Cuando en el año 2000 comenzó a verse en MTV un pequeño clip salvaje de una canción llamada "One Armed Scissor", muchos pensaron que tal vez el rock del Siglo XXI no iba a ser la porquería conformista que amenazaba ser. Los creadores de esta canción ganchera pero con súbitos y complejos cambios de tiempo y estructura eran prácticamente desconocidos para el gran público, pero ya se habían vuelto una leyenda en el ámbito del hardcore y el punk; los At the Drive-in habían surgido en 1993 -en plena emergencia del rock independiente- como una banda punk más de El Paso, Texas, pero el estado de la estrella solitaria se ha caracterizado -desde los lejanos días de los Stick-Men with Ray-guns, The Dicks o los Butthole Surfers- por ser el hogar de las bandas punk más insulares y experimentales, y los At the Drive-in no eran la excepción. En su caso el distintivo no era tanto su locura o su capacidad transgresora sino más que nada su disciplina técnica y su energía en el escenario. Siguiendo el ejemplo de bandas como Black Flag y Fugazi, los At the Drive-in parecían dedicados más que nada a desmentir el pre concepto de que las bandas de punk rock no saben tocar y, gracias a un ritmo de ensayos obsesivo y maratónico, desarrollaron un dominio instrumental que les permitía no sólo tocar canciones de estructura complejísima y velocidades supersónicas, sino también ejecutarlas realizando un show de acrobático despliegue físico, en el cual los integrantes parecían literalmente volar por el escenario como poseídos por algún demonio eléctrico.

Sus dos primeros LPs -Acrobatic Tenement (1996) e In/Casino/Out (1998)-, no se convirtieron en grandes éxitos de ventas pero consiguieron atraer una atención crítica que preparó el terreno para su disco de despegue, que fue Relationship of Command (2000), que fue saludado como la obra esencial del post hardcore. El disco, que contenía incluso una participación de Iggy Pop, presentaba una serie de canciones -entre las que se encontraba el hit "One Armed Scissor"- que sin dejar de ser accesibles iban mucho más allá en experimentación compositiva de lo que había ido la generación del grunge, y que envolvía esa violencia sónica con melodías gritadas pero reconocibles, que escupían textos de carácter surrealista, con una notoria influencia del escritor beatnik William Burroughs.

Muchos saludaron a los At the Drive-in como el rock del futuro, pero la alegría duró poco.

Cuando iban a comenzar la gira de presentación del Relationship of Command, la relación entre los integrantes se deterioró abruptamente por una combinación de factores negativos, entre los que se encontraban el exceso de atención mediática, el agotamiento físico producido por sus viscerales shows y sus ensayos interminables, y -para no salir de la tradición rockera- algunos problemas de drogas de parte de sus integrantes. Fue así que en el momento que el mundo parecía estar esperando la proyección mundial de la banda, la misma anunció que se separaban -aunque aclarando que se trataba de una pausa y no de algo definitivo- y que se iban a dedicar a otros proyectos. El principal impulsor de este quiebre fue el vocalista Cedric Bixler-Zavala, quien junto al bajista (ahora devenido guitarrista) Omar Rodríguez-López formaron la exitosa banda de rock neo progresivo The Mars Volta, mientras que los miembros restantes -Jim Ward, Paul Hinojos y Tony Hajjar- formaron la menos reconocida Sparta.

Nada anunciaba que esta relación distante fuera a cambiar, pero inesperadamente el lunes pasado apareció en el sitio oficial de la banda el siguiente comunicado: “¡ATENCIÓN! A quien le pueda concernir: AT THE DRIVE-IN va a romper su silencio de 11 años. ESTA ESTACIÓN ESTÁ... AHORA... EN FUNCIONAMIENTO.”, tras lo cual se anunció también que la banda tocaría en el Festival del Valle de Coachella, el próximo abril. No se sabe si esta reunión tendrá algún resultado creativo nuevo -de hecho sí se sabe que The Mars Volta se encuentra grabando un nuevo disco- pero en todo caso la reunión se presenta como la oportunidad, una década después, de escuchar finalmente la presentación del disco que casi cambia el mundo del rock.

