Uno de los principales inconvenientes actuales que presentan los países desarrollados, principalmente la Unión Europea (UE), radica en el abultado endeudamiento público acumulado, lo que se suma a excesivos déficits fiscales que lo incrementan aún más.
Las dificultades más graves están en Portugal, Irlanda y Grecia, que ya tuvieron que recibir rescates de la UE y del Fondo Monetario Internacional (FMI), seguidos por Italia y España. El caso de Estados Unidos (EEUU) también es problemático, pero menos que en Europa, ya que no encuentra restricciones para acceder a financiamiento.
En este escenario todo apunta a que el principal desafío de estos países consiste en reducir el endeudamiento, y para ello se apela principalmente a una herramienta muy conocida por estas latitudes: el ajuste fiscal.
Varios han sido los países que vienen aplicando recortes de su presupuesto buscando calmar a los inquietos mercados financieros; Grecia, Irlanda y Portugal no tuvieron más remedio que aplicarlos dadas las exigencias de sus pares europeos para otorgar la ayuda financiera, pero también España, Italia e Inglaterra recurrieron a la tijera. EEUU parece encaminarse hacia ese lado, ya que el recorte del gasto público fue una de las concesiones que debieron hacer los demócratas para que los republicanos aprobaran el aumento del techo de deuda.
Sin embargo, cada vez más voces cuestionan la efectividad de esa herramienta, ya que si bien disminuye el gasto, también genera un menor impulso sobre una economía que aún está en dificultades para crecer. En ese sentido, incluso puede hablarse de un efecto opuesto al deseado, debido a que los ingresos públicos merman, por ejemplo, por una menor recaudación tributaria, agravando aún más la situación fiscal.
Problema de fondo
Al respecto se pronunció la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, quien en una columna del periódico británico Financial Times manifestó: "No dejemos que los frenos fiscales dañen la recuperación", y aseguró que la turbulencia actual de los mercados es causada por "un profundo aumento de la incertidumbre", fenómeno que "ha sacudido la confianza en toda la economía mundial y ha llevado a muchos a concluir que se han agotado todas las opciones de política". "Esta impresión es incorrecta y podría provocar una parálisis", alertó.
Expresó que ante la crisis de 2008 "las autoridades económicas mundiales aunaron esfuerzos para actuar con un propósito común", haciendo, según la jerarca, una valiosa labor. "Nos salvaron de una segunda Gran Depresión al respaldar el crecimiento, combatir la esclerosis de las arterias financieras, rechazar el proteccionismo y proporcionar recursos al FMI", ponderó. De ahí la conveniencia actual de "reavivar ese espíritu" para evitar "el riesgo de una doble recesión" y facilitar "que el mundo retome la senda de un crecimiento vigoroso, sostenido y equilibrado".
Lagarde adelantó que "no hay respuestas fáciles", pero aclaró que ésto "no significa que no haya opciones" a mano. A su entender, las economías avanzadas tienen que "restablecer la sostenibilidad fiscal mediante planes de consolidación creíbles", aunque señala que "apretar los frenos con demasiada rapidez dañará la recuperación y empeorará las perspectivas de empleo". "Por lo tanto, el ajuste fiscal debe resolver el dilema de no ser demasiado rápido ni demasiado lento", puntualizó.
Cuide los excesos
A nivel local varios expertos han realizado valoraciones acerca de la efectividad de realizar ajustes fiscales. En un seminario organizado en Montevideo por el banco británico HSBC, Javier Finkman, economista de la entidad, dijo que los programas de austeridad generan "cada vez mayores discrepancias" por el freno en la recuperación que implican. En la misma línea, María Laura Rodríguez, economista de la Unión de Exportadores, comentó en una presentación de la gremial que "ajustarse el cinturón en momento de crisis [...] es estar un poco atados de pies y manos para crecer" (ver la diaria de ayer). Del otro lado, Julio De Brun, director de la Asociación de Bancos Privados y ex presidente del Banco Central, defendió las políticas de recorte fiscal en el viejo continente porque, según entiende, "ha sido tan malo el gasto público" ejecutado durante los últimos años que los recortes en curso no representan un ajuste de cinturón perjudicial para el crecimiento sino un "recorte de excesos".
