El gobierno estadounidense anunció que el crecimiento local fue revisado a la baja en el segundo trimestre, desde una previsión inicial de 1,3% prevista a fines de julio a un 1%. La información refleja una revisión al alza del enlentecimiento de los stocks y a la baja de las exportaciones, resultados no compensados por revisiones al alza de inversión privada y consumo de hogares. Así, la principal economía mundial se suma a una larga lista de países que anunciaron una ralentización de su actividad en el segundo trimestre.

Los países de la OCDE tuvieron una expansión conjunta de 0,2% entre abril y junio respecto del trimestre anterior, enlenteciéndose contra el 0,3% de enero-marzo. En términos interanuales el freno fue mayor: de 2,4% en el primer trimestre a 1,6% en el segundo.

Entre los países de la Unión Europea el crecimiento fue de 0,2% en el segundo trimestre contra el primero tras haberlo hecho un 0,8% en el primero. Alemania pasó de 1,3% en enero-marzo a un insignificante 0,1% en abril-junio, al tiempo que Francia bajó de 0,9% en el primer trimestre al estancamiento (0%) en el segundo. Reino Unido también frenó su economía al crecer 0,2% contra el primer trimestre, en el que lo había hecho 0,5%.

Pese al enlentecimiento de las economías desarrolladas, particularmente EEUU, Bernanke no anunció más medidas para estimular el crecimiento y aseguró que la salida de la crisis pasa por luchar contra el elevado desempleo (9,1%). "Está claro que la recuperación de la crisis ha sido mucho menos robusta de lo que esperábamos", admitió, añadiendo que "la curación de la economía llevará un tiempo y podría haber recaídas por el camino". Alertó que si los políticos no reducen el "extraordinariamente" alto nivel de desocupación, las capacidades laborales podrían atrofiarse, dañando el potencial económico del país. Si bien inversionistas esperaban que la Fed, que en junio culminó una compra de Bonos del Tesoro por 2,3 billones de dólares, lanzara una nueva ronda de adquisición de activos, el jerarca evaluó que casi todas las políticas para crecer de forma sólida están fuera de su alcance. Estimó que la crisis de deuda europea, la batalla entre republicanos y demócratas por el tope de endeudamiento, y la decisión de S&P de rebajar la calificación crediticia de EEUU determinaron la volatilidad bursátil de las últimas semanas.

Todas las manos, todas

En tanto, el presidente estadounidense Barack Obama y la canciller alemana Angela Merkel discutieron el sábado sobre la crisis de la eurozona y las turbulencias de los mercados financieros, prometiendo luego medidas para reforzar la economía mundial.

Aunque los detalles no trascendieron, un comunicado de la Casa Blanca aseguró: “Los dos líderes coincidieron en la importancia de la acción concertada, incluso a través del Grupo de las 20 mayores economías (G-20), para hacer frente a los desafíos económicos actuales y estimular el crecimiento y la creación de empleo en la economía global”.

En la misma línea, la directora del FMI, Christine Lagarde, reconoció el riesgo de otra recesión global, lo cual demanda “una acción urgente coordinada políticamente” que incluya la recapitalización obligatoria de los bancos europeos. “La apuesta es clara: nos arriesgamos a ver que la frágil recuperación se descarrile. Por lo tanto, debemos actuar ahora”, exhortó, recomendando a las economías avanzadas que fijen planes de largo plazo para tener sus pasivos bajo control, aunque evitando “apretarse el cinturón demasiado rápido” como para arriesgar la recuperación (ver la diaria del 25/08/11).

Asimismo, la política monetaria “debe seguir siendo muy adaptable, ya que el riesgo de recesión es mayor que el riesgo de inflación”.

Por su parte, el presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, indicó que la entidad debe promover “el uso de medidas no convencionales”, aunque subrayando que la estabilidad de precios es esencial. De su lado, Klaus Regling, jefe del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, señaló que “hay buenas razones para esperar que esta crisis se termine en un lapso de entre dos y tres años”, según un artículo de la revista Der Spiegel. No obstante, agregó que ello dependerá de que los Estados sigan implementando reformas para controlar sus presupuestos. Descartó la idea de que la eurozona se desintegre, ya que tanto los países débiles como los más fuertes comparten un significativo interés colectivo en la sobrevivencia de la unión monetaria. “El riesgo de que la zona euro desaparezca es cero”, aseveró.