"Podemos reírnos de todo, pero no con todo el mundo", decía el humorista francés Pierre Desproges. La frase apunta a la diferencia entre el ámbito privado y la esfera pública, en la que se mueve todo medio de comunicación. Para Página/12, la publicación de la última tira de Gustavo Sala, que busca hacer humor a partir del exterminio judío, se ha vuelto un dolor de cabeza, ya que fue percibida por un sector de la sociedad argentina como un cortocircuito en la política del periódico sobre los asuntos de violaciones a los derechos humanos.

Al Faro no

El 17 el CCIU también editorializó contra la sección de humor de la diaria. El artículo de El Faro del Final del Mundo publicado el 12 de enero, que vinculaba a los servicios de inteligencia israelíes y la muerte del científico nuclear iraní Mustafa Ahmadi Roshan, y a todo esto con la suba de los precios del petróleo, adolecería de "un anti-israelismo 'barato' no cómico, un antisionismo demasiado cruel, un desconocimiento del vínculo real entre israelíes y palestinos, y un acercamiento peligroso al antisemitismo vulgar, que ya se lo dejamos a Freud y su ciencia, que es el camino idóneo para analizarlo".

La historieta, titulada "FieSSta", se presenta como "una aventura de David Gueto, el DJ de los campos de concentración", en referencia al DJ y productor francés David Guetta, que ofreció espectáculos en Punta del Este y Mar del Plata a principios de este mes. "Vamos, putos, bailen. ¡Fiesta, fiesta!”, le dice Gueto a un grupo de prisioneros, que le contestan: "No tenemos nada que festejar, David: nos matan y nos exterminan en masa". "Vamos, che, no sean mala onda. A bailar, a bailar", les responde el DJ. "Nos matan en cámaras de gas y hacen jabones con nosotros", le informan los cautivos. En el cuadro siguiente aparece Hitler, que se dirige directamente a los prisioneros: "Che, David tiene razón, un poco de diversión no les vendría mal". "Sí, señor Hitler", asienten los detenidos. "Vamos, diviértanse que la vida es corta", dice Hitler. En el remate, Hitler le dice a Gueto: "Gracias, David, si están relajados los jabones salen mucho mejor". "Me imagino, ja, ja", dice éste. "Fiesta, fiesta", exclaman los prisioneros.

Traspasando la evidente muralla de absurdos que cimenta la historieta, desde varias organizaciones judías se la leyó como un ataque directo a la colectividad. Guillermo Borger, presidente de la AMIA, declaró: "Es muy lamentable que en esta sociedad en la que buscamos integración y pluralismo existan seres inadaptados", en referencia a Sala. “Es una provocación que, como hijo de sobrevivientes del Holocausto, combatiré hasta las ultimas consecuencias”, agregó. Julián Schvindlerman, columnista de Radio Jai, dijo que la publicación de la historieta "no fue un error ni de Gustavo Sala ni de los editores de Página/12", y señaló que "el verdadero escándalo es la decisión editorial de abrirle sus páginas a un antisemita y legitimizar su mensaje".

Un poco al carajo

Antes de llegar a dirigentes y comentaristas, el asunto había cobrado notoriedad casi inmediata gracias a Twitter, donde se volvió uno de los "temas calientes" a nivel mundial de la red social. "Las acusaciones más vocales tildaron a Sala de 'nazi', algo que sólo se explica si es la primera vez que se enfrentan a un dibujo suyo, en donde sistemáticamente destruye a todas las comunidades, personas, animales y objetos que se le crucen (sus chistes sobre pedofilia y religión son un clásico), con el objetivo de hacer humor de remate, o de golpe en la quijada", anotan en el sitio web Multiverseros.net respecto al ámbito en el que hasta ahora se leía a este humorista nacido en Mar del Plata en 1973.

Historietista estable de la revista Barcelona (suya es la serie Hijitos de puta que suele aparecer al cierre), colaborador de Fierro, de No y autor de varios libros compilatorios (Bife angosto, Amasala), Sala fue uno de los invitados centrales de la última edición de la convención Montevideo Comics. Aunque ahora declinó hacer declaraciones a la diaria -siguiendo el consejo de los responsables de Página/12, aclaró-, en mayo el historietista había dicho, en referencia a las posibles ofensas que causa su obra, que "el humor permite dar vuelta algunas cosas, usar la ironía, reírse de uno mismo, decir lo contrario a lo que uno piensa: no es muy saludable tener una lectura tan lineal".

En cambio, sobre la situación creada a partir de "FieSSta", dijo a Canal 26: “Por ahí me fui un poco al carajo". "En general me gusta joder con los intocables del rock y en este caso fue un chiste con David Guetta, satirizando los estereotipos que están muy instalados en la memoria colectiva, pero no me burlo de ellos. No tengo problemas en pedir disculpas porque no hubo mala leche ni busqué lastimar a nadie, es humor negro, jodido, es una tira mediocre con un remate tonto". “Supongo que el diario tampoco pensó que iba a ser ofensivo, porque parecía que quedaba claro que era una tira de humor”, agregó.

El periódico, sin embargo, publicó un pedido de disculpas en la edición del viernes: "En las últimas horas, este diario recibió protestas institucionales y personales por la tira publicada el jueves pasado en el suplemento No, en la que se hacía referencia a los campos de exterminio nazi. De acuerdo con su histórica toma de posición en contra de la discriminación, Página12 lamenta haber provocado angustia o dolor y pide disculpas a todos los que pudieran sentirse afectados".