De esa forma, se requiere aplicar "un enfoque dual" de "consolidación a mediano plazo y apoyo a corto plazo para el crecimiento y la creación de empleos". Y precisó: "El apoyo a corto plazo para el crecimiento es esencial para garantizar la credibilidad de todo acuerdo en materia de consolidación. En definitiva, ¿quién se creerá que los compromisos sobre recortes sobrevivirán a un largo estancamiento con alto y prolongado desempleo y malestar social?”, se cuestionó Lagarde. Y en este sentido estimó que "los mercados pueden tener dos opiniones: aunque no les gustan los altos niveles de deuda pública -y pueden celebrar una profunda consolidación fiscal-, [...] les gusta menos aún un crecimiento bajo o negativo". Por último, evaluó que "si la recuperación mundial decae, las repercusiones se sentirán a diestra y siniestra".
Soy modelo
Otra dama que mostró "preocupación" por la política llevada adelante por varias economías del viejo continente fue la presidenta argentina, Cristina Fernández, quien alertó que esas decisiones terminarán por deprimir aún más la actividad económica.
Según declaraciones consignadas por la agencia española de noticias EFE, la mandataria sentenció que "el principal problema que hoy atraviesa la economía mundial es la inmensa contracción del gasto que han sufrido los sectores populares a lo largo y a lo ancho del globo, producto de la apropiación de la renta y de la formidable concentración de la riqueza que ha habido en todas las economías desarrolladas".
En este punto dijo apreciar "con mucha preocupación que las medidas que se proponen de ajuste van a tender a acentuar y hacer todavía más gravitante esa contracción del gasto en los sectores vulnerables y, por lo tanto, van a hacer deprimir aún más la actividad económica". Y relacionó el tema con la evolución económica de su país: "Sabemos que somos un modelo y que nos están mirando, porque lo que está pasando en el mundo se parece mucho a la Argentina de 2001".
¿Qué haces acá?
Un artículo del diario español Público asegura que incluso economistas ortodoxos (neoclásicos) comienzan a discrepar con las políticas de ajuste fiscal. “Ya no son sólo economistas marxistas como los de la revista Monthly Review ni poskeynesianos como James K. Galbraith o los del Centre for Economic and Policy Research, o keynesianos clásicos como Joseph Stiglitz y Paul Krugman. Las advertencias de que los durísimos planes de ajuste centrados en la reducción inmediata y brutal del déficit como los que se aplican en la UE bajo el impulso del PP Europeo y que los republicanos acaban de imponer en EEUU desde el Congreso pueden ser contraproducentes y llevar a la recesión empiezan a llegar también desde la pura ortodoxia económica”, comienza la nota.
Describe que Martin Feldstein, ex asesor de Ronald Reagan, y Henry Paulson, secretario del Tesoro de George W. Bush, han advertido que el recorte inmediato del déficit sin nuevas medidas de estímulo es “erróneo” y que, por el contrario, la prioridad debe centrarse en destinar los esfuerzos públicos a crear empleos y, simultáneamente, establecer un plan de reducción del déficit, pero a largo plazo.
Bill Gross, “gurú de Pimco” -gigante global de gestión de inversiones-, comentó que “la obsesión por la deuda, en lugar de por la creación de empleo, responde a la creencia equivocada de que un presupuesto equilibrado producirá una economía equilibrada”.
También afirma que el Financial Times, “una de las biblias liberales”, publicó un editoral en el que estima que los problemas de la UE se deben en buena medida a “la austeridad que los miembros de la eurozona están implantando colectivamente”. El editorial defiende los planes de ajuste en los países más asediados, entre los que incluye España e Italia, pero exige que Alemania y otros Estados con “margen de maniobra” se liberen de los “halcones fiscales” y “recuperen a Keynes”. “El duro ajuste fiscal en los países del sur tendría más posibilidades de ser exitoso si la caída de la demanda resultante puede compensarse con el aumento de la demanda de las economías europeas más potentes”, señaló.