Desde que explotó la burbuja hipotecaria en Estados Unidos (EEUU), que marcó el comienzo de la crisis financiera internacional, mucho se ha hablado sobre el rol de las calificadoras de riesgo en la misma, por haber otorgado evaluaciones muy altas a inversiones que terminaron hundiéndose, y porque, se sospecha, sabían que ocurriría. En estos últimos años las críticas proliferaron desde varias direcciones, pero se incrementaron particularmente cuando las agencias comenzaron a poner en tela de juicio la capacidad de pago de países de la eurozona e incluso la de EEUU. En agosto del año pasado Standard & Poor's (S&P) le quitó a la principal economía mundial su preciada "AAA" (nota máxima), lo que aumentó fuertemente la inestabilidad a nivel internacional, y Moody's puso la suya en revisión. El pasado viernes y luego de un calmo comienzo de año, S&P anunció la rebaja de la nota crediticia de nueve países de la eurozona euro, y horas después del Fondo Europeo para la Estabilización Financiera.

Más allá de las suspicacias sobre la intencionalidad de la rebaja lo cierto es que las empresas calificadoras parecen haber cambiado su modelo de evaluación y ahora cuestionan todo lo que se mueve. En este contexto, corresponde preguntarse qué son y por qué su opinión sobre la situación de una empresa o un país incide tanto sobre la economía internacional.

To be

Las agencias evaluadoras de crédito, calificadoras de riesgo o agencias de rating son entidades privadas que a solicitud de un cliente "califican" determinados productos financieros o activos, de empresas y países, desde el punto de vista del riesgo asociado. Analizan la probabilidad de impago y el deterioro de la solvencia de un emisor utilizando para ello diversas variables, como la deuda acumulada, sus características, la capacidad para cubrirla, su situación patrimonial y otras. Y se les critica -cada vez más- manejar con discrecionalidad los criterios de análisis, que parecen reflejar variaciones.

Falta uno

En febrero de 2002 y a raíz de la crisis financiera Uruguay perdió el grado de inversor, pero con su recuperación económica general ha mejorado progresivamente su riesgo crediticio, aunque de forma lenta. Las autoridades del gobierno suelen lamentar que la calificación actual del país por las agencias no reconoce la fortaleza relativa de la economía local y los relativamente moderados intereses que paga el Estado por sus bonos. Uruguay está un escalón debajo del grado inversor según Fitch, S&P y Moody's, y calificado con la nota "BB+" por las primeras dos, y con la "Ba1" por la última.

Esta calificación es sumamente relevante para inversores, emisores, bancos de inversión, intermediarios y gobiernos, ya que una nota puede definir si se invierte o no en determinado instrumento financiero o en determinado país. Cabe destacar que si bien hay más de 74 agencias calificadoras de riesgo en el mundo, el 90% del mercado está controlado por tres firmas estadounidenses: S&P, Moody's y Fitch (integrada también por capitales británicos). De esa forma, su poder a nivel internacional es muy alto. Eso ha llevado a que, por ejemplo, China creara su propia agencia, Dagong Global Credit Rating, y que en Europa se hable de crear un marco de calificación propio al amparo del Banco Central Europeo (BCE, ver http://ladiaria.com.uy/articulo/2011/12/por-cuenta-propia/ ).

Notable

En otro orden, también es importante saber qué hay detrás de cada nota crediticia, y qué quiere transmitir la empresa cuando la otorga. Las notas se dividen en dos escalas: "calificación de grado de inversión" (investment grade) y "calificación de grado especulativo" (non-investment-grade bond, speculative-grade bond, o junk bond). Entre las primeras, la nota más alta, "AAA" en el caso de S&P y Fitch, y "Aaa" en el de Moody's, implica el más bajo riesgo para invertir, ya que la capacidad para el pago oportuno del capital principal de la deuda y los intereses es sustancial y no es probable que haya cambios adversos. En un segundo escalón están las notas "AA" y "Aa", que también representan un bajo riesgo, aunque un cambio en las condiciones de negocios, económicas o financieras podría incrementarlo. Sin embargo, no lo haría de forma significativa. Luego viene la evaluación "A", que también supone baja expectativa de riesgo aunque cambios adversos podrían incrementarlo. Avanzando en el abecedario aparecen en el cuarto escalón las asignaciones "BBB" y "Baa", que expresan bajo riesgo y una adecuada capacidad de repago de la inversión, pero previendo que cambios adversos en las condiciones de negocios, económicas o financieras podrían elevar la incertidumbre. En el quinto escalón comienzan las calificaciones de grado especulativo con las notas "BB" y "Ba", leídas por el mercado como "bonos basura" y que advierten contra "una posibilidad de que se desarrolle un riesgo de inversión", la cual "es susceptible con el tiempo a cambios adversos en las condiciones de negocios, económicas o financieras". Detrás aparece "B", que expresa "riesgo de inversión" y alerta que el repago "no está suficientemente protegido contra cambios adversos en las condiciones de negocios". En el séptimo lugar están las marcas "CCC" o "Caa", según las cuales "existe una posibilidad actual percibida de incumplimiento de pago", en cuyo marco el repago de la inversión y sus intereses depende de las condiciones favorables.

Luego vienen las notas "CC" y "Ca", que definen obligaciones altamente especulativas, y la "C", utilizada para cubrir casos en los que fue presentada una solicitud de quiebra pero los pagos de las obligaciones continúan. Otra calificación, que sería la "SD" (selectiv default) o "RD" (restricted default), describe una situación de mora "selectiva" o "restringida", es decir que el emisor incumplió un aspecto específico o una clase de obligaciones pero cubre las restantes oportunamente. En el escalón siguiente se ubica la nota "D", que representa un actual incumplimiento de pago. En este punto Fitch establece una escala: "DDD" (potencial más alto de recuperación de la inversión), "DD" (potencial intermedio) y "D" (el más bajo). Cabe agregar que S&P y Fitch distinguen las calificaciones desde "AA" hasta "CCC" con el signo "+" o "-" para mostrar la posición relativa dentro de la categoría principal. Moody's acompaña sus notas con los números 1, 2 o 3, y el 1 indicando que la obligación está en el tope de la clasificación.

Escolaridad

En los meses que corren, el epicentro de la crisis y con ella de la cosecha de las calificadoras está en Europa, aún sacudida por la decisión de S&P. Alemania, Finlandia, Luxemburgo y Holanda mantienen el grado de inversor máximo para las tres empresas, sitial que hasta el viernes todavía compartían Francia y Austria, a las que S&P les degradó sus evaluaciones a “AA+". Bélgica está en un segundo escalón con asignaciones de “AA” y Aa” según la agencia, mientras que Estonia está en “AA-" para S&P y en “A” para Fitch y Moody's. España y Eslovenia tienen notas “AA-" y “Aa” según Fitch y Moody's, pero una sola “A” para S&P. Italia, que bajó dos escalones en la revisión del viernes, quedó situada en un nivel “BBB+" según S&P, aunque para sus competidoras conserva la “A”. Irlanda tiene evaluaciones “BBB+" y un escalón menos, “Ba”, para Moody's. Los países que entraron en la categoría de “bonos basura” (“BB”) en la última revisión de S&P, Chipre y Portugal, tienen según Moody's calificaciones de “Baa” y “Ba”, y según Fitch de “BBB” y “BB+". Grecia es el país con peor calificación de la región, con un nivel “CC” según S&P, “Ca” para Moody's y “CCC” para Fitch. Cabe destacar que sólo Alemania y Eslovenia mantienen caracterizaciones de “perspectiva estable” en su calificación, ya que a los demás países les auguran un horizonte negativo.