron comparados con gárgolas, de allí el nombre de “gargolismo” para referirse a esta enfermedad.

Uno de los problemas, según señaló Gueçaimburú, es el diagnóstico tardío. En el caso de las MPS, “entre los cero y los seis meses, las manifestaciones clínicas son tan parecidas a las de un niño normal que puede pasar desapercibida. Tienen infecciones respiratorias crónicas, rinitis crónica, infecciones de oído, infecciones respiratorias altas que son iguales a la de los niños sanos. Recién entre los seis meses y los 12 años aparece la enfermedad florida y después de los 12 años es el adulto severamente afectado”.

Otras alertas sospechosas de MPS son piel de textura gruesa, que no es normal en la piel del bebé; opacidad de córnea; restricciones de movimientos, con compromiso en las articulaciones; lengua grande; hernias umbilicales e inguinales; problemas de audición y rodillas en semiflexión.

La baja frecuencia de estas enfermedades, el desconocimiento médico y de la población en general, inciden también en el diagnóstico tardío. En nuestro país, actualmente son 19 los casos diagnosticados de enfermedades lisosomales, seis de ellos con MPS. Todos fueron diagnosticados tardíamente y todos iniciaron el tratamiento severamente afectados, según señaló la especialista.

Tratamientos caros

El tratamiento, en todos los casos, es de reemplazo enzimático y es de por vida. “Desde que se empieza el tratamiento en adelante, deja de depositarse la sustancia nociva, por lo que no aparecen nuevas lesiones, algunas retroceden totalmente, otras menos, y otras no retroceden. En el caso de las MPS, si no son tratados precozmente, se desencadenan eventos que son irreversibles”, explicó Gueçaimburú.

Todas tienen tratamiento, excepto las MPS II, IV y VII. En el caso de la enfermedad de Gaucher, a partir de la terapia, el paciente se convierte en un individuo sano, mientras que los pacientes con MPS I, si son diagnosticadas antes de los dos años de vida, tienen la posibilidad de realizarse un trasplante de médula ósea y curarse. “Lamentablemente, son muy pocos los casos de pacientes trasplantados en el mundo, porque en general el diagnóstico no se hace antes de los dos años”, señaló.

Consultada sobre el alto costo del tratamiento, Gueçaimburú dijo: “Es caro porque es difícil producir la enzima y porque son enfermedades poco frecuentes”. La dosis es por kilo de peso, por lo que el tratamiento se va encareciendo a medida que el paciente crece. En medicina se les llama “medicamentos huérfanos”, porque existen pocos casos en el mundo, y, por lo tanto, pocos trabajos científicos y poca documentación internacional que los avalen.

En países de la región, como Brasil y Argentina, el Estado se hace cargo de los costos. En nuestro país, el FNR cubre dos de las enfermedades lisosomales, pero hasta el momento no cubre ninguna de las MPS. La genetista explicó que “sin tratamiento las formas severas no llegan a la adultez [mayores de 14 años]. Y si llegan, lo hacen pero sin relación con el mundo exterior, no tienen una vida útil, productiva, debido al deterioro intelectual”.

Para Gueçaimburú, “hay dos cosas fundamentales: la responsabilidad de los profesionales de diagnosticarlas precozmente, y el saber que existen tratamientos y que no todos los pacientes lo reciben”. Sin embargo, consideró que “acá no hay culpables, no es culpa de los médicos, ni del FNR, que tiene que hacerse cargo de miles de cosas, ni del gobierno; no hay culpables, lamentablemente hay víctimas”.

“Nunca es fácil tener un hijo enfermo. Nunca es fácil tener un hijo enfermo con una enfermedad genética que vos le trasmitiste. Y mucho más difícil es saber que existe tratamiento y que tu hijo no lo tiene. Eso debe ser de las peores cosas que le pueden pasar a un padre. Algunos de estos familiares me llaman todos los días. Son un número muy pequeño de familias peleando por enfermedades muy poco conocidas en el mundo y, por lo tanto, desconocidas prácticamente en nuestro país”, expresó.

Buscando soluciones

Aupel funciona en Montevideo desde hace siete años. la diaria conversó con su vicepresidenta, Rosana Medina, quien tiene un hijo de 19 años con MPS I, en tratamiento médico desde hace cinco años, donado por un laboratorio.

De acuerdo a lo expresado por Medina, actualmente hay seis pacientes con MPS, dos con MPS I, tratados por un laboratorio, y cuatro con MPS II, dos de ellos tratados por otro laboratorio y los dos sin tratamiento de ningún tipo. La asociación desconoce cuál es la situación en el interior del país, sin contar con que debe haber más casos no diagnosticados en todo el país.

Medina contó que el tratamiento “es una bendición” ya que si bien su hijo tiene problemas neurológicos irreversibles, gracias a la terapia ha mejorado mucho su calidad de vida. El problema es que los laboratorios no donan de por vida. Los dos pacientes con MPS II que están en terapia llevan ocho meses de tratamiento pero el laboratorio sólo les cubre un año. “Nunca se sabe hasta cuándo van a recibir la terapia, no tenemos la seguridad, estamos en el aire porque si los laboratorios no donan más, el proceso de muerte es más rápido”, expresó.

La asociación se ha reunido en varias oportunidades con autoridades del FNR, pero estos encuentros todavía no han dado sus frutos. “Es una lucha muy cruel, en el FNR siempre nos han atendido pero no nos dan soluciones, tiran la pelota para adelante”, se lamentó Medina.

A través del plan piloto que el FNR puso en marcha hace cinco años, hoy se atienden 12 pacientes con enfermedad de Fabry y Gaucher. El doctor Enrique Soto, presidente de la Comisión Honoraria del FNR, dijo a la diaria que “se trata de medicamentos de muy alto costo, un solo paciente cuesta anualmente unos 500.000 dólares, y el tratamiento es de por vida”.

Consultado sobre si ingresarán al plan pacientes con MPS, Soto se limitó a decir que “el problema es serio, son muy pocos pacientes pero implican porcentajes muy altos de los recursos económicos”. A su vez, señaló que se está trabajando con el BPS y con Salud Pública con el objetivo de comenzar a hacer diagnósticos tempranos, debido a lo cual es probable que el número de casos aumente.