La meta buscó ubicar el Índice de Precios del Consumo (IPC) en 5% con un rango de tolerancia de 4% a 6%, pero cerró 2011 en 8,6%. La mediana de las respuestas de los analistas consultados por el Banco Central (BCU) en enero dio que el IPC cerrará 2012 con una suba de 7,35% y bajará levemente en 2013 a 6,3%. Incluso las respuestas más bajas lo esperan fuera del rango: 6,8% para 2012 y 6,05% para 2013. Las proyecciones más altas son de 7,73% y 7,5%, respectivamente.
Denisse Toledo, analista de la Cámara de Comercio (CNCS), prevé que en 2012 "la inflación será una de las mayores dificultades" de la economía. "En un momento de gran incertidumbre que enfrenta la economía mundial es importante considerar los efectos que la crisis europea puede tener en el resto del mundo". "En los últimos años Uruguay se benefició de los altos precios de los commodities que favorecieron el desempeño de la economía [...]. Este clima de bonanza terminaría en caso de profundizarse la crisis en la Unión Europea con las consecuencias ya mencionadas, presionando a la baja el precio de los commodities".
El economista de Pricewaterhouse Coopers Ramón Pampín estima que "las presiones externas seguramente contribuyan a moderar el crecimiento de los precios, en especial en el primer semestre del año". Ello sucederá "tanto en un escenario de resolución relativamente ordenada de la crisis europea como en uno de resolución no ordenada". Pablo Moya, colega de ambos en la consultora Oikos, observa que en precios "el escenario no ha cambiado sustancialmente ni en lo interno ni en lo externo". "El mundo en general se ha vuelto mucho más caro por los efectos de la política monetaria expansiva" de Estados Unidos y la eurozona para "movilizar sus deprimidas economías". "Y en un mundo mucho más caro, un país como el nuestro absorbe esos shocks", subrayó el economista. "Puede haber una menor demanda internacional debido a un crecimiento muy modesto del resto del mundo. Quizá por ahí se reciban menores presiones inflacionarias. Pero ese escenario no debería cambiar sustantivamente", puntualizó.
Alguien tiene que ceder
Moya entiende que esas presiones externas se suman a "la propia dinámica local" compuesta por "la estructura de precios doméstica y el ciclo de crecimiento en que nos agarra", y la base del crecimiento "no se puede disociar de un aumento de precios". "Si estimamos que nuevamente en 2012 habrá crecimiento, no tan alto como en 2011 pero sí un buen crecimiento del orden de 5%, este crecimiento estará asociado a un aumento del nivel general de precios, porque la demanda interna es la que está presionando" al alza, resumió. En 2012 "quizás las presiones no sean tan fuertes" pero igualmente "se van a mantener", previó, enumerando luego "la presión fiscal", "el costo salarial" y "los insumos", entre otros factores. "El escenario no debería ser sustantivamente distinto".
Toledo también identifica "una gran demanda que no cede" así como subas de precios por las empresas "para enfrentar los incrementos salariales", mientras Pampín vislumbra moderación "no sustancial" de las presiones alcistas. "Existe una inercia que durará seguramente gran parte de 2012 vinculada a la presión de demanda interna y a la presión de salarios en los sectores con bajos márgenes de rentabilidad, que no puedan tolerar aumentos salariales sin una ganancia de productividad que los acompañe", desarrolló. Aunque no participó de la encuesta del BCU, Pricewaterhouse Coopers se alinea con los demás analistas pronosticando que este año la inflación será de 7,1%. Oikos, que participó en la encuesta, la vislumbra en 7,5% y 6,8% el año próximo. La CNCD no tiene proyección puntual.
Meta, meta
Moya sugirió al gobierno "evaluar si realmente" la presión inflacionaria "no fundamentaría replantear el rango meta". Éste "como objetivo es una buena señal a los mercados: el compromiso de tener un control inflacionario es claro y todos lo percibimos", pero "cuando se definió era otro el contexto internacional y local". De ahí que sostenerlo implique "autoimponerse una presión extra, cuando modificar esos objetivos no sería percibido como renunciar a ningún compromiso sino adecuar los objetivos al escenario actual". Y abundó en el razonamiento: "Las metas se ponen para cumplirlas y es nocivo ir modificándolas según los datos", pero "ser tan estrictos con un cambio de escenario tan fuerte no parece lo más apropiado".
Toledo recordó que en 2011, pese a que los agentes privados "sabían que la inflación claramente superaría el 6%”, el gobierno mantuvo el rango. "Debe tenerse en cuenta que no es eficiente un objetivo de inflación que no se cumple. Si bien en un principio da una imagen de seriedad de las autoridades, una vez que los agentes dejan de creer en el compromiso [...] las políticas pierden credibilidad y fuerza para disminuir la tasa de inflación", argumentó. Así, las autoridades "enfrentan un gran dilema entre aumentar la meta y entonces aceptar desde ahora que la inflación va a situarse por encima de un 6% o mantenerla y correr al riesgo probable de que aumente por encima de la misma y que nuevamente no se haya cumplido el objetivo".
Serví una
Respecto de posibles medidas para contener el alza de precios, Pampín recomendó “converger hacia una Tasa de Política Monetaria (TPM) alineada con el objetivo de crecimiento de 5%”, y estimó que el aumento realizado en diciembre representó “un paso hacia esto”, aunque instó a “poner el ojo” en el crecimiento del volumen circulante. “La política monetaria es la principal responsable de moderar el crecimiento de los precios. La política fiscal no es un factor distorsivo, y quizá la política salarial deba enfocarse en la compatibilidad con los otros objetivos económicos, en este caso el crecimiento de los precios”, apuntó. Moya, por su parte, opinó que el manejo de la TPM “tiene más defectos que virtudes” al no ser “tan eficaz como instrumento de control inflacionario”.
Al revés de su colega, entiende que la mayor presión sobre el IPC proviene de las políticas fiscales. “¿Cuánto margen tiene [el gobierno] para seguir haciendo política fiscal? Reducido, por el nivel de su déficit”. Toledo, a su turno, considera que las acciones oficiales “deben ser firmes, y no medidas que aplacen el aumento de los precios, como el atraso de impuestos o la contención de subas; que contengan los precios de forma consistente, ya que otras medidas no son sostenibles a largo plazo”. Sobre la opción de elevar la TPM, analizó que “si bien es una medida necesaria, no es suficiente para frenar el escenario de creciente inflación”. Además, esa aplicación presiona a la baja el tipo de cambio, proceso que hacer perder competitividad en favor de los socios comerciales. Desde la gremial comercial se recomienda “tener cuidado con los aumentos salariales por encima de los fundamentos porque es otro de los factores que presionan al alza los precios”. En esa línea, se considera que “los aumentos deberían estar en consonancia con la productividad”. Su especialista también instó a la administración a contener el gasto público “como forma de no generar mayor presión sobre la demanda y generar ahorro fiscal para sostener el precio del dólar con recursos genuinos”.