Pese al importante proceso de recuperación salarial y de los ingresos que viene verificando el país en los últimos años, en 2010 más de la mitad de los ocupados (un 52,6%) no alcanzó un ingreso líquido mensual de 10.000 pesos. Cuando se analiza por género, no se aprecian diferencias sustanciales, ya que un 53% de los diezmilpesistas son hombres y el 47% mujeres.

Hay en cambio más diferencias a nivel geográfico, ya que la mayor proporción de estos trabajadores se encuentra en el interior, donde suman unos 550.000 (67,65%). Otro colectivo de fuerte concentración de estos trabajadores es el juvenil, en el cual de los 215.000 ocupados menores de 25 años, unos 168.000 perciben menos de 'diez lucas' al mes, por lo que aproximadamente cuatro de cada cinco jóvenes integran la categoría.

Esta población registra una "fuerte concentración en los menores niveles educativos", ya que el 37% tiene hasta primaria completa y un 43% no logró concluir el nivel secundario. Por ello, son un total de 654.000 personas (80,44%) las que no alcanzaron a terminar el liceo y ahora no llegan a cobrar en la mano 10.000 pesos.

Según el Icudu, eso marca "una relación directa entre menores niveles educativos y empleos de mala calidad caracterizados, entre otros problemas, por ingresos laborales demasiado bajos. Por lo tanto, uno de los aspectos centrales para avanzar en términos de desarrollo económico con menor desigualdad pasa por lograr que la población más vulnerable que actualmente asiste al sistema educativo pueda acceder a mejores resultados, lo que indudablemente fortalecerá sus oportunidades futuras".

No te registro

El estudio también refiere a las características de ocupación de dicha población, y su relación según los sectores de actividad. Sobre el punto, describe que unos 533.500 son asalariados privados (65,6%), mientras que 216.000 (26,56%) son trabajadores independientes y cuentapropistas. En tanto, los asalariados públicos son sólo un 5,2% del total. En la misma línea advierte que este fenómeno se verifica en mayor grado entre los ocupados que no están registrados en la seguridad social, ya que el 75% de quienes trabajan en esa condición cobran en la mano sueldos de cuatro dígitos.

Igualmente, el Icudu establece que "si bien entre los que están cubiertos por la seguridad social esa proporción cae a 43%, cabe mencionar que la cifra de ocupados que están registrados y perciben menos de 10.000 pesos líquidos alcanza los 455.000".

Entre los asalariados privados y públicos registrados a la seguridad social (cuyos salarios se determinan fundamentalmente en el marco de la negociación colectiva) el número de diezmilpesistas asciende a 403.500 trabajadores.

En ese sentido concluye que aproximadamente la mitad de la población que gana menos de 10.000 pesos se compone de trabajadores independientes o informales, y la otra mitad de asalariados formales cuyas remuneraciones se acuerdan en los Consejos de Salarios. "Esto marca claramente que pese a los avances en materia de recuperación salarial conquistados en estos ámbitos, son más de 400.000 los trabajadores que en 2010 no alcanzaban un ingreso líquido superior a los 10.000 pesos". Esto requiere profundizar "un conjunto de medidas que no sólo contemplen la reducción de la informalidad y precariedad laboral sino que también aceleren el crecimiento salarial que se viene registrando a partir de la reinstalación de los Consejos de Salarios".

Para analizar los datos por sector de actividad el informe establece en primer lugar una relación entre los ocupados dentro de cada sector y la proporción de diezmilpesistas a su interior. En ese caso, se observa que en el sector primario (agricultura, ganadería y pesca), el 67% percibe remuneraciones líquidas menores a 10.000 pesos, y sólo el restante 33% recibe un ingreso mayor. Además de este sector se destacan el comercio, la industria y la construcción como los de mayores proporciones de diezmilpesistas.

En segundo orden estudia el fenómeno en términos absolutos, es decir calcula la cantidad de diezmilpesistas en cada sector, concluyendo que Comercio y Servicios son los de mayor participación de esta población, con aproximadamente un 26% del total en cada caso.

La veía venir

Al mismo tiempo, el Icudu refiere a la relación de estos ingresos con la distribución, señalando que, “como era de esperar, estos ocupados de ingresos laborales sumergidos se concentran con mayor intensidad en la parte baja de la distribución”.

A modo de ejemplo, describe que entre los ocupados que pertenecen al 20% más pobre de la población (segmento conocido como primer quintil de ingresos), la proporción de diezmilpesistas se ubica en 87%. En ese sentido, a medida que se avanza a quintiles de mayor ingreso la proporción de estos trabajadores desciende, hasta representar el 17% en el quintil de mayores ingresos. Respecto de la pobreza, se advierte que unos 168.000 diezmilpesistas son pobres, mientras que el resto, unos 645.000, tienen un ingreso per cápita por encima de la línea de pobreza. La información agrega que entre los ocupados que se encuentran en situación de pobreza, un 86% son diezmilpesistas. Afirma que “este fenómeno está directamente asociado al debate sobre reducir la desigualdad”, y para ello realiza una “simulación” de cómo variaría el índice de Gini (que mide la desigualdad) ante un incremento salarial que permita que los ocupados pasen a percibir un ingreso líquido equivalente a 10.000 pesos en su empleo principal. No obstante, aclara que es un “ejercicio de simulación muy limitado”, ya que no incluye posibles efectos secundarios de un cambio de esa magnitud, por ejemplo sobre el empleo, la formalidad, la inflación u otras variables relevantes. Teniendo eso en cuenta, el Icudu plantea tres escenarios posibles: el primero establece que el conjunto de los ocupados diezmilpesistas pasarían a percibir una remuneración exactamente de 10.000 pesos líquidos (o su equivalente en valor hora); en el segundo, sólo los ocupados formales pasan a ganar ese monto; y en el tercero sólo aumenta para los asalariados formales (cuyos ingresos se negocian en los Consejos de Salarios). Considerando esas posibilidades, “naturalmente”, la mayor reducción de la desigualdad se constata en el primer escenario, y la menor en el tercero, aunque “en todos los casos se observan caídas relativamente importantes que supondrían un avance muy significativo en términos de una menor desigualdad”. Y luego sintetiza:

“Más allá de las limitaciones mencionadas, el análisis permite concluir de forma contundente que para avanzar en reducir la desigualdad y combatir la pobreza, una de las políticas necesarias pasa por profundizar los avances en materia de incremento salarial de las remuneraciones más sumergidas”.

Por último, también llama a “vincular” ese análisis entre distribución y pobreza con el nivel educativo, ya que los diezmilpesistas peor calificados “se concentran con mayor énfasis en los hogares más pobres, mientras que entre los ocupados con Universidad incompleta o completa, la concentración se produce entre los hogares de mayores ingresos”.