La revolución sueca

El caso de la banda de hardcore sueca Refused es asombrosamente similar, por lo que es casi lógico que también hayan anunciado en paralelo su reunión. Formados en 1991, los Refused se establecieron como el ala más radical de un rock escandinavo que a fines de la década de los noventa pareció estar listo para disputar la predominancia anglosajona en las formas de rock más duras. Modelados en la ética combativa e intransigente de bandas como Fugazi o Nation of Ulysses, los Refused ofrecieron desde sus comienzos una versión violenta -y vociferada de una manera que luego se haría escuela del otro lado del Atlántico y que aún puede percibirse como influencia en bandas tan notorias como Fucked Up- pero a la vez instrumentalmente creativa del punk rock, consiguiéndose un lugar propio en el panorama internacional del género desde su primer disco, This Just Might Be... the Truth (1993).

Pero al igual que los At the Drive-in, los Refused demostraron una voluntad de desarrollo instrumental y creativo permanente, apostando disco a disco a mayores riesgos, hasta culminar con el disco titulado orgullosamente The Shape of Punk to Come (la forma del punk que vendrá, 1998), cuyo nombre hacía referencia al revolucionario disco de Ornette Coleman The Shape of Jazz to Come (1959), considerado como la obra que definió el jazz de vanguardia y el free jazz. The Shape of Punk to Come no era, evidentemente, un disco de jazz, pero el espíritu de libertad y experimentación que presentaba lo volvía una obra única en el género, introduciendo variables técnicas y líricas que rara vez se habían visto o imaginado dentro del punk rock en general. Sin embargo este disco notable ya anunciaba el fin del grupo -explícitamente en la canción “Refused Are Fucking Dead”- que casi de inmediato harían oficial con un comunicado de igual nombre en el que anunciaban la disolución de la banda. Los motivos eran -una vez más- casi idénticos que los de los At the Drive-in: un agotamiento general a causa de las extensas giras y diferencias creativas entre el cantante Dennis Lyxzén y el resto de la banda (aunque al parecer esta vez no hubo problemas de drogas entre los razonablemente sanos suecos). The Shape of Punk to Come también quedó sin su presentación oficial hacia un mundo que comenzaba a escucharlos con particular atención, dedicándose sus integrantes a diversos proyectos sin una gran proyección internacional.

Pero, y esto no puede ser casualidad, el mismo día que los At the Drive-in anunciaron su reunión, los Refused hicieron lo mismo -comenzando con un escueto comunicado que decía NOT FUCKING DEAD-, informando que también se presentarían en el Festival de Coachella. La explicación subida a su página es un poco más expansiva que la de los tejanos y dice: “Han sido catorce años agitados desde que nuestra banda se separó. Todos nos hemos mantenido ocupados en nuestras tareas respectivas, pero todos hemos seguido siendo amigos y manteniéndonos en contacto. Han habido ofertas, y muchos chistes sobre esas ofertas. De alguna forma nosotros miramos hacia abajo desde nuestros altos caballos y nos burlamos de la gente que tan sólo quería compartir la intensidad psicopática que podríamos entregar cada noche en nuestro apogeo post puber. Una reunión nos parecía algo irrelevante. Demasiadas otras mierdas que hacer... Nunca le hicimos justicia a The Shape of Punk to Come cuando salió, estábamos demasiado enmarañados en pequeñas rencillas internas como para realmente enfocarnos en el trabajo. Y de pronto aparece esta posibilidad de hacerlo tal como los pretendíamos. Queremos hacerlo de nuevo, hacerlo bien. Para la gente que mantuvo la música viva a través de los años, pero también por nosotros.... Nos vemos en el pogo.”

Un pogo que para los adeptos al ala más progresiva del rock más violento se presenta como un auténtico evento celebratorio de la música hecha en serio, en tiempos en que la música no parece importar.