A fines de la semana pasada, la degradación en un escalón de la nota crediticia de Estados Unidos (EEUU) por la agencia calificadora de riesgo Standard and Poor's (S&P) desencadenó una oleada de sorpresa, incertidumbre y finalmente temor al borde del pánico entre operadores bursátiles, tenedores de títulos, administradores de fondos de inversión y gobiernos de todo el mundo. Es que más allá de las doctrinas y desarrollos teóricos en torno a la generación y distribución de recursos y riqueza, y más allá de la economía real sustentada en la producción, la economía global se asienta en buena medida en un conjunto de certezas, supuestos y paradigmas asociados a las presuntas solvencia y capacidad de gestión de las dificultades de los centros económico-políticos más importantes. Por ejemplo, en la idea del valor y la estabilidad del dólar, moneda de ineludible referencia internacional desde el fin de la Segunda Guerra, como hasta hace pocas décadas también lo era el oro y su poder simbólico asociado a la riqueza en su forma más primaria, la que surge de la explotación de la naturaleza. O bien en los bonos del Tesoro estadounidense, que tres días después de la degradación crediticia de su pasivo eran buscados en forma frenética por los inversionistas, pese a que el recorte de la calificación afecta en primer lugar a esos mismos papeles emitidos por aquella secretaría de Estado. Al amparo de esta lógica es que los productos y bienes primarios como los granos y los minerales (commodities) también pasaron a ser, intervención del mercado mediante valores de refugio y símbolo de seguridad para el capital.

Las empresas conocidas como "calificadoras de riesgo" básicamente miden y evalúan la capacidad de una economía o una empresa de cumplir con sus obligaciones financieras y económicas en general, para lo cual aplican una tabla gradada con notas que guían a los inversionistas acerca del nivel de riesgo que implica tener o comprar títulos y papeles de determinado país, provincia, municipio o compañía. Son organizaciones empresariales que también integran el mapa institucional de la economía capitalista, y su lugar en ésta representa otro de los paradigmas referenciales del sistema económico global.

El poder de sus diagnósticos y proyecciones puede apreciarse desde el viernes pasado con el caso de EEUU, cuya nota crediticia fue rebajada por S&P en un escalón desde la máxima ubicación dentro del grado inversor (AAA, investment grade).

La asignación de AAA supone para la entidad que la recibe que su "capacidad de pago de los intereses y de devolución del principal es extraordinariamente fuerte", según la definición de la propia agencia. EEUU la tenía desde la primera vez que la obtuvo, en 1917, y los atributos que le valieron su asignación crecieron desde entonces, conforme el país se consolidó como primera potencia económica del siglo XX, liderando la expansión de un modo de producción capitalista con base fundamentalmente industrial y orientada al comercio.

Paradójicamente, fue en la actual etapa de hipertrofia financiera, cuando una clave de los colapsos que se registran desde 2008 parece ser la creciente distancia entre el desarrollo bursátil y especulativo y la economía real, que EEUU ve amenazada su posición simbólica de país capaz de mantener una economía rica en crecimiento constante, altamente dinámica y con sobrada capacidad de solventar sus compromisos y superar los riesgos inherentes a los fenómenos y procesos que genera.

Los más pasivos

En los días que siguieron al fin de semana en que demócratas y republicanos estadounidenses acordaron el plan de elevación del tope legal de endeudamiento a cambio de una serie de ajustes fiscales, el Fondo Monetario Internacional (FMI) dio a conocer una nómina -elaborada por S&P- de países cuyos pasivos superan o se aproximan a su Producto Interno Bruto (PIB), estando algunos de ellos aún incluidos por la empresa -y también sus competidoras- en las categorías más altas del grado inversor.

