Es una publicación más bien chica dividida en dos partes: la visión social a cargo de Diego Aguirrezábal, estudiante de ciencias antropológicas, y la historia de las organizaciones de curtidores desde fines del siglo XIX hasta 1985, escrita por Lorena García, estudiante de ciencias históricas. El coordinador del libro fue Rodolfo Porrini, docente e investigador del departamento de Historia del Uruguay de la facultad.
No les da el cuero
Según Edgardo Olivera, presidente de la UOC, en el sector trabajan actualmente poco menos de 2.000 personas, de las cuales unas 1.200 están afiliadas al sindicato. El dirigente opinó que se tiene "un gravísimo problema respecto a la materia prima, en la parte lanar está todo muy difícil porque los cueros se los llevan del país, esta situación se ha agravado desde hace unos diez años. En la parte del vacuno también hay problema porque es insuficiente", dijo Olivera. Agregó que a su entender "el gobierno debería tener un compromiso más directo con la materia prima, como un impuesto para no poder sacar el cuero del país con total libertad. Si bien se importa cuero de Rusia y de otros países, el gobierno tendría que meterle más diente al tema porque no alcanza el que hay".
La investigación se hizo entre agosto y diciembre de 2009, implicó una pesquisa documental, intercambios con curtidores, y registro de los barrios Nuevo París y Maroñas, que es donde están las curtiembres en Montevideo, y de Paysandú, donde hay una fábrica importante. "Nos interesaba abordar dos perspectivas, lo gremial y el propio oficio del curtidor y lo que conlleva la relación con el ambiente; son industrias que están conectadas con el deterioro del medioambiente y también con la salud del propio trabajador", explicó Porrini a la diaria. El equipo está ahora terminando de editar un audiovisual que recoge buena parte de las charlas con curtidores. Contaron con la financiación de la facultad y la edición de los 300 ejemplares fue cubierta por la Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el Medio de la Udelar.
Edgardo Olivera, presidente de la UOC, expresó: "No había nada documentado, es algo muy importante para nosotros, algo que nos da identidad, es parte de nuestra historia que se la podemos transmitir a las próximas generaciones, es un pequeño gran libro. Es un trampolín que nos va a ayudar a que sigamos buscando cosas nuestras".
Detalles de la historia
Álvaro Rico, decano de la Facultad de Humanidades, fue uno de los responsables de comentar la publicación. Señaló que este texto actualiza y continúa una línea de investigación de la facultad, orientada a reconstruir historias y la memoria del movimiento obrero.
El decano mencionó también otra virtud del texto: “el libro trasciende de alguna manera la noción de historia dura para hacerse también de historias de vida y abordar otras dimensiones”. “Dialoga la construcción del sindicato en un sentido más duro de la historia pero también el enfoque antropológico, de la historia de vida, de lo cultural, la consideración social del oficio del curtidor y las dificultades para su aceptación, el grado de formación de los integrantes del sindicato y las dificultades que ello planteaba”, sostuvo Rico.
Los testimonios orales fueron la base para el capítulo antropológico. “Traté de rescatar esos factores comunes que tenían los trabajadores de las curtiembres, que te das cuenta en seguida de que empezás a charlar con ellos, cuando te empiezan a contar cuál es su laburo, su entorno, su relación con el barrio, con la gente de los boliches de la vuelta. Es interesante ver cómo se reactiva el barrio cuando los curtidores están bien y cómo se deprime cuando el laburo escasea, cuáles son las sensaciones que se relacionan con los curtidores, los olores, los ruidos, los rostros, esas caras curtidas por el trabajo”, contó Aguirrezábal a la diaria.
El equipo identificó diferencias territoriales: “Nuevo París tiene una historia mucho más clasista, sus reivindicaciones son más combativas, mientras que los trabajadores de Maroñas históricamente tenían una relación más cercana con los patrones, eran curtiembres más chicas, lo que genera otras dinámicas sociales. Los de Paysandú también tienen su historia aparte, hasta el 85 fue casi totalmente independiente de Montevideo, y además la tradición sindical del interior es muy distinta”, dijo Aguirrezábal.
El investigador ejemplificó esas diferencias con la conmemoración del día de San Simón, el 28 de octubre, día del trabajador curtidor. Al consultarles a los trabajadores sobre la conmemoración de la fecha “los de Paysandú nos decían que históricamente era un día de fortalecimiento de la relación de los dueños de Paycueros con los trabajadores, los dueños pagaban una comida para todos. En Maroñas pasaba algo similar, dependiendo de cuál era el dueño y la relación que había, si eran nacionales o extranjeros, pero generalmente también hacían una comida o una celebración. En cambio en Nuevo París era más un día de reivindicación de ciertos derechos de los trabajadores y había otra participación del barrio, eran movilizaciones grandes”.
El sindicato de curtidores se formó en 1904, cuando los obreros peleaban por conseguir una jornada laboral diaria que no sobrepasara las diez horas y media, pero los objetivos de la organización, cuya sede estaba en Nuevo París, excedían esa reivindicación. “Propender por todos los medios a su alcance, a estrechar los vínculos de solidaridad entre los obreros del gremio y formar una verdadera conciencia de clase” fue uno de los objetivos incluidos en los estatutos de 1904, recogidos en el libro.