Trabajando al sol

Sala no es el primer historietista en hacer humor sobre campos de concentración, ni sería el primero en enfrentar problemas judiciales por ello. A fines de los años 80 tuvo lugar uno de los hitos de la historia del cómic y la libertad de expresión, cuando varios tribunales europeos debieron decidir qué hacer con Hitler=SS, un libro escrito por una de las glorias del cómic francés, Phillipe Vuillemin, en colaboración con el guionista Jean-Marie Gourio.

Aunque la mayoría de los trabajos de Hitler=SS habían sido publicados por entregas en la revista Hara-Kiri, su aparición conjunta desató la preocupación de distintas instituciones judías. En España fue publicada por el editor de Makoki, que fue enjuiciado por la B'nai B'rith y la organización que nuclea a los sobrevivientes del campo de Mathausen. Tanto en ese país como en Francia los sucesivos juicios impidieron la reedición de la obra, aunque en el medio Vuillemin y Gourio hicieron circular una versión con el agregado de una fotonovela en la que un grupo de oficiales nazis los enjuiciaba a ellos por tratar con poco respeto al ejército alemán.

En Hitler=SS (un título entendible como "Hitler es facho") se superponen situaciones absurdas, pero muchas veces con una intencionalidad política ciertamente distante de la "humillación de los prisioneros de campos de concentración" que dictaminaron los tribunales españoles. Por ejemplo, fue la exclusión de homosexuales en una reunión de ex detenidos lo que inspiró a Goriot a escribir una historia en la que las advertencias que hace un hombre a la multitud que se dispone a abordar un tren alemán que los conducirán a la muerte (y no a unas vacaciones) es desestimada con burlas por provenir de un "maricón". La cobardía de la resistencia francesa y la bestialidad de los ocupantes alemanes que pintan estas historietas encajan dentro de la cosmovisión de Vuillemin, un hombre que ha procurado buscar el lado oscuro (o al menos, divertido) de conflictos y causas como la emancipación de los afronorteamericanos y las campañas europeas para aliviar los padecimientos de los latinoamericanos en dictadura.

Tampoco Sala es el primer argentino en hacer humor públicamente a partir del holocausto judío. Si uno escucha con atención el principio de "Jabones flotadores", que aparecía en La dicha en movimiento, el primer disco de Los Twist, encontrará que el recitado de Pipo Cipolatti habla de un científico alemán que a mediados de los años 40 descubre el secreto para producir jabones que no se hunden. Si acá Cipolatti, autor de ambiguos homenajes a Perón y a la Policía Federal, se detiene un escalón antes que Sala, en la canción "En el campo" (de Con el 5 en la espalda) se cae de la escalera: "En el campo / trabajando al sol", repite varias veces para liquidar con "En el campo / de concentración".

Literatura nazi

Anteayer, el Comité Central Israelita del Uruguay (CCIU) emitió duros comunicados referentes a la tira de Sala. "Especialmente poco pertinentes son estos dibujos, cuando son publicados un día antes de la conmemoración de los 70 años de la Conferencia de Wannsee en la que se decretó y elaboró la 'Solución Final', que en esos mismos campos que a Gustavo Sala le resultan tan graciosos, asesinaría a millones de judíos. Por otra parte, la semana que viene, el 27 de enero, se conmemora el Día Mundíal del Holocausto y de Prevención de los Crímenes contra la Humanidad", escribe Masha Gabriel en una columna titulada "Banalización de la Shoah en Página12".

Más terminantemente, en el editorial del CCIU ("Cuando los límites se deberían pagar con expulsión y prisión") se considera que las disculpas pedidas por el diario argentino no son suficientes, y que se debería despedir "al caricaturista demente o al jefe de producción", o publicar "una tirada en página central en negro, con un solo título enorme blanco, que diga 'vergüenza y disculpa', sin más contenido en toda la edición, además de echar a los responsables".

El editorial también apunta a un problema caliente: "Pensemos por un minuto si esta caricatura nazi de Página 12 o cualquier otro diario, hubiese aludido a temas dolorosos y sumamente sensibles ocurridos en nuestros países latinoamericanos, o hubiese aplicado humor nazi a temas tan penosos como la pobreza extrema, la marginalidad y la exclusión, todos ellos aún no totalmente resueltos en nuestras sociedades". Sala parece dar la razón al editorialista si nos atenemos a sus declaraciones a Radio Residencias, de Mar del Plata: "Nunca hice un chiste a Cromañón, Callejeros, porque no quedaría bien. Pero con un tema tan instalado a nivel global como el Holocausto, es darle una vuelta más a algo que tiene miles de vueltas ya dadas".

Estrategias oblicuas

Con seguridad la tira de Sala no es una aproximación apropiada a los temas históricos que refiere; los tribunales españoles que fallaron en contra de Hitler=SS se basaron en un juicio similar y atendieron a la formación del público infantil-juvenil, al que consideraron el principal consumidor de cómics.

Sin embargo, la censura que pesó sobre el libro de Vuillemin y Gourio -en España se llegó a secuestrar la edición- no impidió que siguiera circulando. Al contrario, primero en fotocopias y, recientemente, en los ahora amenazados repositorios digitales de archivos para compartir, Hitler=SS se ha vuelto una obra extremadamente difundida. Lamentablemente, en los últimos años se puede observar una particularidad desagradable en algunas versiones virtuales de la obra: han sido “intervenidas” de forma que en las primeras páginas se pueden leer cosas como “dedicado a seis millones de personas inexistentes” o consignas de tenor antijudío. En este caso, al menos, el celo por la verdad histórica desembocó en una medida represiva que terminó expulsando hacia los márgenes al invalorable campo del humor.