La lista es encabezada por Japón, que genera un PIB de 13,93 billones de dólares, acumula obligaciones equivalentes al 229% de ese monto y goza de la nota AA. Ésta, según la definición de la agencia, supone que "la deuda calificada con este calificador posee una capacidad muy fuerte de pago de intereses y reintegro del principal, difiriendo sólo en grado menor de las emisiones con rating superior", es decir de AAA, escalón más alto de los cuatro que integran la máxima categorización. El segundo de la lista es Grecia, con un PIB de casi 500.000 millones de dólares, con una deuda que equivale al 152% del PIB, aunque varias degradaciones consecutivas han dejado su nota dentro del escalafón especulativo: CC. "Este rating se suele aplicar generalmente a deuda subordinada a una deuda senior a la que se haya asignado un rating CCC de forma expresa o implícita", explica la empresa, y precisa que "la deuda calificada con CCC tiene ya una posibilidad detectable de incumplimiento, y depende de condiciones comerciales, financieras y económicas favorables para satisfacer de forma puntual el pago de intereses y reintegro del principal. En caso de condiciones comerciales, financieras o económicas adversas no es probable que tenga capacidad de pago de intereses y reintegro del principal. La categoría CCC se aplica también a deudas subordinadas a deuda senior a la que se le ha asignado un rating B expreso o implícito".

El tercero de la nómina es Jamaica, con un PIB de 220.000 millones de dólares, cuya deuda representa el 137% de su PIB, y que tiene asignada la calificación B, la segunda de la categoría especulativa. Va la definición: "La deuda calificada con B posee un mayor riesgo de incumplimiento pero tiene actualmente capacidad de pago de intereses y reintegro del principal. Condiciones comerciales, financieras o económicas adversas probablemente perjudicarían la capacidad o voluntad de pago de intereses o reintegro del principal. Esta categoría de calificación se utiliza también para deuda subordinada a una deuda senior a la que se le ha asignado un rating BBB expreso o implícito".

El cuarto país es Líbano, con un PIB de 570.000 millones de dólares, deuda de 134% del PIB, y calificado con B. Le sigue Italia con un PIB de 2,7 billones de dólares, deuda equivalente al 120% del PIB, pero manteniendo la calificación A+, que es la tercera dentro del investment grade. "Esta deuda posee una gran capacidad de pago de intereses y reintegro del principal, aunque es algo más susceptible a los efectos de los cambios circunstanciales y condiciones económicas adversas que la deuda de las categorías superiores". El quinto es Irlanda con un PIB de 250.000 millones de dólares y un pasivo del 114% de su riqueza anual, pese a que mantiene la calificación BBB, cuarta y más baja dentro del grado inversor. "Se la considera deuda con capacidad adecuada para el pago de intereses y reintegro del principal. A pesar de que normalmente presenta unos parámetros de protección adecuados, condiciones económicas o cambios circunstanciales adversos, pueden debilitar su capacidad de pago (...) en comparación con la deuda situada en categorías superiores", es decir AAA, AA y A.

El sexto país de la nómina dada a conocer por el FMI e incluido en ella desde hace apenas una semana es EEUU, cuyo endeudamiento implica el 100% de su PIB, que asciende según esta información a 15,15 billones de dólares, y que la semana pasada perdió la nota AAA -para S&P- para recibir la AA. Esta calificación supone "una capacidad muy fuerte de pago de intereses y reintegro del principal, difiriendo sólo en grado menor de las emisiones con rating superior", en tanto que la máxima AAA "posee el grado más alto de rating asignado por Standard and Poor's. La capacidad de pago de los intereses y de devolución del principal es extraordinariamente fuerte".

Los pasivos de Bélgica, Singapur, Portugal, Francia, Canadá, Gran Bretaña y Alemania aún no superan al PIB de cada país pero todos exceden el 80%, coeficiente más bajo del grupo y correspondiente a Alemania.

Estado de la unión

Según dio cuenta la web informativa TerraEconomiaMX citando un reporte del servicio para inversionistas BofA Merrill Lynch Global Research, los países y territorios que desde la semana pasada quedaron arriba de EEUU en cuanto a la calificación de su capacidad de pago son Australia, Austria, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Guernsey, Hong Kong, Isla de Man, Liechtenstein, Luxemburgo, Holanda, Noruega, Singapur, Suecia, Suiza y Reino Unido. Asimismo, las compañías trasnacionales que gozan desde entonces de una mejor calificación que la nueva del gobierno estadounidense son Mass Transit Railway, Imperial Oil, Singapore Technologies Engineering, Johnson & Johnson, Microsoft, Exxon y ADP. El informe de la consultora considera muy probable que la degradación de la nota crediticia de EEUU represente un “parte aguas” para la economía global y el funcionamiento de los mercados, dada la importancia de los bonos del Tesoro para valuar los activos de “cero riesgo” en todo el orbe.